POSADAS. “Giro derecha o giro izquierda” son algunas de las palabras clave que Rosario Bosch (17) aprendió para comunicarse con “Toby”, quien será su perro lazarillo en unos pocos meses, una vez que concluya el proceso de adaptación con el animal. La joven no vidente inició el proceso junto al can hace tres meses y si bien todo se fue dando “muy de a poco”, por estos días los resultados son los esperados y se estima que podría empezar el 2016 con esta nueva compañía. “El proceso de adaptación tenía muchos pasos. Con el perro se tiene que generar una relación, tiene que entender quién soy yo, saber que soy la persona con la que él va a trabajar, me tiene que llegar a querer, y se fue dando todo muy de a poco”, explicó Rosario, quien concurre tres veces a la semana hasta la Brigada de Canes y permanece junto a “Toby” durante una hora. “Al principio trabajamos en un espacio reducido desde donde yo lo llamaba para que se acostumbre. Después fuimos saliendo alrededor de la Brigada de Canes y ahora vamos hasta la terminal de ómnibus o a la avenida Uruguay que son zonas con mayor ruido para que también él se pueda adaptar. Con el paso del tiempo se fue notando el cambio que hubo tanto en el perro como en mí. Al principio, cuando llegaba, él se quedaba junto al adiestrador. Era como cualquier perro desconocido que uno ve pero no se genera contacto, y ahora me salta sobre la falda”, relató animada.Reconoció que en los inicios “era todo muy raro, no tenía conocimiento, sentía como muy lejano lo del perro guía. Nunca me imaginé que eso podría llegar a Posadas. Y ahora estoy aprendiendo porque no sabía de qué se trataba. La verdad que será como una compañía que estará cerca todo el tiempo. Estoy expectante pero hay que ver cómo sigue”. Si continúa todo bien, se trasladarán al microcentro a practicar en espacios donde circule mucha gente para que el perro también se vaya acostumbrando a los lugares en que ella transita. “Para llevarme al colegio ya no habrá tiempo”, pero sí para acompañarla a la facultad donde piensa continuar abogacía o ir hasta el almacén del barrio Villa Flor, donde reside. Cuando llegue el momentoPara la entrega no hay un tiempo aproximado. Con el primer joven que trabajaron, tardaron seis meses y con el segundo, tres. “Eso depende mucho de la persona, del perro y de los factores climáticos. Me pasó que durante las vacaciones de invierno las lluvias no pararon en dos semanas y trabajamos dos días de esa temporada. Podíamos haber aprovechado mucho porque yo no tenía clases pero no se pudo”, lamentó. Entiende que cuando sea el momento, “Toby” se irá a vivir a su casa y lo que le enseñan los entrenadores es que todo tiene que estar a su cargo, incluso el baño. Puede tener contacto con otras personas pero “no tiene que ser tan fluido para que tenga en claro que su trabajo es conmigo. Creemos que a fines de año o principios de 2016 empezaremos a transitar juntos”.En su familia se muestran conformes, y Rosario asegura que se van adaptando “porque es un perro superdotado, que no hace cosas que cualquier otro hace”. Eso llama la atención de su mamá Itatí y sus hermanos Ariel y Silvana. Los primeros días se quedaban mirándolo, sorprendidos por lo obediente que se mostraba. Hay que decirles determinadas palabras para que cumplan la orden. “Giro derecha” o “giro izquierda” serían palabras clave en la comunicación con “Toby”, pero lo importante es que Rosario conozca el lugar adonde pretende llegar. Es lo que le recalcan continuamente. Ahora el entrenador camina por la vereda de enfrente porque es momento que “Toby” “se acostumbre a que yo le dé la orden. Es que tiene dos años y la mayor parte de ese tiempo estuvo con los adiestradores y está muy pegado a ellos”.Delicada y meticulosa, confió que a medida que pasa el tiempo se siente más segura. “Al principio no confiaba mucho, como que todo es muy raro, pensaba cómo va a reaccionar el perro o si hay un árbol enfrente cómo tenés la certeza que va a frenar. Eso me generaba desconfianza pero a medida que pasa el tiempo me siento más segura. Se da cuenta por mi forma de caminar. Yo lo hacía muy rígida, dura, tensa. Ahora como que va cambiando. Pero el tema es también el ánimo del perro. Hay días como en los de cualquier perro, no tiene ganas y no te va a hacer caso”. En casa de Rosario hay otros dos perros que tendrán que adaptarse a “Toby”. “En realidad será mutuo, porque él también tendrá que adaptarse a ‘Pepa’, una bulldog inglés y ‘Ciro’, que es cruza, y es mi perrito” y ya demostró celos al nuevo integrante.Al referirse a la inminente culminación de la escuela secundaria y mientras debate junto a sus compañeras sobre el vestido y los zapatos que lucirá en su recepción, el 12 de diciembre, señaló que “estoy por terminar una etapa y empezar otra, y si bien son muchas emociones juntas trato de tomarlo lo más natural posible. No quiero estar pensando todo el tiempo en eso porque creo que me va a hacer mal. Cuando terminé la primaria y empecé la secundaria actué de la misma forma aunque no tengo esa cosa que los cambios me peguen para atrás”. Orientación y MovilidadLa profesora de educación física, Karin Hennig está a cargo del Área Orientación y Movilidad del Centro de Rehabilitación del Ciego “Santa Rosa de Lima”. Explicó que si bien el perro guía es un buen instrumento para las personas con discapacidad visual es necesario e importante que se cumpla con el proceso de orientación y movilidad que se realiza en la institución. “En este caso es Rosario quien tiene que dar las indicaciones al perro, hacia donde quiere ir, hacia donde necesita doblar, a qué dirección necesita llegar, y para todo eso es importante esta parte del proceso que lleva a cabo aquí”, dijo.Recordó que Rosario asiste a la institución desde bebé. Hasta los siete años estuvo cumplimentando la parte de estimulación temprana, psicopedagogía, psicomotricidad, y después empezó a asistir a la primaria en una escuela común, la 528. “Habíamos quedado que una vez que ella sentía la necesidad de trabajar en todo lo que tenía que ver con su independencia y su autonomía, volvería al Centro. Y así fue. Está culminando el colegio secundario y son otros sus int
ereses. Este año volvió a la institución y comenzó orientación y movilidad”, relató la docente. Sostuvo que la joven tiene la capacidad de aprender rápidamente lo que se le enseña. “Todo lo que se le explica, lo toma, desde el primer momento”, confió. Y recordó que uno de los objetivos de Rosario era cumplimentar el recorrido desde el Instituto Cristiano República Argentina (Icra) hasta el trabajo de su madre, esperarla y emprender juntas el regreso a casa. “Empezamos a trabajar en mayo y la semana pasada cumplió el objetivo así que ahora depende de ella cuando quiera salir de la escuela e ir al trabajo de la madre o esperarla ahí. Pudo lograr, pudo aprender perfectamente el recorrido así que es muy importante y meritorio en ella”, añadió.





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