Cuando alguien nos cuenta su conflicto escuchamos desde el lugar de terceros, lo que nos permite una visión del tema menos teñida por las emociones. Hasta solemos pensar: ¡Se ahoga en un vaso de agua!Ahora bien, cuando somos parte en el conflicto la cosa cambia.Nuestra mente queda atrapada en idas y vueltas preguntándose ¿por qué pasa lo que pasa? buscando razones, recordando situaciones, mirando hacia atrás. Buscando una causa que explique determinada acción, hecho o conducta. Estamos acostumbrados a resolver los conflictos mirando hacia atrás, buscando culpables. Este lugar de pretender que todo pasa por culpa del otro, nos deja poco protagonismo y con la sensación que no podemos hacer nada para solucionarlo. Parece que aceptamos que todo depende de la otra parte aplicando una lógica paradojal y acusatoria en que exigimos a "nuestro enemigo" que nos dé la solución.Esta forma de mirar el conflicto solo aumenta la angustia, intranquilidad, incertidumbre o miedo que solemos sentir y, consecuentemente, afecta la negociación que podemos llegar a realizar.Por ello es muy importante prepararnos bien antes de nuestro encuentro con la otra parte, comenzando por hacer consciente la interdependencia existente en todos los conflictos y tratando de establecer parámetros para no ceder de más, tampoco dejar recursos sin aprovechar sobre la mesa y evitar caer en propuestas irracionales.Como primera medida debemos identificar cuáles son nuestros intereses pues, si no sabemos hacia donde queremos ir difícilmente lleguemos allí.En este punto les propongo que ante un conflicto cambiemos la pregunta ¿por qué? y comencemos a preguntarnos ¿para qué?El "¿para qué?" es la pregunta llave que nos permitirá detectar nuestros intereses. ¿Para qué queremos lo que decimos que queremos? Cuando obtengamos la respuesta, nuevamente nos preguntaremos: ¿para qué quiero esto que digo que quiero?La respuesta nos llevará hacia nuestros verdaderos propósitos e intereses. Mirar hacia el futuro nos permitirá encontrar un sentido, determinar un objetivo y ponernos en acción.Cuando mis niños se pelean y les pregunto ¿por qué…? quedamos atrapados en un interminable universo de justificaciones tipo callejón sin salida, en busca de quien tiene la culpa. Preguntar "¿para qué?", es la llave que nos permite salir de allí hacia acciones para abordar el tema y pensar el futuro que queremos.Con el "por qué" obtendremos explicaciones. Con el "para qué" daremos sentido y estaremos listos para la acción.Colabora: Valeria [email protected]




Discussion about this post