Existen pequeños sacrificios en la vida, pequeñas decisiones que tomar, caminos a seguir, huellas que dejar, situaciones a renunciar. Esos son nuestros pequeños sacrificios, esos que todos tenemos, esos que a la larga nos hacen más fuertes, más íntegros, más enteros.¿Quién no quiso renunciar alguna vez? Darse por vencido… gritar ¡Hasta acá llegué!, dar un portazo para nunca regresar. Pero con el tiempo, las horas, los días, las semanas… viene el despertar, el darse cuenta, el elegir, el renunciar.¿Quién nos obliga?, ¿quién? Nada ni nadie, solo nuestra consciencia nos Guía. Solo nuestro ángel guardián. ¡Ay Dios! El destino no puede ser aplazado ni pospuesto, solo puede ser vivido… ¡Ay Dios! solo lo podemos aceptar cuando nos entregamos, y es recién en ese momento -con la entrega-, que renunciamos a nuestra voluntad y podemos hacer tu voluntad. Este es nuestro sacrificio, nuestra renuncia.Hacer tu voluntad es seguir el flujo de la vida y aceptarla tal y cual es…. con sus dones y sus heridas. Es renunciar a la lucha y entregarnos a la vida, que es mucho más grande e inclusiva que nuestro punto de vista limitado de las cosas. Todo tiene un por qué, todo tiene un sentido y solamente lo descubrimos después que hacemos la experiencia, pero para eso: primero la entrega, primero la renuncia… a algo mayor.Solamente en ese momento “La gran Alma” nos lleva de la mano para poder vivir ese destino, ese que tanto temíamos, ese que esta tan cerca del vacío, ese vacío donde está todo. Solamente estamos preparados cuando nos rendimos ante lo más grande, solamente en ese momento se abren las puertas, se abre el portal y nos va llevando sin miedo, sin intención y sin juzgar ni siquiera nuestra propia vida… porque es justamente que viviendo y experimentando podemos completarnos y llegar a ser uno con el todo y con todos.Colabora: Patricia [email protected] Facebook: Patricia Monica Couceiro 154829015





Discussion about this post