Hoy, una agenda planificada no se cumple. El doctor Juan Fernando Alegre, “Juancho”, no soplará las 72 velitas de la torta que Claudia, su mujer, pondría sobre la mesa junto a sus afectos y algunos amigos y pacientes. “Este proyecto estaba agendado con algunos tímidos detalles”, contaba María de Jesús, su secretaria. Hoy, muchos pacientes no le podrán decir “gracias por todo, Doctor”. Ni siquiera podrían decirle “feliz cumpleaños” Carla Bruni, (la esposa del expresidente francés Nicolás Sarkozi), ni don Ruzak, ni doña Nina Borszcz, como tantos pacientes atendidos por él. Una ciudad acongojada recuerda a su querido doctor en el día de su natalicio, a apenas dos meses de la dolorosa despedida del 30 de enero pasado, cuando un accidente de tránsito, de alguna manera, los dejó huérfanos. Una larga lista de certificados se exhibían en su consultorio: oncología, clínica general, partos, congresos internacionales, asistencia médica multidisciplinaria. “Muchos hemos recogido el discurso más significativo del proceso de una enfermedad donde hasta como médico paliativista ejerció el reconocido y tan amado doctor Juancho Alegre. Con la humildad que lo caracterizaba y lejos de mostrar sus cartas credenciales en importantes congresos internacionales, festejaba junto a otros colegas y pacientes, igual que un niño frente a un regalo de la vida, algún descubrimiento de cura para las enfermedades más temidas, irreversibles o sencillas de curar ahí mismo en su austero consultorio”, escribió Alicia Cybulka, en recuerdo al querido galeno.La licenciada expresó en palabras el dolor de un pueblo. “No se nos pasa por la cabeza que quien practica el pensamiento hipocrático ’curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre’, ahora no se cumple, porque hay que consolar al paciente, porque su médico se fue de repente. El paciente quedó huérfano de quien brindaba esperanza ante cualquier diagnóstico”. Esta frase refleja el sentir de la gente de Alem. “Se evidencian, en los médicos, mecanismos defensivos de negación muy intensos frente a la muerte de los pacientes, cuanto más compleja es su propia vinculación con la muerte. Peor es enfrentar la de su propio curador. Esta soledad del paciente ante la pérdida de un grande no se llena con nada, se reconoce, se agradece y se entra en una nueva búsqueda, pero ahora en una ayuda pluralizada y menos simplista”, graficó Cybulka. Habrá que buscar alternativas distintas, “porque la ciudad de Alem y aledañas, coinciden que el doctor Juancho hacía de todo para todo el grupo familiar, diagnosticaba y paliaba sin las burocracias del sistema de salud que nos caracterizan como país, y esto, al colono, al anciano, al necesitado extremo. Iba pronto al lecho del dolor, mientras su secretaria acomodaba cual malabarista los turnos y las esperas de otros pacientes. Ella, hoy se quedó sin su jefe pero con una sonrisa esperanzadora, aunque tiene el corazón partido”, señaló.¿Quién ayuda la paciente?Por lo general, son los médicos quienes deben afrontar la muerte de algún paciente. Pero ¿quién ayuda al paciente frente a la muerte del médico? “En nuestro país la deuda social de ayudar a una muerte digna para pacientes es tarea del médico. Y él ejerció múltiples tareas en relación a ella. Ahora, ¿quien ayuda al paciente a elaborar el duelo de esta trágica pérdida? Entre todos, con el agradecimiento y reconocimiento que posiblemente nunca, por su humildad, el mismo doctor Juancho no permitió realizarse en una distinta nota cuando se la pedí, en agosto del 2015”, dijo Cybulka. Para finalizar, el agradecimiento. “Todos los que de alguna manera conocieron al doctor Juancho, hoy soplamos las velitas de agradecimiento por su pasión por la vida, por su vocación, al igual que la de su padre, y agradecemos a Dios el haberlo conocido, aceptando la finitud de la vida que el ser humano la tiene escrita en algún lugar”.





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