CANDELARIA. Un diagnóstico médico desfavorable y una oportunidad para salir de la “locura” de la ciudad hizo que, hace doce años, Jorge “Cacho” Saldivia pasara de ser empleado bancario y financiero a un defensor a ultranza de la naturaleza. Ni bien abandonó el escritorio financiero don Jorge inició el proyecto del primer arboreto medicinal en el departamento Capital; de hecho se trata de un desarrollo inédito de este tipo porque tiene fines altruistas, ya que planta todo tipo de especies medicinales para regalar o bien para intercambiar por otras que no posee en la chacra. “Aconsejado por el médico me hice un ranchito y empecé a plantar. En la propiedad tengo suficiente agua natural, porque al subir la cota de la represa Yacyretá las napas también aumentaron su caudal, con lo cual el tema del riego es sencillo. Luego de instalarme empecé a hacer los cercos y a plantar uvas. En este momento ya tengo 140 plantas de distintas especie de uvas y más de 120 árboles frutales medicinales. En mi laboratorio experimento con uvas y jabuticaba, que libera unos tatinos que ayudan a mejorar el sabor de las cepas”, explicó el hombre, técnico especializado en hidroponía, título obtenido en el Centro de Estudios Ecológicos (Buenos Aires).“Casi todos los vegetales tienen algunas propiedades curativas, pero hay que conocerlos. En mi arboreto tengo algunas de las plantas más raras de encontrar como guabiroba, arándanos y moringa y por supuesto que no faltan las conocidas por todos: ingá y palta, que son alimentos con muchos nutrientes y propiedades medicinales. También hay árboles de higos que está recomendado que lo consuman personas con el azúcar alta, bananas (para la presión arterial), catay, ambay, cangorosa, maracuyá, guayaba (para los nervios), tengo cerezas, frambuesas, cerellas y muchísimas más. Las entrego arbolitos ya crecidos, porque tardan mucho en crecer y no quiero que las personas se pasen diez años esperando que den el primer fruto. Eso sí, a todos quienes les doy las plantas me aseguro que las planten”, sonrió. En la pequeña y tupida chacra, el hombre muestra con orgullo varias especies de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como Especie en Peligro Crítico: Pino Paraná, Guatambú Blanco, Cedro Misionero y otros. “De algunas tengo varias ya plantadas y otras cientos en macetas esperando crecimiento”. También contó entusiasmado: “Como tengo la fortuna de tener muchos conocidos, nunca falta quien me traiga una semilla, entonces eso permite una suerte de trueque. Aparte de las plantas medicinales también cultivo alimentos: maíz, zapallo y algunos vegetales”.Forestar las rutasDesde hace algunos años don Cacho sueña con que cobre impulso un proyecto de ley para forestar los costados de las rutas. “En lugar de capueras, como están actualmente nuestros caminos, al límite de lo privado, esto es lejos de la ruta, se planten una, dos o tres filas de árboles a una distancia de entre cuatro y cinco metros cada uno por especie. Se conseguiría así plantar un millón de árboles con la consiguiente mano de obra, logística, trabajo en viveros mejora en el medio ambiente y semillero a futuro”, explicó sobre su proyecto.“Estamos en una crisis socio ambiental y siempre se busca enmascarar los problemas o se ponen los esfuerzos en ocultar los síntomas sin aceptar las consecuencias. Estamos llenos de especialistas definidos a veces como “aquellos que saben casi todo acerca de casi nada”, señaló en tono crítico. “Semilla” generacional Si don Cacho Saldivia mantiene su chacra con orgullo, ni hablar de lo que siente cuando su pequeña nieta Victoria lo visita para ayudarlo a plantar perejil, achicoria y lechuga mantecosa roja.“Hay que enseñar a cuidar el ambiente”, afirma y repite la Encíclica de Francisco que busca sacudir las conciencias de todos.“Pide un cambio en el estilo de vida y no sólo en lo climático, se busca que la tierra no se transforme en un depósito de inmundicias. Ha calificado como pecados (como la corrupción) destruir la diversidad biológica, degradar la tierra, desnudar la tierra de sus bosques naturales, destruir las zonas húmedas, contaminar las aguas, el suelo, el aire. Estamos en una crisis socio ambiental y siempre se busca enmascarar los problemas o se ponen los esfuerzos en ocultar los síntomas sin aceptar las consecuencias. Hay que enseñar el camino del cambio”, dice y mientras transfiere estas “semillas generaciones”; en su “pequeño mundo” van llegado y anidando en el lugar varias decenas de aves, “algunas que ni conozco. Tienen alimento. Suelen aparecer tortugas y alguna que otra serpiente. Es un entorno feliz”, contó.





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