Es indudable que hasta la naturaleza ha sufrido profundos cambios en estos tiempos modernos, cambios que se agudizan en forma especial para los amantes de la pesca, particularmente desde que se construyó el embalse de la represa Yacyretá en la zona de Ituzaingó.De más está decir que hasta la década del ‘70, las competencias de pacú, dorado y salmón eran habituales, sacando ejemplares grandes de manguruyú o surubí, que en estos días resulta muy difícil encontrar.Con solo recorrer esos archivos de fotos de los pioneros de la pesca, como Ladislao Sokol entre otros, quienes exhiben espectaculares ejemplares que actualmente no se observan –algunos de ellos tan grandes como una persona parada- y es la envidia de quienes tuvieron la suerte de disfrutarlo en aquellos tiempos.Tampoco se debe culpar a ese cambio del caudal del río, pues la depredación sistemática que hicieron los humanos -capturando indiscriminadamente- aún en épocas que se debe cuidar a las especies completó el cuadro que llevó a este tiempo de nostalgias.Ya no se observan esas tradicionales competencias de pesca variada de costa, cuando participaba la familia -de abuelos a nietos- quienes con sus cañas y algunos en forma manual se ingeniaban para tirar sus líneas en el muelle del Puerto de Posadas o en el Pira Pytá, por señalar los más emblemáticos lugares donde se reunían los pescadores que disfrutaban del silencio y la paz de la naturaleza que ofrecía el río.La generosidad de los pescadores se puso a prueba en numerosas ocasiones, como cuando se hizo una suelta de mil ejemplares de pacú, con apenas cinco centímetros de largo y eso fue un emotivo acto de los amantes de la pesca, quienes además en esa oportunidad donaron todas las piezas extraídas a los más necesitados.Comienzos del Pira PytáLa vieja instalación del Pira Pytá, poco después de su fundación -allá por noviembre de 1936- se ubicó en la chacra 177, en la calle Olegario Víctor Andrade y Antártida Argentina, que pertenecía a la familia Estévez. Allí estuvo asentada la primera sede, que fue una casilla de madera y construida precisamente en el lugar donde estuvo hasta no hace mucho tiempo la pileta de natación.Las nuevas condiciones ambientales, debido al llenado de la represa Yacyretá, obligaron a la reubicación definitiva en la chacra 182, mediante un convenio con la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), emplazado en la explanta de YPF, continuación de la avenida San Martín y Almafuerte.La emotiva fiesta de despedida de la vieja sede se hizo el 27 de noviembre de 1999, precisamente en el día del aniversario, donde reunió a los socios con una cena show y música, bajo la presidencia de Hugo Roberto Caballero.Cabe recordar que en el acta del 12 de abril de 1937 aparece por primera vez el nombre del club Pira Pytá, y su primera insignia fue un gallardete triangular de dos metros de largo por 80 centímetros de ancho, con un pescado rojo en el medio.Al cumplirse el primer aniversario, se inauguró la sede con varios festejos y un concurso de pesca. En 1939 se recibió a préstamo el terreno en Villa Lanús, donde se creó “El Refugio”, lugar muy frecuentado por los pescadores por su cercanía con la isla Cañete, sector del río Paraná de abundante pique.Corría el año 1944 cuando apareció el nombre de “Don Lorenzo” en el lugar donde está “El Refugio”, en homenaje a Lorenzo Bianchi, director de escuela y joyero de la calle Junín, quien era un habitual pescador, fallecido en ese entonces.Su primera instalación fue una casilla de piedra, ornamentada con un enorme ancla donada por la empresa naviera Dodero, cuidada por Félix “Hormiga” Fernández durante más de dos décadas y muchos recuerdan con cariño.20 Horas embarcadaLa primera “Maratón 20 Horas de Pesca Variada Embarcada” se realizó en 1970, organizada por el Club de Pesca Pirá Pytá.En la primera edición participaron unas 50 embarcaciones, pero con el tiempo creció la prueba, y ya en estos últimos tiempos se inscriben más de 200 lanchas y capturaron en total 3.710 piezas.Durante más de tres décadas de competencia la prueba nunca se suspendió por razones climáticas, pese a que en algunas ediciones por las adversidades se tuvo que refugiar en los resguardos naturales del río.En la primera edición el ganador fue Ladislao Sokol y Herminio Cabral, el primero acompañado por su esposa Salvadora Castro, quien lo acompañó durante 23 años en forma consecutiva.En las ricas anécdotas del historial, la edición de 1998 quedó registrada como la competencia récord en cuanto a participantes: fueron 298 las embarcaciones que disputaron la prueba, ganada por Goncálvez- Myslinchuk, del Pirá Pytá.Es importante destacar que a principio de la década del ’60 las “20 horas” estaba dividida en dos jornadas de “diez horas” cada uno y con cuatro especies como objetivo de los pescadores: salmón, dorado, pacú y especies de cuero.Cada uno de ellos tenía su clasificación por separado y sumaba puntos para un trofeo Challenger. Esa modalidad se extendió hasta 1966, año que se realizó una pausa que duró hasta 1970.A partir de allí la historia ya es más conocida, quedando en el recuerdo además de Ladislao Sokol y su esposa, la presencia de Víctor Bonifato –también ganador en varias ediciones- Pedro López Vinader, los hermanos Ivaskievich o Domingo Amarilla, del Pacu Cuá de Encarnación, quienes dieron brillo a la actividad.En la década del ‘80 también alzaron la copa Juan Carlos Adams (1985) y Masayi Nakamura (1987) del Pirá Pytá, Omar Ortíz (1988), Nicolás Pranchak (1989) de Encarnación.Luego triunfaron Ramón Brítez (1990) y Carlos Portillo (1993) de Encarnación, Carlos Teibler (1991) y Miguel Schmalko (1992) del Pira Pytá. A partir de 1994, el premio mayor fue por parejas.





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