Señora Directora: En la vida política argentina la corrupción fue aumentando escandalosamente. Por todos lados hay déficit en los balances, sea en las instituciones y/o reparticiones públicas, como en servicios públicos privados, ministerios, etc. Por lógica, irrita a todo usuario y/o contribuyente.En muchos casos, ese déficit es consecuencia de movimientos de dinero mal registrado (por error involuntario o de manera premeditada) o ni siquiera anotados o registrados. Cuando hay constancias fehacientes de que hubo mala intención, la solución es sumamente simple y eficiente.La Justicia debería citar de a uno a cada persona responsable de alguna actividad, sea pública o privada, y decirles que ha detectado una infracción en su balance o movimiento diario de cuenta, exigiéndole que presente los comprobantes que justifiquen esa faltante o déficit. De tenerlos, la Fiscalía debe controlar para ver si merece una multa u otra penalidad; de no presentarlos, debería ir preso y permanecer en la cárcel hasta tanto haya devuelto todo el dinero que falte.Todo esto para aplicar a quién sea, llámese como se llame, fuese del partido político que fuere, por más que tenga un buen vínculo con otros representantes del poder. Nada de amiguismos, compinchismos o coimas y sobornos. De alguna manera hay que terminar con la clase corrupta que tanto daño hace al país.





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