La Misión Jesuítica de Trinidad es el más importante vestigio histórico de la época Jesuítica en suelo paraguayo.Por ser una de las construcciones en pie más imponentes de aquella época, es posible apreciar allí el esplendor de la arquitectura romana, además de que también permite imaginar cómo pudo haber sido la vida de los aborígenes, la plaza, la iglesia mayor, los claustros, la casa de los sacerdotes… Las antiguas construcciones, levantadas con rocas de arena prensada, siguen desafiando al tiempo y eso es lo que sorprende y llama tanto la atención de los visitantes.Trinidad se funda en 1706, a partir de una “relocalización” de la reducción que se encontraba en San Carlos (Corrientes) y a razón de que era constantemente asolada por los brasileños y esclavistas y se decidió la migración. Un grupo de exploradores parte de allí con la misión de hallar un lugar fértil para poder reiniciar. Como el pueblo era muy grande, tuvo que dividirse, y a lo que actualmente es la ciudad de Trinidad llegaron 608 familias conformadas por 1.629 personas, quienes era nativos ya evangelizados y formados para el trabajo de construcción. Así y todo les tomó más de 50 años construir la obra y pudieron disfrutarla cuatro años, por la expulsión de los jesuitas en 1764.En total se construyeron 21 pabellones para las familias aborígenes, de las cuales sólo quedan en pie diez. Once pabellones se perdieron a causa del paso del tiempo, derrumbes y también extracción del material, acción que recién se prohibió en 1990, tras la declaración como “Patrimonio de la Humanidad” de la Unesco.Lo que se dice, porque fue transmitido de boca en boca, es que las bases del colegio histórico de Trinidad, situado a una cuadra de las instalaciones de la reducción fue hecho con rocas del lugar. De hecho, se habla del traslado de vestigios jesuíticos a 25 kilómetros y lo que hoy es la ruta sexta, que es el camino obligado para llegar a Trinidad, pasaba, en su primer trazado, a orillas de las reducciones.En la época de las expulsiones, sólo se tomó el procedimiento con los sacerdotes, no con los nativos. Como en este caso se tuvieron que ir los Jesuitas e ingresaron los Franciscanos y Dominicanos. A Trinidad llegaron franciscanos. Lo primero que hicieron fue derrocar al cabildo de los Nativos y lo segundo fue extraer el eje de la bóveda, pensando que estaba hueco y cargado de oro. Eso causa el segundo y definitivo desplome de la iglesia mayor cuyas paredes expuestas aún desafían al destino que se empecinó en borrarla.“En aquel entonces el paso por el lugar no estaba controlado, sucedía bastante de seguido que si algo gustaba a alguien, por así decirlo, se lo llevaba a su casa. Recién en el año 1980 se toma conciencia de que había que cuidar las Misiones. En 1985 comienzan las primera excavaciones a profundidad que se termina en 1990, tras la histórica visita de los reyes de España y la declaración de Patrimonio de la Humanidad”. El jefe de División de la Senatur, Edgar Paredes Segovia, recibe a PRIMERA EDICIÓN a quien brinda un pantallazo de algunos de los hechos trascendentales de esa Misión para designar, más tarde, a un guía para caminar en exclusiva junto a este diario, en los restos de un gran imperio que quedan en pie.La Declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1993 en Cartagena Colombia, fue posible luego de que expertos en la materia dictaminaron que Trinidad posee los vestigios en su estado más original posible del Paraguay, ya que las reducciones, si bien tienen una restauración ésta fue realizada con el protocolo arquitectónico para estos casos.El comienzoCon la llegada de dos sacerdotes jesuitas, un profesor en escultura y el arquitecto italiano Juan Bautista Primoli, que es quien había diseñado las Misiones, también se produce el arribo de las 608 familias. El objetivo fundamental de estos pueblos jesuitas fue la formación cristiana de los naturales y la extraer de las manos de los encomenderos a los guaraníes quienes en ese entonces ya eran sometidos. Con el trabajo de evangelización se les brindaba alfabetización y también una profesión. Fue evidente, por los vestigios del enorme trabajo realizado que fueron formados muy pero muy bien, inclusive en la capacitación administrativa de todos los aspectos de la vida y también de la música. Algo que en esta misión estaba muy arraigado y eso lo podemos rastrear hoy día con las esculturas de los ángeles músicos que todavía ilustran las paredes de la iglesia mayor. Todos los materiales para levantar semejante obra se extrajeron de la cantera Itá Cajón que estaba situada a unas siete cuadras del predio de las reducciones. Tal como publicó recientemente este Diario, se lo construyó con grandes bloques piedras en forma de cuadrado. A partir de la ubicación de las rocas prensadas en el lugar se iniciaba el proceso de tallado. “Una perfección de la arquitectura que todavía tenemos el privilegio de apreciar”, deslizó en medio de su relato Carlos Sotelo, guía y operador de luces y sonido, una función que se cumple a diario después de que baja el sol.“La piedra que se usó es arenisca prensada más adobe mezclado en pequeñas cantidades de cal que los jesuitas lograban conseguir proveniente de la República Argentina, a través de los trueque con hojas de yerba mate. Con el mismo sistema se conseguía hierro desde el Alto Perú. Precios y demás atractivosEl costo de la entrada es de 25 mil guaraníes para turistas extranjeros, que es un pase válido por tres días y también habilita el acceso para el espectáculo de luces y sonido. Con la misma entrada se puede ingresar al predio de San Cosme que está a 120 kilómetros de aquí. En la localidad los otros atractivos para recorrer son el parque Ita Cajón, la cantera de donde se extrajeron las rocas para levantar la misión, que es única en su tipo en la región. Un parque de más de 4 hectáreas de ambiente natural, precioso de ser visitada y la comunidad indígena Guavirami. Que también se puede visitar porque tiene un recorrido a través de la selva, para escalar un cerro. A siete kilómetros del centro de la ciudad. También dentro del circuito turístico y pintoresco para recorrer se encuentra Nueva Alborada. En la Municipalidad de Trinidad se trabaja para conformar una secretaría de turismo y enfocar el turismo regional con paquetes para cerrar un circuito que permita conocer la comunidad Guavirami, la cantera Itá Cajón y los restos de la reducción.El museoTrinidad, al igual que todas las reducciones del Paraguay posee un museo análogo para apreciar e imaginar como era la vida en las Reducciones. En todas, las obras se realizaron en base a un modelo estándar y esta tiene la característica de que las terminaciones se hicieron en base a la arquitectura romana. Su arquitecto, Juan Bautista Primoli, de origen Italiano fue quien quiso dejar así su impronta. Sin embargo no concluyó su obra, tuvo que trasladarse a la Misión de San Miguel y no lleg
ó a concluir lo iniciado en Trinidad. La bóveda mayor, que era originalmente una bóveda de piedra, cuyo peso era importante y no resistió, al poco tiempo tuvo el primer derrumbre después del primer techado, alrededor del año 1720. Los arquitectos que llegaron después fueron Antonio Vianessi y Giovanni Grimau completan el 95% del ambicioso proyecto. El predio, según se puede observar en la maqueta expuesta en el museo, se dispuso de la siguiente manera: Casas de Guaraníes en la parte de enfrente y también las viviendas de los costados de la plaza mayor, que contaban de siete a nueve habitaciones y cada habitación era habitada por una familia compuesta de cuatro o cinco integrantes. Totalmente techada con las tejas coloniales que se estilaban en construcciones de la época y los arcos de medio punto. También se encontraban impregnadas por los tréboles de cuatro hojas, un símbolo de éxito y de fe.





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