POSADAS. Era el último viaje que el taxista Hugo Báez haría esa mañana del 7 de febrero. Después pensó que volvería a casa y dormiría un poco. Pero nada de eso ocurrió. Cerca de las 6, atravesó la exruta 213 y vio a dos mujeres. Una de ellas levantó la mano. Estaban a la altura del Club de Cazadores y Báez decidió llevarlas. “Les hice una seña porque yo esperaba el semáforo. Pero cuando dio luz verde giré y estacioné en la mano derecha”, recordó.Una de las mujeres, Gladys Mabel González (27) se acercó al taxi y consultó cuánto costaba el viaje hasta San Isidro. “Entonces yo le dije que costaba entre 20 a 25 pesos. Porque eran unas quince cuadras, más la bajada de bandera. La chica dijo ‘bueno’. Alcancé a ver que la más delgadita, Yanina Claribel Galarza (20) fue a la puerta derecha de atrás, y la gordita a la puerta delantera derecha. Yo giré la cabeza para mirar al frente cuando escuché una explosión. En ningún momento vi que el auto les chocó, ni lo que pasó con ellas. Me quedé shockeado”.A casi cinco meses del hecho en el que perdieron la vida González y Galarza al ser atropelladas por el automóvil conducido por Gonzalo Slámovits (32), habló con PRIMERA EDICIÓN Hugo Báez, el taxista que estuvo en la escena.¿Qué ocurrió cuando escuchó la explosión?Me quedé impactado. Vi que la puerta estaba totalmente destrozada. Entonces bajé del auto y caminé para ver qué pasó. Me di cuenta que el lado derecho de mi auto estaba destruido.A unos 50 metros escuché a una mujer gritar “¡están muertas!”. Y un hombre mayor insultaba a un muchacho que estaba en un auto rojo. De ese auto salía humo y estaba en sentido contrario al nuestro. Me di cuenta, por las huellas que dejó el coche y los dos postes de luz, que ese era el auto que pasó por ahí.¿Qué pasó con sus pasajeras?Empecé a buscarlas. Y vi a una mujer que gritaba “¡están muertas!”, en ese momento me di cuenta que los cuerpos, que estaban totalmente despedazados, eran de mis pasajeras. Fui corriendo a ver a las chicas para darles asistencia, colaborar en algo, pero cuando me acerqué, a unos tres metros, me di cuenta que no había nada por hacer. Una estaba mutilada, en dos partes. Y la más flaquita tenía el cuerpo destruido. Me acerqué, pero no toqué en ningún momento los cuerpos, estaban muertas y ya no se podía hacer nada.¿Y el dueño del auto rojo?Vi que era un muchacho, lo miré y vi que se recostó en el auto. Se quedó mirando los cuerpos y hacía como que iba a convulsionar. En ese momento me di cuenta de lo que había pasado. Pensé que no era verdad, que eso no era cierto. Cuando me di cuenta de lo que estaba ocurriendo, volví al auto y me senté, porque estaba mareado. Me descompuse. En eso llegó un policía en una moto particular. Paró y me preguntó “¿qué paso?”. Yo le dije que era el taxista. Y me dijo que me quede en el lugar, que no me mueva, y él llamó a la ambulancia. Llegaron dos ambulancias, rapidísimo, pero ya no había nada que hacer.¿El muchacho bajó del auto? ¿Lo vio acercarse a los cuerpos?Yo lo vi bajar del auto. Es como que se agarró de la cabeza y se recostó en el vehículo. No caminó hasta los cuerpos. Pero se bajó del auto y vi que se agarró de la cabeza y quedó ahí, shockeado. Yo creo que recién ahí él se dio cuenta de lo que había hecho. Al poco tiempo llegaron las ambulancias y lo asistieron, porque también estaba lastimado.Para usted, ¿esto fue un accidente?En este país sí es un accidente, porque no le ocurrió a nadie “importante”. Pero si fuese el hijo de alguien, las leyes actuarían de otro modo. En los países serios, como en Uruguay, este muchacho estaría preso por veinte años como mínimo, porque él pudo haberlo previsto al no tomar alcohol.No fue un accidente, un accidente es que se te pinche una goma o que esté lloviendo, frenás y chocás a otro auto. Esto fue un asesinato, un accidente es algo que no podés prever y, según los estudios que le practicaron, él estaba muy alcoholizado. Si él no tomaba, esto no iba a pasar y esas dos chicas estarían vivas. Dejó cinco niños huérfanos de madre por un lado. Y por el otro, la más flaquita tenía un bebé de seis meses. Esos chicos iban a tener a sus madres con vida, que era lo que debía ser.¿Cómo siguió su vida después de lo que pasó?En un comienzo, durante los primeros días, me pregunté qué hubiese pasado si yo no hubiese ido a las 6 de ese día por la exruta 213. ¿Ellas estarían con vida? Y mi señora me dice: “Es tu trabajo, vos no sabías que te ibas a cruzar con un loco”. Y yo me salvé gracias a Dios, porque él sólo me causó daño material, pero a estas chicas les robó sus vidas. Y le agradezco a Dios que estoy vivo.Después de lo que pasó, mi familia y los compañeros de la parada me ayudaron a reparar el auto. Pedí varios préstamos. Estuve muchos días parado, primero porque no se encuentran los repuestos y después por el tiempo que llevó reparar el auto. Pero fue sólo daño material. Yo creo en Dios y siempre va a haber una justicia, tal vez acá en Posadas, en la Argentina, no se lo encuentre culpable de nada. Pero todo queda en manos de Dios.





Discussion about this post