PUERTO IGUAZÚ. “Todo esto nos tomó por sorpresa, no sabemos siquiera por dónde empezar. Me gustaría alguna vez saber qué fue lo que realmente pasó con mi papá, que se haga justicia. Él no tenía enemigos ni andaba en nada raro. La verdad es que no tenemos ni idea sobre qué pensar”. La que habla es Viviana (30), una de las hijas del remisero Pedro Bernal (52), víctima de un salvaje crimen que conmocionó a Puerto Iguazú en 2013. A dos años del asesinato, la joven se animó a quebrar el silencio ante PRIMERA EDICIÓN y habló por primera vez con un medio de prensa.Bernal confesó que el tiempo sanó muchas de las heridas que le provocó el triste final de su padre, pero a la vez sostuvo que necesita -tanto ella como sus hermanas- de un “punto final” para cerrar ese traumático capítulo en su vida.Una espera eternaLa pesadilla para ella se desató en la mañana del domingo 11 de agosto de 2013, casualmente en un día de elecciones, como el último domingo. “Como vivía cerca de mi casa y junto a una de mis hermanas votábamos todos en la misma escuela, habíamos quedado en que nos iba a pasar a buscar en el remís a eso de las 9”, recuerda Viviana.La espera se hizo larga. Y se haría eterna. Como Pedro no llegaba, la joven llamó y llamó, pero no recibió respuestas. Decidió ir a votar por su cuenta, regresó a casa a los pocos minutos y continuó con sus deberes del día. Pensó que quizás su padre se había atrasado o le había “salido” un viaje. Nada fuera de lo común, gajes del oficio. Sin embargo, la realidad lamentablemente era otra. “Alrededor de las 13 me llama mi hermana y me dice que la Policía había llegado a su casa y estaba buscando a papá. Le preguntaban si él solía defenderse con armas blancas, por lo que nosotras pensamos primero que por ahí había lastimado a alguien y por eso lo buscaban”, rememora ahora la mujer.La confirmación llegó a los pocos minutos por parte de las propias autoridades. Bernal había sido hallado asesinado de 17 puñaladas a un costado de la calle Petiribí, entre Palo Rosa y Paraíso, en el barrio Obrero de Puerto Iguazú. Tenía cortes en la cabeza, el rostro, el tórax, la espalda y las manos. Él o los asesinos no habían tenido siquiera un ápice de piedad, ni con él ni con el Chevrolet Corsa 2012 que manejaba, que apareció incinerado a algunas cuadras, en el barrio Villa Alta.La investigación policial no tardó en iniciarse y de ella surgieron varias hipótesis, una de las cuales ganó peso entre todas. Se trató de la de un homicidio en ocasión de robo perpetrado por un grupo de jóvenes adictos a las drogas que, fuera de sí, habían ultimado con brutal saña a Bernal para robarle unos pocos pesos y continuar con el vicio.En esa línea es que se detuvo a cuatro personas, pero a los seis meses todos recuperaron la libertad por falta de mérito, en virtud de que las pruebas no habían sido suficientes. Desde entonces, la causa no volvió a tener novedades.“Quedó todo así, nunca supimos en realidad qué fue lo que pasó, nunca tuvimos siquiera sospechas de nadie, ni de que mi papá anduviera en algo raro. Aún hoy no sabemos qué fue lo que pasó”, sostiene Viviana, que tuvo que aprender a vivir con el dolor a cuestas.“Me gustaría alguna vez saber qué fue lo que pasó con mi papá para poder estar en paz con todo esto”, sostiene la joven, que resumió tantas sensaciones en un verso que suelen repetir familiares y amigos de Pedro Bernal y que compartió con este diario: “Paz, Pedrito, paz. Tu presencia en nuestro corazón es cada vez más fuerte, y el dolor de no tenerte riendo, charlando, es cada vez más profundo. Tu alegría traerá a la luz la verdad. Seguimos esperando ese momento”.





Discussion about this post