Señora Directora: Si bien aún estamos en un sistema democrático incipiente, eso no quita que busquemos y exijamos soluciones a muchos problemas e inconvenientes que son el comentario cotidiano en nuestra sociedad. Uno de los temas más tratados se refiere a los docentes. ¿Por qué los docentes no acompañan al nuevo gobierno tratando de consensuar con inteligencia y acordando pautas lógicas y no entrando en una actitud caprichosa y amenazante, tal vez más especulativa que práctica? ¿Es que los alumnos no tienen derecho a aprender asistiendo normalmente a clase? ¿Y los padres consienten que no comiencen las clases? ¿Así se pretende lograr buenos resultados en quienes serán los que forjarán el futuro del país?¿Por qué se comparan con otras instituciones, cuando a decir verdad los policías –por ejemplo- tienen otra rutina y corren riesgos, además de estar muchas horas de guardia o asistiendo a personas en accidentes de diversa índole y características? Hablando con docentes de las décadas 60, 70 y 80 dicen que el estar frente al aula era más importante en su vida que especular con ganar más dinero, el cual nunca alcanzaba, pero igualmente sobrellevaban la situación económica a la par de sentirse orgullosos de estar enseñando a esos alumnos, que en el mañana agradecerían el haber aprendido muchas cosas para ser ciudadanos preparados en la sociedad. Pero el materialismo se impuso y así comenzaron a aparecer los líderes sindicales que imponen, exigen y no tienen límites ni paciencia. Quizás, porque entran a compararse y eso no corresponde simplemente porque deben dar el ejemplo, ante los demás sindicatos, al estar preparados para discutir con sabiduría y tolerancia. La gran mayoría tiene un bienestar que más de un trabajador quisiera tener y eso no lo pueden negar. Hay empleados que tienen una especialidad y trabajan 10 o 12 horas seguidas para ganar 6 o 7 mil pesos, ¿entonces en qué quedamos? Quiere decir que hay muchos que están en peores condiciones y siguen trabajando sin postergar la producción de la empresa donde trabajan. No se trata de ser conformista, pero tampoco de ser tremendista, porque el país está en malas condiciones económicas y eso lo sabe la gran mayoría, pues entonces a trabajar y esperar mejores momentos, demostrando actitud y capacidad ante quienes son inocentes aprendices, que esperan lo mejor de su “mae”. Sólo hace falta ver al dirigente nacional que exhibe una frondosa barba y un pelo bastante largo, ya es un mal ejemplo para los alumnos, ¿no le parece? Se vienen tiempos de exigencia y cordura, de buenos modales y aspecto ejemplificador, para así lograr los objetivos que pretendemos la mayoría de los argentinos.





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