Señora Directora: El odio es un sentimiento que se genera en el corazón del ser humano por determinadas causas que hacen que se rechace una cosa, persona o situación, a los fines de alejarla, bloquearla o destruirla. El amor también es un sentimiento que se genera en el corazón del ser humano, pero a diferencia del odio, éste busca la cercanía de la persona, cosa o situación a fin permanecer junto o desearle el bien. Hay pocas personas que se ponen a meditar para distanciarse de sus sentimientos y así poder comprenderlos, controlarlos y manejarlos, teniendo una percepción más objetiva de la realidad. También son pocos los que tratan de entender el fenómeno pudiendo comprobar sus hipótesis o verificando sus conclusiones, generalmente son académicos, profesionales que logran estudiar la realidad, sin mezclarla con sus sentimientos. Lo que se percataron las corporaciones es que la gente mira mucha televisión, más de cuatro horas por día, y que la propia televisión tiene aptitudes de autoridad, pues lo que se dice en ella, no se discute, la gente dice: “…porque lo escuche en la televisión” o “lo vi en la televisión”. Nos hace recordar a esos actores en batas blancas, anteojos que se hacen pasar por médicos y te recomiendan tal producto, y uno lo compra porque ese actor parecía un profesional en la materia. Hay que buscar mayor objetividad en los argumentos. Ya Parménides se dio cuenta que los sentidos nos engañan, pero no hay que dejar que nos engañen a través de ellos; las corporaciones se dieron cuenta de que las teorías de Pavlov todavía se pueden aplicar a la gente. Esto del acto reflejo, compramos el auto, para sentirnos como el actor de la propaganda. “Esto es lo que todos ven”, dice un anuncio y te muestra el auto; y esto es lo que la carretera siente, y te muestra una mano acariciando la curva de una mujer. Las corporaciones tienen mucho capital, compraron los medios de comunicación y transmiten a la gente los mensajes que les benefician, y apoyan las campañas de los gobernantes que los representen. Cuando hay un gobierno o una persona que se les pone en su camino, montan una operación del odio, que busca destruir a esa persona, y lo logran. La gente escucha tantas veces que fulano es un corrupto, un ambicioso, un profanador, que lo terminan odiando de tal manera que no lo pueden ni ver. Esa es la operación odio que nos vuelve autómatas odiosos y se ha hecho parte de la vida política. Ahora no basta con ganar una elección, hay que desmoralizar al contrario, en lo posible meterlo preso, así todo su potencial queda bajo rejas.





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