Ahora, en la hora del ahora, tenemos que empezar a descubrir las posturas (ásanas) del Hatha Yoga. Son formas, figuras, actitudes que configura el cuerpo en armonía con la respiración y tienen diferentes propósitos particulares, aunque en su conjunto propician nuestro bienestar general y profunda calma. Desde su origen milenario, estas posturas vienen recibiendo nombres relacionados con elementos de la naturaleza y con los usos y costumbres de cada época.Es así que, por su reminiscencia de seres del reino vegetal, reconocemos las posturas del árbol, el trébol o el loto. Del reino mineral y astronómico obtenemos nombres para las posturas del diamante, la estrella o la media luna. Personajes populares de la vida cotidiana inspiran los nombres para las posturas del sastre, el zapatero, el jinete, el danzarín o el héroe. Elementos u objetos de uso corriente dan nombre a las posturas del arado, la mesa, la rueda, el barco, el bastón, la silla, el puente, la vela, la pinza, la tabla, o la cuna. La geometría inspira las posturas del arco, el ángulo y el triángulo. El reino animal sugiere nombres de numerosas posturas como el perro, el gato, el tigre, el camello, la liebre, la mangosta, el perezoso, el osito o el mono, además de los insectos como la langosta, la mariposa, la araña, a lo que sumamos la lombriz y el caracol. Las aves no están ausentes de esta corriente de inspiración y nominan las posturas de la grulla, la cigüeña, el cuervo, la paloma, el pavo real o el cisne. Y no tenemos que olvidar a la tortuga, la rana, el pez, el delfín y también la cobra y el cocodrilo.Ivonne Millerand, discípula de Krishnamacharya, en su excelente exposición del Hatha Yoga clasifica las posturas en los siguientes grupos: las de posición parada; las de posición sentada; las de posición acostada boca arriba; las de posición acostada boca abajo; las de equilibrio sobre miembros, sobre los hombros o excepcionalmente sobre la cabeza. Son posturas sostenidas en la inmovilidad y animadas siempre por la respiración profunda.A pesar de que la mayoría de los autores las llaman posturas “estáticas”, en contraposición a los trabajos dinámicos o en movimiento, hemos preferido llamarlas “sostenidas” en atención al principio universal de que todo se mueve o vibra constantemente en las estructuras naturales. A lo sumo detenemos nuestros propios movimientos motrices para sostener la quietud postural de un cuerpo vital en constante funcionamiento.Pero ciertas posturas pueden efectuarse con movimientos, como cuando desde una base fija se levantan los brazos desde la inhalación y se bajan con la exhalación. Existen también encadenamientos de posturas cuando un movimiento lento permite fluir de una a otra siguiendo el ritmo de la respiración, en una secuencia armónica o Vinyasa que los occidentales de hoy comenzaron a llamar “flow yoga”. Quedan por ver en la próxima nota las advertencias y cuidados a observar en el trabajo postural. Ahora, en la colchoneta, comprobamos que a la construcción de las posturas se llega gradualmente, sesión tras sesión, disfrutando de los pequeños logros, saboreando los beneficios, cultivando el autocuidado y la autovaloración, con Paciencia, Prudencia y Perseverancia, nuestras tres “P”. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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