Mariela aún se aferraba de sus pechos cuando un grupo de tareas la secuestró en Montecarlo. No fue la única ni tampoco sería la última, en Misiones y en el resto del territorio nacional. Apenas adolescente; aún amamantaba a su primogénita. Era la noche del 24 de marzo de 1976 y el país estaba convulsionado. Se encaminaba hacia una de las épocas más nefastas de su historia; con el golpe cívico militar que sumió a la Argentina en el caos y la barbarie.Nuria se llamaba aquella joven de 16 años; y aunque adolescente, asombraba por su conciencia y compromiso social.Quizás, probablemente, por ese motivo la secuestraron; por el trabajo comunitario y solidario que realizaba con la Iglesia Católica junto al padre José Czeherepack; que corrió la misma suerte que ella.O tal vez por su condición de presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal de Montercarlo.Nuria se llamaba aquella adolescente que a tan temprana edad conoció el frío de una celda y el sabor amargo de las libertades cercenadas.Pasaron 39 años de aquel episodio y en apariencia hasta los cuerpos han cambiado; pero no la esencia; el apego sin claudicaciones a las garantías constitucionales; a conceptos como la presunción de inocencia; a los derechos individuales y colectivos; al debido proceso…Aquella Nuria dio paso a esta; más sabia, más experimentada; aunque con cicatrices que le recuerdan lo vivido; los orígenes y la lucha.Nuria es su nombre; Allou su apellido y es la flamante jueza de Instrucción 2 de Eldorado; la misma que a los 17 años fue obligada a abandonar la provincia y a recluirse en algún pueblo perdido del sur bonaerense; la misma que a los 17 años festejó en la oscuridad de un calabozo el primer año de su primera hija Mariela.En una entrevista a solas con PRIMERA EDICIÓN, habló de aquella experiencia; de cómo contribuyó a su formación profesional; de su particular relación y lucha a favor de los Pueblos Originarios y de cómo trabajará para revertir la mora judicial que afecta al Juzgado de Instrucción 2 del que es titular.¿Cómo fue su experiencia con el Golpe de 1976?Fui detenida el 24 de marzo de 1976, a las 20 aproximadamente. En agosto cumplía 17 años. Yo sospechaba que me iban a detener porque hacía trabajo social con la Iglesia Católica que estaba a cargo del padre Czeherepack, que fue arrestado ese día, a la mañana. Además, era presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal de Montecarlo. Tenía todo el bagaje de la reforma educativa de esa época que se había hecho en Misiones, resultado de dos encuentros que se habían hecho con estudiantes de todo el país. Los estudiantes secundarios discutíamos qué teníamos que estudiar; desde la visión de un país periférico del poder económico central. Creo que el Golpe atacó Montecarlo porque fue sede de esos encuentros. ¿Cuánto tiempo estuvo privada de su libertad? ¿Fue torturada?No. Estuve en sede policial; los hombres habían sido llevados a Gendarmería Nacional. Y después de la medianoche (del 24) nos trasladaron al Escuadrón de Eldorado, a disposición del Ejército. A las mujeres nos pusieron en un sótano que todavía existe. Paso todos los días y veo la ventana de ese lugar. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos detenidos, pero recuperamos la libertad de a poco. Pero al poco tiempo nos detuvieron nuevamente, a disposición del Ejecutivo.Cuando Kirchner (Néstor, expresidente de la Nación) levantó el secreto de lo que pasó, encontró en Internet el decreto de mi detención. Estaba hecho a máquina todavía. Encontré el primero y de las distintas veces en que me volvieron a detener. Era un listado en que, entre otros, estaba la doctora Carmen Argibay, que después fue mi profesora en Criminología. ¡Cómo es la vida! Allí estábamos todos los que fuimos detenidos, salvo el esposo de Norma Ramos; Rodolfo, que fueron mis maestros de 4º, 5º y 6º grado; el padre Czeherepack y los profesores de la secundaria. Los estudiantes arrestados fuimos Daniel Verón, que ahora trabaja creo como empleado bancario en Posadas, y yo. Creo que a Daniel lo llevaron porque era sobrino de Maercker, un personaje místico que nos había enseñado a pensar. En el decreto de Videla (Jorge Rafael, presidente de facto tras el Golpe del 76), yo estaba en el número 72. ¿Hubiera sido una acérrima defensora de los Derechos Humanos si no atravesaba esa experiencia? Cada vez que retomaba la escuela secundaria me detenían a disposición del Ejecutivo, eso me marcó. Jamás firmé una resolución en la que me notificaran que me levantaban la libertad vigilada. Sí me notificaron de la detención.¿Quedan secuelas?Yo me fui de Misiones porque tenía miedo; me fui a encerrarme a un lugar del sur de Buenos Aires; ayudada por familiares. Estaba detenida cuando mi nena cumplió un año; tenía mucho miedo. Ella, por ejemplo, hasta hoy padece el síndrome del abandono. Y producto de la libertad después quedé embarazada de mi hijo varón. Me fui de Misiones porque tenía claro de que aquí no iba a poder estudiar.? Esperé que mis hijos estuvieran más grandes y cuando el varón cumplió cinco, terminé la secundaria en el liceo para señoritas de Callao y Corrientes, donde era profesor Haroldo Conti, que estaba desaparecido. ¿Después de esa experiencia adquirieron otra dimensión conceptos como garantía constitucional, principio de inocencia…?Tienen un valor fundamental porque lo viví en carne propia. Siempre preguntaba por qué me detenían y no tenían respuestas. ‘Es una orden’, me decían. No habían garantías. Es más, se suspendió la Constitución.¿Si no era secuestrada en la Dictadura hubiera sido menos garantista?Yo creo que no. Cuando decidí ir a la Universidad, lo hice junto a un periodista de DyN acreditado en Casa de Gobierno. Era de Montecarlo también, Leonardo Vargas. Nos inscribimos en Abogacía porque los dos queríamos luchar por los derechos. Cuando vivíamos en Buenos Aires hicimos de apoyo a familiares de detenidos que viajaban desde Misiones a verlos. Los alojábamos en mi casa y en la de él también. Hicimos de hotel para los misioneros que iban a reclamar por los derechos de los que todavía estaban detenidos.Cuando ingresamos a Abogacía, no sabía si estudiar derecho laboral, que era lo más social que había, o penal; hasta que conocí la cátedra de Zaffaroni. “Esto es lo mío”, me dije y me formé con el doctor Raúl Zaffaroni.Sólo en lo que va de 2015, la Tercera Circunscripción Judicial, cuya cabecera se encuentra en Eldorado pero incluye también al Instrucción 3 de Puerto Iguazú, se transformó en la que contabilizó el mayor número de homicidios en todo el territorio provincial. Suma, hasta ahora, 21 asesinatos.Revertir la mora judicialEn lo que va de 2015, Eldorado en particular se catapultó como la de mayor número de
homicidios en lo que va de 2015. Al menos hasta el 31 de octubre pasado, esa jurisdicción contabilizó catorce crímenes. Siete corresponden al Juzgado de Instrucción 1, a cargo del magistrado Roberto Horacio Saldaña, y la otra mitad, al 2 de Nuria Allou.Hete aquí que como Allou se desempeñó como defensora oficial hasta poco antes de asumir de jueza, intervino en muchas de esas causas razón por la que no podrá hacerlo en su nueva función.Es más, ya se inhibió en la gran mayoría de ellas, razón porque pasarán a manos de Saldaña, quien está al tanto de ellas porque las analizó como juez subrogante. “El abordaje distinto con los originarios”Cuando la Comisión de Asuntos Constitucionales, de la Cámara de Diputados de Misiones, aprobó el pliego de Nuria Allou como jueza de Instrucción 2 de Eldorado, había un grupo de caciques que la esperaban para expresarle su satisfacción.¿Por qué tanta aceptación? Me especialicé en Derecho Indígena sobre todo en base al Convenio 169 de la OIT, para su defensa en causas penales. Fue un reconocimiento porque todas las causas con aborígenes me tocaron a mí por casualidad. Comparto mucho con ellos, cuando me permiten. Llego hasta dónde me dejan, porque ponen sus límites. Trabajé con la aldea Fortín Mbororé y con la de Pozo Azul. En esta me di cuenta, lo viví, de lo que expresa el Convenio 169; de que para ellos la propiedad privada no existe; es colectiva. Lo viví por ejemplo cuando fui a la escuela, donde los alumnos entran y se sientan en cualquier lugar; agarran cualquier lápiz o cuaderno; no hay ‘mi lápiz’ o ‘mi cuaderno’. Y esto tenés que observarlo para darte cuenta de sus valores; porque sino después es muy difícil hacer una evaluación. Veo la necesidad de que los jueces apliquen el Convenio para poder ser justos en la valoración de los hechos; de sus dichos, en las respuestas que dan en los juicios orales. El abordaje tiene que ser totalmente distinto con respecto a los pueblos originarios porque sus valoraciones son distintas”.





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