Son pocas las instituciones de enseñanza media que promueven la realización de prácticas profesionalizantes no rentadas, popularmente conocidas como “pasantías”. Básicamente, en Misiones, sólo los colegios con orientación técnica envían a sus alumnos a tomar contacto con el ambiente laboral, vivenciando el cambio entre la vida de estudiante y la vida del trabajo.El propósito de estas prácticas es que los estudiantes consoliden, integren y amplíen, las capacidades y saberes que se corresponden con el perfil profesional en el que se están formando. Una de las escuelas que envía desde hace treinta años a sus alumnos a realizar prácticas profesionalizantes es el Instituto Línea Cuchilla (ILC). Por su ubicación geográfica (Ruiz de Montoya está a 125,4 kilómetros de Posadas), y para facilitar la experiencia a sus alumnos, esta institución suspende las clases del último año durante dos semanas para que éstos tengan su primer encuentro con el mundo del trabajo, bajo el amparo del colegio. Para que pueda llevarse a cabo, hay tres partes que deben llegar a un acuerdo: las familias, el instituto y las empresas. Estas últimas no tienen un beneficio por la atención del practicante, lo cual hace que algunas declinen la posibilidad de esta experiencia.La experiencia del ILCDurante dos semanas, que terminaron el viernes que pasó, 37 alumnos de la orientación de Técnicos en Máquinas e Instalaciones Electromecánicas del ILC, realizaron sus pasantías en diferentes empresas de la provincia. Estas prácticas no son rentadas y, en realidad, según explicó el director del colegio técnico a PRIMERA EDICIÓN, Martín Hanske, las “pasantías” del secundario ocupan una zona gris en el actual cuerpo normativo. Esto es así porque la ley contempla a los alumnos avanzados de los niveles terciarios y universitarios, pero nada dice de la secundaria. “No podemos pedir a las empresas que paguen a nuestros alumnos porque ninguna aceptaría pues no les convendría. Por eso, las escuelas del nivel medio que apostamos a las prácticas profesionalizantes de nuestros alumnos tratamos adecuarnos a las demandas pedagógicas y del mercado laboral”, contó Hanske. Las voces de sus protagonistas Según una encuesta realizada entre los actuales pasantes del ILC, la gran mayoría planea seguir estudiando y menos del 10% desea trabajar al concluir la secundaria. Cada año, a la hora de escoger una empresa con la que el chico convivirá dos semanas, la comunidad educativa busca que se acerque al ambiente al que desea pertenecer cuando trabaje. Muchas veces es complicado para aquellos que quieren estudiar medicina, por ejemplo, insertarse en una clínica u hospital, incluso en tareas administrativas o de maestranza. De los estudiantes del sexto año del ILC que comenzaron el 2 de mayo el período de pasantías, el 26% está en empresas concesionarias en el sector de service; un 17% en el área de la contrucción; otro 17% en empresas eléctricas o electromecánicas. Los restantes se dividen en distintos ámbitos como metalúrgicas, papeleras, diferentes tipos de mantenimiento, estudios contables y medios de comunicación. A la hora de desarrollar las tareas que se les encargan, el 99% de los alumnos contó que se siente capaz de realizar la labor de forma segura y correcta; el 1% dijo “más o menos, había cosas que no sabía, pero aprendí”. También, la mitad de los entrevistados afirmó que el nivel de dificultad de las tareas aumentó a medida que pasaban los días, ya que tomaban confianza en sus capacidades. La otra mitad, en cambio, aseguró que desde un principio comenzaron con actividades “difíciles” que luego mantuvieron el nivel de complejidad. En cuanto a la integración con el personal, los alumnos comentaron que en las respectivas empresas había gente de mucha variedad de edades, pero la mayoría dijo no haber tenido problemas con la comunicación. Expectativas Los seres humanos crean expectivas de todo lo que les sucede, y los alumnos no son la excepción. Para algunos, las pasantías fueron más de lo que esperaban, para otros fue un poco más difícil aceptar las condiciones, o tener que trabajar en sí. Pero todos pudieron señalar diferentes valores que incorporaron con la experiencia, como la responsabilidad, la organización, el compañerismo, incorporar nuevos conocimientos, el cuidado de los materiales, afianzar conocimientos, la puntualidad, el orden y limpieza, la dedicación, la atención y concentración, el respeto por los demás, entre otros. Aunque no todos resaltaron cosas negativas, sí las hubo, como las condiciones del ambiente, la falta de demanda de trabajo, actividades monótonas, que no haya descansos o que el trabajo no se relacione con sus deseos a futuro. “Aguantar a mi jefa”, dijo uno; “estar lejos de casa”, afirmó otro. “Existe un antes y un después muy diferente en la conducta del alumnado. Aparece la conciencia de que algo está cambiando realmente en las vidas de los adolescentes, futuros egresados. El estudio se toma con mayor seriedad e interés. Alumnos que pensaban ir a trabajar, optan por perfeccionarse o estudiar antes de pasar a la vida del trabajo”, aseguró Hanske. De la norma a la realidadEl director del Departamento Técnico del ILC, Martín Hanske, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, habló sobre el vacío legal que existe con las pasantías. “Hubo un vacío legal para las escuelas del nivel secundario. Hicieron un decreto (13/74) para enmendar la Ley porque surgió un problema con las estructuras curriculares en las que se establecían pasantías en empresas y no había ningún Estatuto que lo ampare. Es ahí donde surge esto, que contempla alumnos de 16 a 18 años del secundario”, precisó. Señaló además que la Ley dice que las pasantías deben durar 20 horas semanales porque “están pensadas para escuelas de una ciudad en la cual el alumno va a hacer las prácticas dos o tres días a la semana, en lugar de ir al taller. La dificultad está en que no tenemos tantas empresas en la zona como para que el alumno vaya a hacer ese tipo de prácticas. Es ahí donde nosotros seguimos con la metodología que siempre hemos tenido, de cortar las clases y que el pasante se desempeñe de manera intensiva”.OPINIÓNMi pequeño puente al mundo de las letrasPor Juliana Mercanti, pasante en PRIMERA EDICIÓNQuiero dedicarme a la literatura. Cuando se lo comentaba a la gente, todos me decían que no iba a tener éxito. Mi papá me dijo “¿por qué no estudiás ingeniería?”. Había dejado de repetir la frase “quiero estudiar Licenciatura en letras” para decir “quiero estudiar derecho”. Hasta que un día hablé con un docente sobre mi situación y entonces llegó a mis oídos lo que quería escuchar: “Apostá a tu vocación, el éxito depende
de vos”. En el colegio, se acercaba la fecha de inicio de las pasantías. La mayoría sabía perfectamente dónde ir y qué hacer, yo no. Le comenté mi inquietud al profesor y me pidió que escriba en una planilla mi nombre, las localidades en las que me podría quedar y lo que quería estudiar. Y así surgió la idea de venir al Diario. Conocí mucha gente nueva, genial, sin dudas. Cada uno después de enterarse que era una pasante, me decía “si necesitás algo, ya sabés…”. Y lo sabía. Me voy a llevar una experiencia enriquecedora. Estos días fueron una aproximación a mi futuro.





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