Bien cierto es que nadie muere mientras se lo recuerde. La muerte es la desaparición física, no la desaparición del sentimiento que une a las personas, no importa donde se encuentren los seres que amamos, si a cinco mil kilómetros de distancia, en el otro extremo del planeta o en el mundo del espíritu, ellos viven con nosotros y en nosotros.El 2 de noviembre es una fecha de festejo, de recuerdos, de remembranzas, normal que aparezca la nostalgia, como la risa, los enojos, los reclamos y los agradecimientos a los seres que están en espíritu y en nuestro corazón.Como nos sintamos en este día, depende de nosotros, de nuestra actitud y de lo que hay en nuestro corazón, de los recuerdos que tengamos. Si creemos tener culpas o reclamos será un día triste.Si estamos en paz será un día de oración, de encender una vela en nombre de ellos, de tomar unos breves minutos para agradecer los buenos momentos.Te sugiero un ejercicio para este día:Te sientas cómodamente en una silla, con la espalda derecha (sin forzar) y haces una inspiración profunda, sin hacer ruido. Cuando exhalas ordenas a tus músculos que cedan de una sola vez, soltándose a la gravedad de la tierra.Imaginas que estás parado en un acantilado sujeto con un cinto plateado a la altura de tu pecho y das un salto al vacío, sin miedo porque estás sostenido por este cinto plateado.Estás libre de todas las preocupaciones y ocupaciones del momento.Este salto te libera de todos tus pensamientos, ellos se desprenden al saltar y aparecen nuevas imágenes, sonidos, colores, olores.Con el poder de la imaginación, la inteligencia creativa, enciendes una esfera en el centro de tu frente y comienzas a irradiar una luz tenue que sale hacia ambos hemisferios cerebrales.Esta luz ilumina todo tu cerebro; son rayos luminosos que salen de ti. Con ella vas al encuentro de tus recuerdos más profundos, buscas los nombres de los seres que viven en el mundo del espíritu, en la casa de Dios o en el Universo, mundo espiritual, no importa como nombres a este sitio, es un sitio sagrado. Como decía Jesús, en la casa de mi Padre hay varias moradas.Has activado una conexión con la parte divina tuya y la del ser querido, de forma respetuosa, consciente y dejas salir todas tus intenciones para quien estás recordando, el deseo de paz, luz, armonía, agradecimiento, incluso disculpas, si hay temas pendientes entre ustedes, todo lo que tu corazón quiera expresar.Mantén durante un tiempo tu atención en este proceso, hasta sentir que ambos espíritus se han fusionado en una sola red de luz.No te retires sin despedirte, agradeciendo el poder expresar tu amor, y vuelves la atención a tu cinturón plateado.Respiras profundo, vuelves a pararte en la cima del acantilado, cierras la luz del entrecejo, y te quedas por unos segundos sentado.Recomendación: puedes leer y grabar con tu vos el ejercicio para seguir los pasos.Colabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación. [email protected]





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