WASHINGTON (AFP-NA). “Me han devuelto a mi padre”: aún este lunes el Gobierno estadounidense sigue gastando decenas de millones de dólares al año para devolver a las familias los cuerpos de soldados desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial. En bosques de Alemania o en las junglas de Papúa-Nueva Guinea, equipos del organismo que se ocupa de los prisioneros de guerra o de los perdidos en combate (POW/MIA), que depende del Pentágono, investigan y hurgan en diferentes lugares para encontrar a soldados estadounidenses y, cuando es posible, devolverlos al país. La agencia emplea arqueólogos, historiadores, médicos forenses y dispone en Hawai de laboratorios ultramodernos para identificar los restos. “Cuando trabajo en un caso, me acuerdo de esta mujer” que décadas después pudo finalmente conocer la suerte de su padre, un soldado desaparecido en un bosque alemán, explicó a la AFP el doctor Stephen Johnson, uno de los historiadores de la agencia POW/MIA. “No se deja de ser un militar estadounidense por haber muerto”, subraya Johnson. POW/MIA prepara la exhumación de 388 marinos muertos en el acorazado “Oklahoma” en Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.





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