Señora Directora: Se comenta muchas veces que hay ciertos políticos que se resisten a dejar su cargo y pareciera que están pegados al sillón que ocupan. Pero hay un caso muy curioso y se trata de los sindicalistas como algunos, están décadas en el cargo y juegan a dos puntas, porque por un lado se muestran solidarios con los trabajadores que representan y, a la vez, ven cómo caerle bien al gobierno de turno y si no consiguen lo que pretenden, ¡patapúfete!, salen a la calle a gritar mil cosas.Por otro lado, el oscuro, se van haciendo empresarios –como el caso de los llamados “gordos”- y con el trascurrir del tiempo van adquiriendo departamentos, vehículos, chalets, campos, ganados y hasta avión propio. Es como si la sociedad no se diera cuenta de lo que están haciendo y nadie los juzga e investiga; pero ellos, felices, disfrutan de una vida holgada y de primer nivel, mientras “los laburantes” siguen en la misma, esperando mejoras y creyéndoles en la oratoria falsa y mentirosa que los mantiene eternamente como líderes indiscutidos, tomándole el pelo a los afiliados.Casualmente, mientras los distintos sindicatos protagonizaban una movilización contra el actual gobierno, una legisladora presentaba un proyecto de ley para que los líderes sindicales presentarán su Declaración Patrimonial a la par de los integrantes de la Cámara empresarial, lo que estaría muy bien porque no tienen coronita para escapar de las disposiciones que establecen las leyes tributarias.También se debería limitar el tiempo de cada mandato sindical para así brindar la oportunidad a otros candidatos.Si analizamos detenidamente el itinerario de gestión de los sindicalistas cuestionados, nos encontraremos con verdaderas sorpresas y con seguridad no podrán justificar su patrimonio.




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