Hablamos por variadas razones, desde enseñar o para demostrar algo, hasta engañar o descalificar a alguien, para agradecer o pedir, hasta decir algo profundo o mostrar nuestra ignorancia diciendo incoherencias como la mayoría de los políticos.También hablamos para opinar, para cambiar algo o dejar todo como está, para expresar sentimientos o cubrirlos, hasta aliviar a alguien o agregarle un pesar, para demostrar lo estúpido o sabio que somos, hasta agredir o resguardar.Siempre hay emociones y sentimientos con que acompañamos las ideas habladas, ellas no van en forma chata e inexpresiva, y los sentimientos al hablar curarán o enfermarán a otros y a nosotros mismos.Si logramos hablar o escribir sobre nuestros problemas, mejorará nuestra salud física, psicológica y espiritual, en forma particular y social; e influenciará en el que las lee o escucha, como quien expresa estar enamorado que alegra a todos a su lado.Hablar o escribir sobre un problema nuestro, altera la manera de cómo ese problema se representa y comprende nuestra mente, cambiando nuestras ideas y nuestro cerebro físico, como aquel que extraña a un ser querido fallecido.Al hablar expresamos un sentimiento y nos desahogarnos, observamos lo que nos devuelve la persona que nos escucha, como cuando increpamos a alguien del ¿por qué me engañaste?Los oyentes nos pueden devolver entendimiento, confusión, interés o aburrimiento, desagrado o molestia, burla o intriga, una respuesta sabia o insultos.Una idea expresada con sentimientos es como pintar un cuadro, delineando su dibujo, colorearlo y exponerlo a la opinión de otros; aunque ¡Nunca! vamos a estar totalmente seguros que los observadores vean de igual forma el cuadro que pintamos.Hay cosas fáciles de entender como ¡Mañana viene mi novio al que amo mucho!, donde entendemos el significado de que alguien viene mañana; pero ¿cómo medimos la intensidad de ese amor? Siempre recurrimos a nuestra propia experiencia guardada sobre el amor, y compararla a lo que expresa la persona.¿Pero qué pasa si el oyente no amó a nadie y sí odió mucho? Indudablemente su poder de comparación va a ser muy pobre e incompleto, como aquel que de niño fue abusado y violentado. También nos comunicamos escribiendo cartas, correos electrónicos, libros, investigaciones, o artículos, como lo hago yo con estos artículos; pero sin duda serán más limitadas donde se perderán elementos valiosos como gestos, miradas, olores, silencios, dudas y firmezas.Escribir tiene ventajas, pues podemos meditar y recontra meditar sobre lo escrito, podemos rectificar y pensar una mejor opción para explicar, hasta adecuar de la mejor manera posible lo que pensamos, pero no tendremos una respuesta inmediata a lo expresado.Al hablar podemos hacerlo frente a conocidos, amigos, familiares, laicos, religiosos, profesionales, desconocidos, capacitados o no; lo importante es saber interpretar las características de quien está frente nuestro para tener cierta certeza de ser entendidos, como un docente lo sabe hacer frente a sus alumnos.Otro elemento a tener en cuenta es que el que habla conozca sobre el tema, y pueda describirlo correctamente con sus palabras, teniendo claros los sentimientos a expresar, si le producen tristeza o enfado, rencor o desprecio.Investigaciones actuales consideran que hablar sobre un problema es una “catarsis o alivio”, término utilizado para describir una purificación emocional, corporal, mental y espiritual, pues elimina parte de lo que nos sobra o molesta.En la antigua Grecia cuando se escenificaba una “Tragedia” como obra de teatro, cuyo tema principal por ejemplo era el “orgullo desmedido”, según Aristóteles, el espectador se “purificaba” de sus propias bajas pasiones u orgullo, al verlo proyectado en los personajes teatrales, observando el castigo merecido e inevitable de esas pasiones, aunque sin experimentar el castigo en carne propia.El espectador al involucrarse en la “Tragedia”, experimentaba dichas pasiones junto a los personajes, pero sin temor a sufrir sus efectos, por lo que después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final.El iniciador del psicoanálisis, S. Freud y sus seguidores, retomaron el concepto de “catarsis” que se siente al hablar sobre un problema, como la sensación de alivio que se tiene luego de expresar y recordar una emoción o recuerdo reprimido y olvidado. Esto produciría el desbloqueo súbito, pero con un impacto duradero, permitiéndonos entender mejor esa emoción o evento, y hablar sin temor, como cuando cuenta alguien las agresiones de su infancia. De igual forma al hablar con otros, como los familiares, amigos, tutores, consejeros o profesionales sobre nuestras pasiones y errores, ayuda y alivia, no es un acto de magia por medio del cual va a desaparecer todo lo preocupante, sino que podremos compartir la carga emocional con otros, existiendo alguien más para ayudarnos a encontrar soluciones. El hablar y escribir cura porque concretamos una idea al pensar en voz alta, eligiendo uno de entre los innumerables pensamientos perturbadores agolpados en nuestra mente, para concentrarnos y concretar uno. También al hablar podemos escuchar lo que pensamos, pudiendo así hacernos una autocrítica de nuestros pensamientos, ratificando o rectificando lo dicho.Hablando producimos un impacto en el medio ambiente, en los que nos rodean y en nosotros mismos, fenómeno que se llama “recurrencia o fenómeno del bucle”, pues lo que decimos nos cambia a nosotros mismos modificando nuestros significados y nuestro cerebro físico.Al hablar con palabras embebidas de sentimientos, emociones y valores, podemos revalorizar los recuerdos, y además disfrutamos del sentimiento de libertad al expresarlo, además sabemos interiormente si decimos la verdad o no, edificando así nuestra personalidad sobre la verdad o mentira, dándonos seguridad o inestabilidad, una máscara o una cara transparente, como cuando digo que amo u odio a alguien.Hablar es un acto individual y social a la vez, que usa signos sonoros, gestos, señas y signos gráficos, ayudándonos a transmitir experiencias, sabiduría e ignorancia, usando también otros idiomas para comunicarnos como las señas, gestos, miradas, olores, el tacto o caricias. Hablando mostramos la calidad de nuestros pensamientos, por lo que debemos asegurarnos que “el buen razonamiento y crítico” guíe nuestros dichos, ya que se escuchan decir tantas tonterías.Por J. L. Bazán – MédicoDeseo tu opinión: [email protected]





Discussion about this post