La noche posadeña se transformó en un lugar donde se congrega el sueño de muchos artistas, quizás deseando surgir a través de la música u otro tipo de arte que despierta en esas personas un fuego que desea ser expresado. Jóvenes que suben sobre un escenario y despliegan, muchas veces con maestría, las melodías de un canto o el sonido de un instrumento, el cual les llevó muchas horas de ensayo. Estos casi desapercibidos artistas, interpretan temas del cancionero popular o desnudan su alma con las letras que surgieron de algún momento de inspiración y con ellas sueñan en grabar un disco o simplemente que las personas paguen por escucharlos en algún recital. Los sueños son muy importantes en la vida de estos músicos, porque nuestros actuales logros, alguna vez fueron nuestros deseos en el pasado, y eso tiene mucho valor y hay que respetarlo, sumado al esfuerzo para poder conseguirlos.Muchas personas tratan al artista como alguien informal que toca un instrumento solo por “hobby” sin saber que detrás de esa tonada hubieron largas horas de ensayo.Músicos que trabajan todo el día para mantener a su familia y que tienen que sacrificar el tiempo libre para una presentación y hacer lo que más les apasiona, y soñar que algún día se les reconozca su esfuerzo. La otra vez fui a la presentación de un grupo musical integrado por tres mujeres, todas llevan años recorriendo la provincia con la música y un día, decidieron unirse para realizar el deseo de seguir cantando ante su público y cumplir el sueño de triunfar en el mundo de la música.Debajo del escenario se encontraban las familias de algunas de las integrantes, quienes con sus palmas y gritos, daban su apoyo a este nuevo emprendimiento y mostrarles que nos estaban solas. Otras, aprovechaban el intervalo para mandar un saludo a sus hijos, seguramente apenadas por no estar con ellos. Hay muchas cosas que las personas no vemos cuando somos simplemente espectadores en algún evento artístico, pero pienso que la mayoría de las personas que se suben arriba de un escenario no solo expresan su talento, sino también sacrificio y horas de ensayo. Este pensamiento, sumado a los fríos vientos que nos anunciaron el arribo del otoño a la provincia, me llevó a recordar en una ocasión cuando viajé al sur, más precisamente, al Calafate, a orillas del Lago Argentino. En aquella oportunidad me hospedé en el hostel más económico de la ciudad.Un lugar modesto, pero muy cálido, que hacía olvidar los fuertes vientos y las intensas nevadas que caían por las noches, en el interior habían grandes cuartos de cama compartidas. En el tiempo que estuve allí, me hice amigo de varios artistas callejeros, jóvenes que se ubicaban en las esquinas de algún semáforo y lanzaban sus pinos al aire, otros con pesadas bolas de cristal, y brindaban un buen espectáculo en alguna plaza o simplemente tocaban su guitarra poniendo el estuche abierto del mismo en el suelo para que algún indiferente comensal ponga allí algunas monedas que le sirva para pagar el alojamiento.Muchos de estos jóvenes eran de distintas provincias y recorrían el país mostrando lo que mejor sabían hacer, eso de alguna forma me ponía contento por verlos hacer lo que les gusta, y en parte estar cumpliendo sus sueños.Luego de sus actuaciones todos colaborábamos para comprar distintos ingredientes para una rica cena, sin importar si les fue mal o bien esa noche.Por Raúl [email protected]





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