Señora Directora: Cuánto nos cuesta entender que debemos ordenar el consumo cuando sufrimos los efectos inflacionarios, principalmente en los productos alimenticios. Nos mal acostumbramos a comer de todo y es difícil dejar el puntual “asado del domingo”, regado obviamente con un buen vino. Comento que quienes han estado en una guerra saben lo que es pasar hambre y el rebuscarse para conseguir “algo para comer”, con un menú repetido y con pocas variantes. A los argentinos nos es difícil decir no a ciertos alimentos tentadores y somos capaces de gastar el último peso con tal de darnos los gustos, por qué negarlo. Por ahí deberíamos copiar estilos que han dado sus frutos en otros países y decidir en “no consumir lo que se considera costoso” o disminuir la cantidad. Los resultados pronto se verán, porque los comerciantes deberán tomar las medidas para no entrar en pérdidas, ni en desechar productos vencidos. Recordar cómo se consumía en décadas pasadas, cuando la carne se reemplazaba con el poroto negro o colorado y se hacía “charque”; las arvejas con un riñoncito picado “daba que hablar” y se terminaba satisfecho. ¿Gaseosas? Sólo en días de fiesta, cumpleaños, aniversario, después agua fría o algún jugo natural de limón o naranja. El vino patero era propio de algún vecino cercano y su consumo era moderado (lógico, alguno que otro borrachín existía). La mayoría tenía su huertita y hasta elaboraban su propio pan. Eran otras épocas diría más de uno, pero hoy se puede ordenar el consumo y entender que defender la economía significa elegir tanto el precio como cada artículo comestible. Ser organizado en la economía familiar no significa perder calidad alimenticia, sino demostrar capacidad de equilibrar las cuentas y no caer en situaciones nerviosas o de preocupación innecesarias que sólo afectan la salud. Siempre hubo desórdenes en los precios cuando se cambiaba de gobierno. Esto no es nuevo, entonces a ponerse de acuerdo en la familia y que cada integrante de la misma tenga la voluntad suficiente para mitigar los malos momentos. Caminar más y gastar menos combustible también ayuda a la economía familiar. Seamos sensatos y reconozcamos que podemos, si queremos, claro que sí. No olvidar de mirar la fecha de vencimiento.Juan FiscalPosadas (Misiones)





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