Trece días de competencia. 23 países participantes. 5 continentes presentes. Apenas fríos números que poco pueden cuantificar las sensaciones de los deportistas misioneros que representaron al país en la primera edición de los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas que se desarrolló en la ciudad de Palmas, en Brasil. “Fue una experiencia inédita, increíble”, señaló Dante Pigerl, director técnico del equipo de fútbol, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Palmas está ubicada a 2.700 kilómetros de Posadas y les llevó dos días y medio de viaje llegar a esta ciudad, sede de los primeros juegos. Para muchos de los deportistas de pueblos originarios fue la primera vez que dejaban sus casas y sus familias para adentrarse al poco conocido mundo de las competencias deportivas y para encontrarse con cientos de etnias que comparten una historia mundial en común. “Durante los días que duró la competencia hubo mucha espiritualidad e intercambio cultural entre ellos. Hubieron muchas actividades pensadas para propiciar la relación entre las diferentes etnias, estaban todo el día con otra gente”, señaló Pigerl. “Hubo un artesanato inmenso de todas las etnias de todos los países participantes, además de una muestra de huerta familiar indígena”, agregó. De la Argentina partió una delegación de deportistas con 56 integrantes de comunidades como la mbya guaraní de Misiones, del Chaco llegaron los Qom, de Santa Fe los Mocoví y de Tucumán los Diaguitas calchaquíes. También viajaron los dos encargados dentro del parlamento indígena, Ariel Araujo, encargado gubernamental y Heriberto Villalba, encargado de los caciques y Dante Pigerl, director técnico de la selección argentina de fútbol que participó de la competencia.Los JuegosEl desarrollo de los Juegos se pensó en etapas, con la intención de que se inicien el primer día y finalicen el último. De esa manera, se ahorrarían el hecho de que las delegaciones se vuelvan a sus casas una vez que queden eliminados de una competición. Hubo medallas y reconocimientos para todos, porque en juego estaba mucho más que el oro, la plata o el bronce. La organización los dividió en tres: los nativos de integración (arco y flecha, tiro de lanza, 100 metros llano, cable de fuerza, canotaje, natación, maratón 8,5 kilómetros y corrida de toros), los nativos de demostración (cada etnia preparó un juego representativo de su comunidad) y los occidentales (fútbol). “Hubo representantes argentinos en casi todas las competiciones”, destacó Pigerl. A la única que faltó un deportista nacional fue a canotaje. “Se arrancó con el fútbol, se jugaba día por medio porque participaron 33 equipos. El equipo argentino llegó a octavos de final después de salir primeros en el grupo, luego perdimos contra una etnia brasilera. El árbitro, también brasilero, nos jugó en contra”, dijo Pigerl entre risas. “Pero en todo momento se priorizó el juego antes que la competencia”. De las demás competencias, los representantes argentinos (vestidos con taparrabos y descalzos, su vestimenta tradicional) alcanzaron hasta semifinales, pero no pudieron coronarse. Su mejor participación fue cuando hicieron su presentación del manga, su juego nativo de demostración. “Fue lo más celebrado por los asistentes”, cerró.





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