POSADAS. Con la versión brindada por uno de los siete acusados y presunto organizador de una banda de tráfico de droga, se inició ayer en el Tribunal Federal de Posadas el debate oral por la causa “Narcopolicías”, iniciada en abril de 2013, y que destapó el robo de ladrillos de marihuana bajo resguardo en una oficina de la comisaría Primera de Puerto Rico. “Me ofrecieron ser jefe de la Brigada de Investigaciones de Puerto Rico, tenía que dar un golpe grande y hacer caer a un investigador de la Prefectura primero, pero era una trampa”, afirmó Miguel Rojas, el oficial de policía acusado como “coautor de tenencia de estupefacientes para comercialización”. Fue detenido en su vehículo con 126 kilogramos de marihuana en un yerbal de Jardín América el 3 de septiembre de 2012. La droga era parte de cuatro toneladas decomisadas por la Policía seis meses antes en Ackermann, Capioví.Miguel Rojas rompió el silencio ayer ante los jueces Norma Lampugnani, Mario Hachiro Doi y Manuel Alberto Jesús Moreira. Fue procesado junto a cinco de sus camaradas, Oscar Javier Merlos, Pedro Fernando Betancur, Aníbal Sergio Benítez, Sergio Inocencio Esquivel y Milcíades Benítez y al albañil Diego Rojas, presunto contacto para efectuar la venta de la droga que debía permanecer bajo custodia en la seccional Primera de Puerto Rico.El oficial Rojas declaró, luego que a su defensor, Ricardo Fores, le fueran rechazadas solicitudes ante lo que consideraba “estado de indefensión”, al asumir hace poco más de una semana el padrinazgo tras la renuncia del abogado Oscar Petroff y al no poder, también presuntamente en el mismo plazo, sumar pruebas al expediente. Rojas sorprendió a las partes, primero porque en la etapa instructoria del expediente decidió no hablar y, segundo, porque en su versión de lo sucedido apuntó al ex Jefe de la Unidad Regional IV y a investigadores de la Prefectura como mentores de “una cama” que finalizó con su detención.“En julio de 2012 estaba de servicio en la seccional Primera (Puerto Rico) cuando me llama el jefe (de la UR IV) y me pregunta si quería hacerme cargo de la Brigada de Investigaciones (…) Dije que si, pero me aclararon que tenía que conseguir un procedimiento grande para conseguir el cargo, como meter presa a gente de Prefectura ligada al narcotráfico”, inició su relato e involucró a Diego Rojas como quien le permitiría lograrlo, a través de entablar contacto con el prefecturiano a quien buscaban “hacer caer”, como comprador de la marihuana que iba a suministrarle el jefe de la UR IV.“Me dijo (el jefe policial) que cuando tuviera todo listo (lugar y hora de la transacción) me iban a dar la droga. Yo estaba cegado por ser jefe, y volví a aceptar la propuesta. El 3 de septiembre Diego Rojas me avisa que la marihuana iba a ser comprada en Jardín América. En la vivienda de servicio de la comisaría me entregan cinco bolsas y dos cajas de cartón con la droga para cargarlas a mi auto (Fiat Palio) e ir hasta el acceso de Puerto Leoni donde me iba a esperar personal de Investigaciones (de la Policía). Eran las 2 de la mañana, busco a Diego Rojas en la Shell de ingreso a Puerto Rico y vamos hasta el acceso a Leoni, donde un integrante de Investigaciones me dice que debía entrar a un yerbal. Allí bajamos las bolsas para los compradores, pero apareció una camioneta de la Prefectura y, por todos lados, agentes del grupo Albatros, Diego Rojas se escapa y yo quedo detenido”.“Porque tuve miedo”Concluido su relato, el oficial Rojas fue interpelado por la fiscal Vivian Barbosa, quien lo puso en aprietos con una serie de mensajes de texto de los celulares secuestrados, entre ellos el de Diego Rojas y varios de los procesados. Pero también lo inquirió sobre el porqué de su decisión de declarar ahora, sentado como acusado ante un tribunal: “Porque tuve miedo, tengo familia y recién cuando pude leer el expediente noté que la Prefectura tenía todo armado”.De acuerdo a los mensajes, Rojas se comunicó con el suboficial Pedro Betancur: “que saquen (los panes o ladrillos) del fondo (de la oficina) no del frente porque se va a notar mucho que faltan”, le dijo.Entre otros puntos de su testimonio, Rojas le aseguró a los abogados Eduardo Paredes y José Luis Rey, defensores de Sergio Inocencio Esquivel, que nunca mantuvo contacto con el comisario para el procedimiento de Jardín América. Sobre cómo llegó a Diego Rojas para organizar el “gran golpe”, manifestó: “lo vi varias veces hablando con investigadores de la Prefectura (…) le ofrecí buenas ganancias porque sabía que tenía antecedentes por narcotráfico y no iba a negarse”.Agregó que Diego Rojas le ofreció 80 mil pesos de acuerdo a los “300-350 kilogramos” de marihuana que quería comprar el presunto prefecturiano. Y resaltó que se equivocó en armar y buscar ejecutar el supuesto procedimiento encubierto: “la inexperiencia en el mundo del ilícito y mis ganas por ser jefe me hicieron cometer errores, por eso puse hasta mi auto para el operativo”.





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