Estados Unidos prolongará su presencia militar en Afganistán hasta, al menos, el final del mandato del presidente Barack Obama, en enero de 2017, informaron ayer medios estadounidenses.Con esta decisión, Obama incumple su promesa de terminar la guerra en el país asiático durante su mandato y pasa la resolución del conflicto a su sucesor.Obama anunció ayer que prolongará la presencia de la participación de Estados Unidos en un conflicto que dura ya catorce años, según fuentes oficiales citadas por los medios.Estados Unidos mantiene una misión de combate en Afganistán con una dotación de 9.800 soldados que tenía previsto permanecer en el país en principio hasta final del año.Según los nuevos planes de Obama, la mayor parte de estas tropas, unos 5.500 efectivos, permanecerán en el país asiático durante todo 2016 y comienzos de 2017.Algunos de estos efectivos continuarán haciendo labores de entrenamiento del ejército afgano, mientras parte del contingente se dedicará a localizar a yihadistas de Al Qaeda, Estado Islámico y otras organizaciones terroristas que operan en la zona, según las fuentes.Además de Estados Unidos, la Otan cuenta con alrededor de 4.000 militares en tareas de asistencia y capacitación en Afganistán, aunque sin mandato para entrar en combate. Las medidas adoptadas por Estados Unidos se producen en un momento de creciente violencia en el conflicto que sufre Afganistán, después de que los talibanes hubieran llegado a controlar la emblemática ciudad de Kunduz, en el norte del país. Los insurgentes ocuparon a comienzos de octubre Kunduz, durante tres días, en lo que supuso su mayor logro militar desde la caída del régimen talibán en 2001 tras la invasión de Afganistán, y el pasado día 11 anunciaron su retirada definitiva de la ciudad.Los enfrentamientos por la toma de Kunduz causaron al menos la muerte de 500 talibanes y 80 civiles y heridas a unos 600 integristas, y unas 100.000 personas huyeron de la ciudad, según fuentes oficiales que no detallaron las víctimas entre las tropas afganas.Nuevo planLa estrategia actual contemplaba la reducción de los 9.800 soldados presentes en Afganistán a partir de mayo de 2016, con el mantenimiento de una fuerza residual en 2017 de unos 1.000 militares cuyo objetivo principal iba a ser garantizar la seguridad de la embajada estadounidense en Kabul.Bajo el nuevo plan que el presidente tenía previsto presentar ayer en la Casa Blanca, esos 9.800 soldados se quedarán hasta finales de 2016 en Afganistán. Después se reducirán a 5.500 efectivos, un número que permanecerá en el país más allá del final del mandato de Obama.Algunos de estos militares continuarán haciendo labores de entrenamiento del Ejército afgano, mientras parte del contingente se dedicará a localizar a yihadistas de Al Qaeda, Estado Islámico y otras organizaciones terroristas que operan en la zona, según las fuentes. Funcionarios del gobierno empezaron a insinuar los cambios hace semanas, al advertir que la situación en el terreno ha cambiado desde que Obama tomó la decisión inicial, hace dos años, de acelerar el retiro de las fuerzas. La Casa Blanca cuenta además con un aliado más confiable en el presidente afgano Ashraf Ghani que en su veleidoso antecesor Hamid Karzai.“El relato de que nos vamos de Afganistán es contraproducente”, dijo el secretario de Defensa Ash Carter el miércoles en un discurso a la Asociación del Ejército. “No lo hacemos, no podemos y hacerlo sería renunciar a aprovechar los éxitos obtenidos últimamente”.Crimen de guerraSi bien las fuentes dijeron que la política para Afganistán estaba siendo revisada desde hace meses, la decisión de Obama de dejar en el país más fuerzas que lo previsto se vio reforzada cuando milicianos del Talibán tomaron la estratégica ciudad norteña de Kunduz a principios del mes pasado, lo que dio lugar a una batalla prolongada con fuerzas afganas en el terreno con apoyo aéreo de Estados Unidos. Un ataque aéreo que alcanzó un hospital mató a 12 voluntarios de Médicos Sin Fronteras y 10 pacientes.Recientemente el presidente estadounidense emitió unas disculpas públicas por el bombardeo realizado por tropas de su país a un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, en la región norte de Afganistán.El Ministerio de Defensa afgano había explicado los ataques aéreos al argumentar que los talibanes utilizaban la clínica como escudo, algo que MSF desmintió. A su vez, Washington había calificado el suceso como “un daño colateral”.





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