La creación de instituciones como la Unión de Naciones suramericanas (Unasur) o la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), fue consecuencia del proceso neoliberal de los ‘90, y las políticas económicas regionales alineadas con los intereses de los Estados Unidos. Hasta la misma Organización de Estados Americanos (OEA) fue apuntada por líderes como Hugo Chávez, Néstor Kirchner o Evo Morales como una agencia destinada a monitorear y controlar a las naciones que conformaban “el patio trasero” de la Casa Blanca. Es probable que esa mirada “hacia adentro” de la región haya despertado antes y durante 1992, cuando se cumplieron los 500 años del arribo de Cristóbal Colón a América. Pero ese revisionismo histórico y cultural que denunció el atropello inicial a los pueblos originarios y la expoliación de los recursos naturales, perdió fuerza en los años siguientes. El accionar crediticio del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los despachos de los ministerios de Economía de los países del sur que sufrían mayores aprietos económicos, no sirvieron para ayudarlos a salir de la crisis. Los duros recortes y condicionamientos, aceptados por los mandatarios como su última opción terminaron por provocar estallidos (como la Argentina de Fernando de la Rúa). Luego, desde la crisis más profunda, con variables económicas externas favorables, el precio de las materias primas en alza, los nuevos presidentes que arribaron a la región formaron un bloque con la intención de forjar un espacio latinoamericano que tuviera decisiones independientes. La bonanza económica los ayudó a llevar adelante el proyecto, pero (hoy a la distancia) se puede ver que esos modelos quedaron sin salida de su propia retórica. Las urnas ya no los siguieron validando (Venezuela y Argentina). El cambio político ocurrido en las últimas semanas, abre un interrogante acerca de que irá a suceder con los proyectos que surgieron en esa década pos neoliberal – populista. Uno de esos “pilares de independencia” fue la estrategia de creación del Banco del Sur. Los argumentos esgrimidos para ello fueron una reacción a lo que habían dejado las políticas del FMI, mencionadas en los párrafos anteriores. “La creación de un Fondo Monetario Regional (Banco del Sur), constituye un paso importante para el desarrollo económico y social de los países de la región de Sudamérica, y más que eso, un instrumento de financiamiento de los países miembros del Alba, para eliminar las dependencias generadas por el endeudamiento externo, y abolir las condiciones impuestas por los organismos internacionales”. Si bien el mandatario venezolano Hugo Chávez llevaba un buen tiempo proponiendo la creación de un banco regional, no fue sino hasta comienzos de 2007 cuando su propuesta recibió eco y comenzó a tomar forma.El 21 de febrero de ese año, Chávez y Néstor Kirchner acordaron la creación de una institución bancaria regional en un plazo de 120 días, cuyo objetivo iba a ser romper los lazos crediticios con otras instituciones financieras.Chávez y Kirchner aspiraron a que la invitación para participar en la institución fuera aceptada por la mayoría de los gobiernos de América Latina y que el Banco del Sur se convirtiera en la institución bancaria por excelencia de la región.El proyecto nació como una banca de desarrollo e integración en la región, para promover el financiamiento de proyectos y programas que desarrollaran infraestructuras básicas y combatieran las asimetrías y desigualdades. La sede el Banco fue proyectada en Caracas, con dos subsedes especiales de representación en Buenos Aires y La Paz. Para contextualizar la iniciativa de la creación de la entidad hay que recordar que en aquellos años las reservas de los Bancos Centrales de Argentina y Venezuela sumaban en conjunto cerca de 155 mil millones de dólares. Con semejante capital era posible plantear un giro de timón en las relaciones financieras internacionales. Eso se fue perdiendo con el paso de los años, ya que la baja del precio de las materias primas mermó el ingreso de dólares a los países. Las reservas de Argentina se fueron quemando: de forma positiva, pagando en gran parte las viejas deudas externas, pero de forma negativa, con miles de millones de dólares gastados en la compra de gas y combustibles en el mercado internacional, para sostener la demanda interna, producto de una mala planificación energética. Volviendo al origen, el Banco del Sur iba a ser instaurado con un capital inicial de 7.000 millones de dólares aportado por los integrantes que, para evitar hegemonías, cada Estado participante iba tener derecho a un voto. Además, la cuota de aporte iba a estar relacionada con el nivel de reservas internacionales de cada país. El acta fundacional fue firmada en Buenos Aires el 9 de diciembre de 2007 (foto de la izquierda) y los países que la integraron fueron quienes adherían a la Unasur: Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay y Paraguay. Fue rubricada por los presidentes: Hugo Rafael Chávez Frías, Néstor Carlos Kirchner, Evo Morales Ayma, Rafael Correa Delgado, Luis Inácio Lula da Silva, Tabaré Vazquez Rosas y Nicanor Duarte Frutos.Pasaron ocho años y el Banco del Sur no termina de conformarse. Las últimas noticias al respecto cuentan que el pasado 2 y 3 de septiembre, en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería en Buenos Aires, se llevó a cabo la Segunda Reunión Ordinaria del Consejo de Administración. Según el parte de prensa, “el encuentro sirvió para dar impulso definitivo a la decisión que en su momento fuera acordada al más alto nivel político por los mandatarios de los países sudamericanos. Se acordaron lineamientos y cursos de acción respecto a temas claves para el funcionamiento del banco, como la instalación del Directorio Ejecutivo, la definición de un cronograma de aportes y la redacción del Acuerdo de Sede del Banco del Sur. Y finaliza el comunicado: “De esta forma se logró un avance decisivo para la puesta en funcionamiento hacia fines de año de este mecanismo que facilitará la financiación de proyectos estratégicos para el desarrollo de la región en materia productiva y de infraestructura. El kirchnerismo, uno de los impulsores de esta institución, a pesar de las demoras y un contexto económico y financiero muy distinto al de aquel año de firma del acta fundacional, siguió apostando a la conformación de este instrumento de crédito del Sur. Pero ahora ocurrió el cambio político en Argentina, y en Venezuela el chavismo perdió la mayoría parlamentaria. Durante la campaña (en Argentina) se acusó a la oposición de buscar volver a los diálogos con el FMI en busca de financiamiento, todo lo contrario a la intención que llevó a pensar en la creación de un Banco regional durante los últimos años. Esa oposición que ahor
a es Gobierno planea solucionar el problema con los holdouts o “fondos buitres” para volver a acceder al crédito de organismos internacionales (FMI o Banco Mundial) a tasas más normales como las que pagan Bolivia o Paraguay cercanas al 4% y no las que hoy dan a Argentina que llegan a más del doble. Según las palabras de los propios funcionarios, buscan una relación “madura” con el mundo, distinta a los escenarios agoreros con los que los acusaron en los últimos meses durante la campaña. La pregunta es: ¿dejará ahora Argentina de lado la colaboración para que finalmente se concrete la creación del Banco del Sur? En base a lo expuesto parecería que sí, pero hubo algunas señales en contrario en el Congreso de la Nación.El 7 de septiembre del 2011, la Cámara de Diputados convirtió en ley, por unanimidad, el proyecto que ratifica el convenio constitutivo del Banco del Sur. La iniciativa -que ya contaba con media sanción del Senado- fue respaldada por todos los bloques parlamentarios y quedó sancionada definitivamente, en el marco de una sesión especial impulsada por el Frente para la Victoria.El entonces diputado por la Coalición Cívica y hoy Ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, dijo al culminar la sesión que respaldaba la iniciativa y que su bancada veía “con beneplácito la constitución del organismo”, ya que se trataba de “un instrumento adecuado para obras de infraestructura y desarrollo” aunque consideró “no es un vehículo para mitigar la crisis internacional”. La iniciativa también recibió el respaldo del PRO a través del diputado nacional Federico Pinedo, hoy presidente provisional del Senado, quien manifestó su acompañamiento al proyecto y consideró que con la creación del Banco del Sur “vamos a ganar prestigio y liderazgo político en la unificación de la integración sudamericana”.Si se toman en cuenta las recientes palabras de los que hoy son funcionarios y o legisladores del presidente Macri, la institución financiera del sur seguirá en agenda del actual Gobierno. Pero la visión de integración será ampliada más allá de Sudamérica, hacia regiones que el kirchnerismo optó por no tomar en cuenta.Al respecto, la flamante Canciller argentina Susana Malcorra explicó el nuevo rol de Argentina con el mundo y sus aspiraciones en política exterior: “La idea es hallar una política de Estado que represente a todos los argentinos. Hay que lograr que sea una política que represente al país en su potencialidad y enorme capacidad creadora. Es una plataforma de integración y hay que usarla no dejando nada de lado”.“Hay que ver las cosas que le sirven a la Argentina y usar el trampolín que las distintas asociaciones tienen. Mercosur, Unasur, Unión Europea, Estados Unidos, China, África, el Pacífico, todas son oportunidades. El objetivo es que Argentina pueda trabajar bien y conectada con el mundo para que se abran nuevos planos que den mayor trabajo a la gente”.Como dijo la canciller: “Vamos a desideologizar la política exterior, la política exterior es una herramienta, sin ninguna exclusión. Tendremos cosas en común con los países con los que nos relacionemos, pero también tendremos diferencias. Pero montarse sólo sobre las diferencias es restringir nuestras oportunidades. En nuestro tablero están todos los países, todas las organizaciones regionales. En estos últimos doce años se ha planteado todo desde la dicotomía, blanco o negro, pero la realidad está llena de matices. No haremos de las diferencias el único elemento de nuestra relación con el mundo”.Por lo que exponen los funcionarios, Argentina no dejará de lado esa “mirada hacia adentro” forjada en la década pasada por el anterior gobierno, pero al mismo tiempo tiene intenciones de volver a dialogar con el mundo desde una posición desideologizada, en la búsqueda de beneficios mutuos. ¿Y los aportes?La creación del Banco del Sur implicaba un aporte inicial de la Argentina de 400 millones de pesos que iban a ser previstos en el Presupuesto 2012. Argentina, Brasil y Venezuela, como miembros fundadores de peso, suscribieron acciones Clase A por 6 mil millones de dólares, en una proporción de 2 mil millones cada uno, que iban a ser aportados en un plazo de cinco años, con un equivalente a 400 millones de dólares por año. Ecuador y Uruguay, en tanto, suscribieron acciones en una proporción menor, de 400 millones de dólares, y Bolivia y Paraguay, a razón de 100 millones cada uno. Sin embargo, iban a tener la ventaja de poder integrar el capital en un plazo mayor, de diez años. El plan de fondo quedó designado desde los inicios pero no se conoce con certeza si los capitales fueron integrados.Al respecto, a mediados de noviembre pasado, el senador uruguayo Luis Lacalle Pou realizó un pedido de informes dirigido al Ministerio de Economía y Finanzas de su país.Lacalle Pou solicitó saber cuánto dinero había aportado Uruguay desde la constitución del banco y si el país tiene previsto llevar adelante nuevos aportes. En caso afirmativo, también solicitó que se diera cuenta de los montos y de las fechas en que se llevarían a cabo estos desembolsos.También reclamó que le informaran si Uruguay había hecho aportes que no fueran dinerarios, y que en caso afirmativo le dijeran en qué consistían los mismos.Además, pidió que se le informe si Uruguay debió garantizar durante el Convenio Constitutivo los montos que iba a aportar, y en caso afirmativo indicar a cuánto dinero alcanza ese compromiso.Finalmente, Lacalle Pou pidió saber también quiénes eran los candidatos a directores para el banco que propuso cada uno de los países, incluido Uruguay, cuáles eran los montos que habían aportado los otros países al Banco y si se tenía “conocimiento de los avances de Brasil y Paraguay para ratificar el Convenio”.Por Lic. Hernán Centurión





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