La pasión por el río hizo que Adrián Palamarchuk (30) pudiera conjugar su afición al canotaje y su trabajo en el astillero como si no significara esfuerzo alguno. Lo que comenzó casi como una travesura adolescente junto a su primo Alejandro Altenhofer desembarcó en lo que hoy es su forma de vida, en el barrio San Marcos, de Posadas.A los 15, ambos eran alumnos de la Industrial y formaban parte de la Escuela de Canotaje cuando se propusieron confeccionar la primera pala y así poder remar. “Emprendimos el desafío porque queríamos competir con palas olímpicas. Probamos una con fibra de vidrio, salió muy pesada. Buscamos información en Internet y empezamos a ver la matricería, las piezas”, contó el protagonista. Tras varios ensayos encontraron la manera para prensar una pala y eliminar los gases o poros que quedan en la estructura, alivianando peso para que la pala sea firme. Surgió la venta de una, otra, lo que fue dando forma a un negocio. “La gente se enteraba que sabíamos manejar la fibra de vidrio y empezamos con los parches en embarcaciones. Fue como una apertura. Comenzamos a hacer parches en piraguas, lanchas y fuimos capacitándonos durante varios años” hasta que los caminos se abrieron.Palamarchuk se dedicó a la fibra de vidrio y todos los años se agrega objetivos. Tuvo la oportunidad de trabajar para el Comité Ejecutivo de Desarrollo e Innovación Tecnológica (Cedit) al construir una canoa ecológica de ocho metros de largo que es propulsada con energía solar, con dos motores eléctricos y el techo con paneles solares. Esa experiencia generó una apertura al nombre de la marca. En 2003 egresó de la Epet N° 1 y empezó en un taller muy pequeño, en 2006 se mudó al garaje de su papá, y fue creciendo hasta llegar a las instalaciones con las que cuenta. Empezó a producir en serie piraguas, kayaks, y la próxima meta es la comercialización tanto dentro como fuera de Misiones.En el astillero se dedican exclusivamente al taller y trabajan con turnos. Son muy específicas las tareas que se desarrollan afuera, como es el caso del revestimiento interior de un barco, cuyo traslado hasta las instalaciones de Palamarchuk no se justifica ya que distan a unos diez kilómetros del agua. “En esos casos lo hacemos en el club. Se preparan las piezas en el taller y luego se trasladan. Logramos un interior muy bien terminado con yelco, que es una pintura náutica blanca que con solo pasar un paño queda impecable. Apuntamos a hacer trabajos de calidad superior. Con las compras que hacemos a Buenos Aires ganamos varios cursos y siempre los aprovechamos, viendo que es lo que se puede aplicar en tecnología”, comentó.Como aficionado al canotaje, apuesta mucho a las escuelas y el taller está enfocado al servicio del palista o remero. Pensando en ellos la propuesta para el verano es la confección de botes a remo. Esto además de lo que compete a lo que es fibra de vidrio (pisos de lancha, espejos, reparaciones en general de yates y cruceros).Un deporte en crecimientoPalamarchuk reconoció que después de la tragedia del Paraná hubo un bache muy grande en el canotaje. Un año después de lo ocurrido no les permitían reabrir las escuelas. Fue el municipio el que comenzó a incentivar la actividad nuevamente. Como a otros profesores, le propusieron abrir la jugada en forma recreativa. Y entre los profesores se propusieron “no salir del agua sino a conocerla”. Fue así que hicieron un combo de piraguas y tráilers y empezamos en la laguna del IPLyC SE. Luego se trasladaron a El Brete, que es donde funciona la escuela. Empezaron con diez chicos y ahora tienen 32 inscriptos. Trabajan con chicos con capacidades diferentes y avanzan con la escuela de adultos para afianzar más el deporte, con muy buen resultado. “Hace dos años, en la primera temporada de verano, tuvimos 120 adultos. En la siguiente, ofrecimos el servicio de la escuela de niños que también dio un vuelco muy grande. Los padres traían a sus hijos y remaban en familia. Hoy, después de dos años es un pulmón que trabaja a la par nuestra. Por segundo años competimos en un campeonato en el NEA, con tres fechas en el año. Hace un mes se corrió la segunda fecha del regional y albergamos a 210 palistas”, manifestó entusiasmado. Entiende que el crecimiento se notó y se seguirá notando porque se redoblan las apuestas. En un mes se inaugurará el club Río Paraná, que estaba desaparecido por la suba de la cota. “Nos cedieron el terreno, invertimos y este verano podemos dar clases en un club más. Son cinco clubes los que trabajan. El deporte creció muchísimo”, aseguró. Eso los impulsa y hace que expandan ese entusiasmo al interior de la provincia. La idea de Palamarchuk es que Puerto Rico vuelva a armar su escuelita. También quiere que Candelaria pueda explotar su laguna. Cree que Misiones tiene lugares impresionantes para emprender la actividad pero resta “transmitir conocimientos a la gente del lugar y que se hagan las cosas bien de entrada para evitar inconvenientes”.Uno de los objetivos que tiene en mente para el año venidero es ofrecer a los municipios cursos de reparación de sus propios botes y cursos de entrenadores y preparadores físicos en canotaje. A los 14 años comenzó con canotaje y nadaba. “Me vino muy bien en la adolescencia y eso me aferró tanto al deporte. Tuve la oportunidad de llegar a la fase olímpica, al entrenamiento de alto rendimiento y si bien no integré la selección tuve varias experiencias en campeonatos nacionales. Por llegar a esos logros, quiero dejar algo a cambio y lo más lindo es ver como tus alumnos crecen año a año”, dijo este apasionado del río que imparte enseñanzas desde hace diez años, que además es entrenador y guardavidas, que realizó numerosos cursos y una preparación específica que efectuó en Santa Fe, en aguas abiertas.Fibra, muy poca maderaLas embarcaciones tuvieron un antes y un después del naufragio. Desde el 2007 a 2009 tuvieron un auge importante y como industria crecieron considerablemente. “Tras la tragedia hubo un parate y la mayoría de los que nos dedicamos a esto nos venimos un poquito para atrás. Tuve que cerrar las escuelas Río Paraná y Pirá Pytá, y acá la producción bajó muchísimo. Luego volvió el auge tanto para embarcaciones como en la disciplina”, comentó.Confió que están ingresando muchas embarcaciones nuevas (lanchas tipo tracker, de paseo, yates, cruceros) pero en Misiones “faltan y mucho servicios como marina, falta reforzar más las defensas en las marinas, que una embarcación permanezca en el agua y esté segura”. A su entender, tanto en el Yatch Club Posadas como en el Pirá Pytá “hay dos problemas graves porque la defensa que construyó la EBY no está resuelta, entran muchas olas y lastiman mucho a los botes. Eso hace que el náutico deje de invertir y evite dejar los botes en el agua que es lo que más continuidad otorga al deporte y al comercio náutico. Es un impedimento que siga creciendo más o en un mayor porcentaje año a año”. Admitió que creció mucho en embarcaciones
chicas, lo que es “traileable”.Observan esa realidad mientras realizan reparaciones, incluso en las embarcaciones nuevas. “Así como se hacen retoques, modificaciones, hay clientes exigentes que piden un poco más de calidad y muchas veces se animan a cambiar algo de lo que vino nuevo”, relató.Según Palamarchuk, es tradición trabajar mucho con madera pero que surgieron los botes de fibra de vidrio porque tienen una mayor vida útil.Desde hace dos años brindan solamente la opción de fibra de vidrio. “No hacemos más en madera por una cuestión de garantía y de tiempos, además porque cuesta mucho conseguir madera buena y seca. Colocamos un fenólico separa la cuaderna con el final del piso, y tiene la opción de poner un piso totalmente de fibra yelqueado que queda blanco muy fácil de limpiar. Ahí está la diferencia de precios. Por lo general el cliente elige el piso más costoso pero que es eterno y carece de problemas de mantenimiento. Otros aún prefieren el piso más económico, al que le damos una garantía de cuatro años. La fibra de vidrio es un componente que se usa siempre por una cuestión de estructura. En Misiones falta desarrollar muchísimas cosas en fibra y creo que somos uno de los que propulsamos la fabricación en serie. El objetivo final es dedicarnos a producir”, explicó el empresario, que recibió una oferta para formar parte del Parque Industrial de Posadas.Lo más comúnLa avería más común es la rotura de casco, ocasionado por una piedra o una caída, también un espejo o un piso flojo. Cuando se empieza a descomponer la madera y comienza a ablandar el casco, lo desarman y reemplazan por material compuesto. También hacen reparaciones en general, pintura exterior de casco o cubierta, cambio de herrajes, gráfica y calcomanías para cambiar la visual de la lancha. Se instalan butacas, accesorios, techitos, mesa para picar carnada, entre otras demandas del cliente.Otros proyectosAdemás de las canoas solares que se utilizan tanto en la Reserva Yabotí y en los Esteros del Iberá para el avistaje de aves (es insonora, no deja estela, no contamina), también tuvo la posibilidad de hacer su aporte a la piscicultura. Junto a su equipo, confeccionó 15 incubadoras de peces de 50 y cien litros para la cría de alevinos, y una transportadora de peces para mil litros de agua.





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