La última construcción de 32 viviendas de emergencia por parte de la organización Techo en Posadas, que se realizó bajo lluvia durante el último fin de semana, sacó a la luz historias de los beneficiarios que suelen pasar desapercibidas, pero que merecen ser contadas porque sirven de ejemplo de superación, de no claudicar ante la adversidad y que permiten a quienes hoy están sumidos en la incertidumbre saber que una mano solidaria puede cambiarles la vida si hay voluntad de ambas partes.Entre el barro y los charcos que se formaron al frente de su casa, el ir y venir incesante de los voluntarios de Techo, Patricia Yumg no duda en salir a hablar con PRIMERA EDICIÓN y señala a otros vecinos de su barrio (Manantiales), como “los más necesitados de acá”, señalando a Graciela Fernández, a quien “hay que darle una mano porque está sola junto a su hermano, ella es discapacitada y su hermano no tiene trabajo. Viven en una casilla que les llueve en todas partes”, traza rápidamente el panorama. Con esos datos y la llegada de la gente de Techo que ya había relevado a la familia Fernández, la obra empezó bajo la lluvia.Patricia Yumg fue una de las beneficiarias de Techo, hace un año y medio, recuerda y lo dice con orgullo. Detrás suyo hay momentos muy duros que debió soportar junto a su familia y rememora que su marido se accidentó, "se cortó las manos, no pudo seguir trabajando y me tuve que ir a vivir a lo de mi suegra con mis hijos. Gracias a Dios vino esta gente, yo sabía que era algo seguro porque vi que ya le habían construido la casa a otras personas. Tuve que sacar un préstamo para comprar un terrenito y luego vinieron y nos levantaron nuestra casita. Yo tuve que salir a trabajar porque mi marido no podía y así nunca bajamos los brazos para poder vivir, superarnos del mal momento que estábamos viviendo”.Yumg rescata que “la acción de los voluntarios es diferente, son chicos jóvenes que vienen con toda la buena onda, se ríen, están de buen humor, no protestan y eso que están donando su tiempo, son excelentes. A mis hijos, Lucas y Salomé, les hago ver que los de Techo trabajan gratis y para otras personas, porque para barrer el patio o hacerme algún mandado me piden monedas o dos pesos y deben tomar como ejemplo a esta juventud. Acá, al barrio vinieron muchos políticos e hicieron promesas pero nadie cumplió. Al pobre, a la persona que está necesitando eso le genera impotencia, porque te dicen que te van a hacer la casita y nadie viene más. Como es el caso de Graciela Fernández, nuestra vecina, porque su precaria vivienda se llenó de agua en las tormentas y nadie vino. Nosotros le pasamos comida, ella retira también del comedor, es una señora discapacitada que sufrió quemaduras en diversas partes del cuerpo en un incendio y tiene cierto grado de discapacidad. Por lo que sabemos no cobra siquiera una pensión y vive con un hermano que vive de changas”.Lo que rescata Yumg es que “hay quienes adelantan a partir de esto, como nosotros. Mi marido pudo cobrar el seguro tras su accidente y pudimos agrandar nuestra vivienda que nos dio Techo. Ahora le voy a ceder a mi hija la misma casita, porque ella tiene un bebé de seis meses. La esperanza no hay que perderla y acciones como las de los voluntarios deberían ser imitadas por muchos políticos”.





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