Sebastián Vega fue acribillado a tiros el 17 de diciembre pasado en venganza porque 48 horas antes había filtrado la información a Gendarmería Nacional acerca de un cargamento de 2.700 kilos de marihuana que, finalmente, fue decomisado por esa fuerza de seguridad en la localidad correntina de Gobernador Virasoro.A partir de ese preciso momento su cabeza tuvo precio. El destino quiso que Rodrigo Ibarra, su amigo, estuviera en el lugar y momento equivocados. Pagó con su vida esa circunstancia macabra.Este sábado se supo que el doble homicidio fue planificado al detalle por el cabecilla de la organización, que contó con un entregador, dos sicarios que apretaron el gatillo y tres integrantes de una familia que llevaron a los asesinos a encontrarse con las víctimas y con posterioridad, ayudaron a uno de ellos a escapar a Paraguay.Este hombre, justamente, es el único que permanece prófugo de la Justicia por su vinculación con las dos ejecuciones, aunque sobre él pesa un pedido de captura internacional remitido a Interpol por el juez de Instrucción 3 de Posadas, Fernando Luis Verón.El sábado, al filo del mediodía, una comitiva de la Dirección Homicidios de la Policía de Misiones y de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic) allanaron un hotel situado en avenida Uruguay, casi Rotonda, donde dieron con uno de los sicarios que ultimaron a Vega e Ibarra.El hombre, de 44 años y de nacionalidad paraguaya, usaba doble identidad. En Argentina usaba el apellido Morínigo, pero en la cédula de su país figuraba Sosa.Eso no impidió que fuera apresado. Fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN indicaron que Morínigo, o Sosa, escapó el viernes a último momento del megaoperativo ordenado por el juez Verón en el barrio Yacyretá y en inmediaciones de las avenidas Martín Fierro y 115.Al parecer, tomó a su hijo pequeño y con la mujer se hospedaron en el citado hotel, creyendo que con la otra identidad no lo iban a atrapar. Se equivocó.Desde el martes la causa no dejó de arrojar novedades. Ese día cayó el supuesto entregador de Vega quien, el 16 de diciembre pasado, lo habría llamado al celular para decirle “tengo lo tuyo” y sacarlo de la casa de la hermana, en Nemesio Parma, donde se disponía a comer un asado. Ese “tengo lo tuyo” guardaba relación con el interés de Vega en comprar una pistola nueve milímetros o un fusil. Es que Vega sospechaba que iban a apretarlo por la información que había filtrado a GN; razón por la que había decidido comprar un arma. Se lo pidió a un hombre de su confianza, quien utilizó ese señuelo para entregarlo a los verdugos.El supuesto entregador declaró el viernes ante el juez Fernando Verón y, al contrario de lo que se pensaba, aportó información clave para la causa.Si bien trató de oxigenar su situación, trajo a escena a los integrantes de una familia que, hasta ese momento, nadie sospechaba que tuvieran relación con el caso.Ese mismo día, la Saic y Homicidios detuvieron a un matrimonio (él de 49 años y ella de 40) y a su hija, de 21, en tres allanamientos efectuados en barrio Yacyretá y en inmediaciones de las avenidas Martín Fierro y 115. Ahora los investigadores tienen prácticamente armado el rompecabezas respecto del papel que jugó esta familia en la estratagema del hecho. En el domicilio de la pareja -él trabaja hace décadas en Emsa- la Saic y Homicidios secuestraron un coche marca Peugeot 408.Para los pesquisas este vehículo es clave en el andamiaje de indicios. Según el supuesto entregador, el empleado de Emsa, su esposa y la hija de ambos trasladaron a los sicarios hasta el punto de encuentro con Vega e Ibarra, la noche del 16 de diciembre pasado.Allí, junto a las víctimas, ya se encontraba el entregador, quien subió al Peugeot 408 y desapareció de escena junto a la citada familia.El punto de encuentro, acordado por el vendedor de armas con Vega en aquella famosa llamada, fue la intersección de la avenida Chacabuco y avenida costanera, en el corazón de Villa Cabello. Allí quedaron los dos sicarios con Vega e Ibarra. La primera teoría es que los verdugos se hicieron pasar por vendedores de armas, ocultando las reales intenciones que tenían en mente. Puede ser que haya sido así, pero lo concreto es que los dos paraguayos obligaron, a punta de pistola, a las víctimas a sentarse en el asiento trasero del Chevrolet Agile, propiedad de la hermana de Vega.Desde allí iniciaron el camino hacia la muerte. No hubo escala previa: fueron directo a la chacra 97 de Posadas, jurisdicción del barrio Tacurú, donde acribillaron a balazos a Vega e Ibarra.Según la reconstrucción judicial, Morínigo, o Sosa, se puso al volante del coche mientras el otro criminal, que actualmente es buscado por Interpol, se posicionó en el asiento del acompañante.Según las pericias de la Policía Científica y de los expertos de la Saic, el tirador que iba de acompañante fue el que abrió la ráfaga de disparos contra Vega e Ibarra.Materializadas las ejecuciones, de acuerdo con las pesquisas, al menos uno de los asesinos fue llevado a Paraguay, aparentemente en el Peugeot 408 secuestrado en el barrio Yacyretá, por el puente internacional Posadas-Encarnación. Al parecer, esta información fue corroborada por los detectives a través de un informe de las autoridades de Migraciones. Las autoridades migratorias informaron que el vehículo era conducido por una mujer y todo parece indicar que se trataría de la mujer del empleado de Emsa, apresado el viernes junto a su esposa y la hija de ambos.Fuentes judiciales indicaron que los detenidos, que aún no pasaron por estrados, serían llevados el lunes o martes a más tardar al Juzgado de Instrucción 3, donde los aguardará el juez Fernando Verón para tomarles declaración indagatoria. Obviamente, después de que designen abogado defensor.El hijo debía avisarleEl hombre sindicado como uno de los presuntos autores del doble homicidio, capturado este sábado en un hotel de avenida Uruguay casi Rotonda, ordenó a su hijo de trece años que borrara todo tipo de mensajes que haya tenido con él vía celular y cualquier rastro de la computadora que tenía en la casa, sobre todo que pudiera relacionarlo con los otros detenidos en la causa.El adolescente, además, tenía el deber de avisarle si la Policía llegaba al domicilio de la abuela.Esta mujer llegó ayer a estar demorada ante la posibilidad de que hubiera encubierto al sospechoso. Finalmente, el juez dispuso que regresara a su hogar.En el celular del menor, pese a las advertencias del padre, los investigadores habrían encontrado información relevante, principalmente del accionar evasivo para con la ley.La última llamada"Negro" es uno de los asesinos de Vega e Ibarra. La Justicia Federal de Campana tenía intervenido el celular de Vega; por eso accedió a la comunicación entre "Negro" y Fermín, un narco de Virasoro. La llamada fue con el aparato de Vega, antes de ser ejecutado. El diálogo es el siguiente: Negro: ¿Qué hacés, cómo andás?Fermín: Hola.Negro: Hola, ¿c&o
acute;mo andás?Fermín: Hola.Negro: Hola, ¿me escuchás?Fermín: Sí.Negro: Acá el Negro.Fermín: Eh.Negro: ¡Acá el Negro!, ¡el Negro!, el Negro!Fermín: Sí, ¿qué Negro?Negro: Fuiste conmigo a Mendoza.Fermín: Sí, ¿qué pasó padre?Negro: Acá estoy con tu amigo, a punto de morir está, ¿entendés?Fermín: ¿Qué amigo?, Negro.Negro: Yo estoy a punto de liquidarle a este puto hoy, si no me dicen las cosas como son.Fermín: ¿Qué pasó padre?Negro: Porque vos ayer andabas con tu hermano allá donde se me cayó el camión, ¿entendés?Fermín: Eh.Negro: ¿Entendés?Fermín: Sí, te escucho, hablá nomás Negro.Negro: Dale, dale ahora yo me voy a ir para allá también, quedate tranquilo.Fermín: Dale, padre.





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