GARUPÁ. (Por Lara Schwieters). La bandera argentina es señal inconfundible de una institución escolar. En el barrio La Calandria, a diez kilómetros del centro de Garupá, la enseña patria flameó por primera vez el 4 de marzo pasado. Y lo hace en el propio templo de la Parroquia Nuestra Señora de Luján, ubicada a unas cinco cuadras de la ruta 105. Se trata del aula satélite de la Escuela 849 de Santa Elena a la que asisten 68 niños de los alrededores, desde Nivel Inicial a séptimo grado, con solo dos maestros. El proyecto (Resolución 12/46) fue incentivado por la por la supervisora María Eva Zárate. Hasta su apertura, los niños y jóvenes en edad escolar concurrían muy irregularmente a clases porque la escuela más cercana está a nueve kilómetros por la ruta y deben ir en colectivo, lo cual implica costos que familias de oleros pocas veces podían afrontar. Además para salir a tomar el colectivo en la ruta, deben caminar tres, cuatro o cinco kilómetros en el barro y en horarios de poca luz. Grados acopladosPor la mañana funcionan de quinto a séptimo, y a la tarde, de segundo a cuarto. Todos a cargo de Carlos Olivera, quien también da clases de tecnología, educación física y música. Noelí Martinelli, maestra de grado de la Escuela 663, enseña a los cinco alumnos de primero y a los quince de nivel inicial, que tienen cuatro y cinco años. Cada mañana, la docente por su propia cuenta lleva galletitas dulces o pan con membrillo para convidar a los niños más chiquitos.Ambos docentes residen en Ñu Porá. Olivera es maestra de primaria desde hace seis años. Estudió en el Instituto de Formación Docente de la Escuela Superior “Estados Unidos del Brasil” de Posadas y previamente ejerció en Santa Ana y Loreto, siendo esta la primera vez que trabaja en un grado acoplado.Sobre las familias dijo que algunos padres participan y acompañan, y están planeando armar la comisión de padres. “Hemos invitado a los padres que quieran venir a leer algún cuento a los chicos los días viernes que hacemos jornadas de lectura o a enseñar alguna actividad que sepan, por ejemplo, una madre enseñó cestería en diario y a fabricar figuras con pedacitos de papel”, contó Olivera mostrando un cisne de papel fabricado con los chicos. “Ayudar a que descubran un mundo”“Como docentes creo que el objetivo es ayudarles a que descubran otro mundo, que el mundo es más grande de lo que pueden ver en su barrio. Y a través del conocimiento, de libros y videos ofrecerles otra realidad que ellos no conocen”, expresó Olivera con entusiasmo. “Y como les digo a los padres en las reuniones, no sólo enseñarles dos más dos es cuatro, sino que la escuela es un lugar donde le enseñamos a soñar al chico, y que a través de eso podamos cambiar nuestra realidad juntos”, agregó.Dado el ausentismo que los chicos tenían en las otras escuelas, han detectado que eso impactó negativamente en los contenidos que manejan. “Luego de las semanas de diagnóstico en marzo hicimos una adaptación de la currícula. Lo primordial es retomar alfabetización básica, operaciones matemáticas, resolución de problemas. Con los tres alumnos de sexto y séptimo se trabaja de manera especial, buscando que manejen los contenidos para la secundaria”, explicó el docente. Una vez que terminen la primaria, deberán concurrir al nivel medio en Santa Inés, Santa Elena o al Instituto de Educación Agropecuaria (IEA).Lo mejor posibleUnos siete metros separan la puerta de acceso al salón del altar. Las mesas están dispuestas de a dos y los estudiantes se sientan enfrentados, de a cuatro. El pizarrón, a la derecha está apoyado sobre una mesa y allí nomás el escritorio del maestro. En el rincón de la izquierda, funciona el espacio de primer grado con cinco alumnos y el nivel Inicial, a cargo de Noelí.Desde el pasado 2 de junio los niños cuentan con sillitas y mesas plásticas para trabajar más cómodos. Fueron donadas por Emsa. Además lo niños de la escuela 663 de Garupá reunieron y les donaron juguetes que los niños ahora disfrutan. Entre ambos docentes se organizan para no interferir en las tareas de los niños. “Los niños juegan y es un murmullo permanente, así que cuando está lindo el día salimos al patio, así los más grandes pueden trabajar sin distraerse”, explicó Noelí.El salón no tiene cielorraso, con lo que los días de calor son más calurosos, y el frío también se siente mucho más. Para el calor, la solución es salir a dar clases al patio. Eso, siempre y cuando no llueva o haga mucho frío ya que el viento se hace sentir.Llegado el viernes las 25 mesas y 50 sillas se deben acomodar a un costado para dejar espacio a que se celebre la misa. Un oasisDe no ser por la casa edificada a unos 50 metros, la capilla sería la única en la zona, una lomada del barrio. El predio está bien arbolado y mantiene su frescura. A un costado, los niños armaron la cancha de fútbol usando tacuaras para los arcos. La particularidad: en el medio de la cancha también hay algunos arbolitos que los niños sortean hábilmente en el afán de lograr un gol. Detrás de la parroquia está una construcción de madera muy vieja aún con piso de tierra y casi sin techo porque las chapas de cartón están resecas. “El intendente nos dijo que iban a tumbar pero yo le dije que lo deje para nosotros, así podemos ir ahí con el Neni. Habría que cerrar bien las paredes con maderas, armar el piso y completar el techo”, indicó Noelí.En el fondo están elaborando una huerta. “Estamos armando el compost y vamos a traer las lombrices. Queremos armar un vivero de plantas ornamentales y también sembrar plantines de verduras para que los chicos puedan llevar a sus casas y armar sus propias huertas”, señaló Olivera.A pie, en moto o a caballo“Es re fácil, le vas diciendo ‘aquí, aquí, aquí, aquí’ y le vas llevando”, explicó Natanael (11) a PRIMERA EDICIÓN mientras simulaba sostener las riendas del caballo con el que suele viajar hasta la escuela desde su casa. Otros compañeros también usan ese animal para llegar, sobre todo cuando son días de lluvia porque el agua transforma los caminos en “una manteca” y se hace muy difícil avanzar a pie.Otros van en moto con sus padres.Tres años atrás, este espa
cio educativo era apenas un sueño, un deseo de algunas de las 65 familias del barrio La Calandria de esta localidad. En Nueva Esperanza y La Colina, barrios rurales a los que se accede por ruta 5, dos kilómetros al sur del establecimiento Santa Inés, ir a la escuela también era una odisea y por eso lo ideal era tener una más cercana.Fue así que con intervención de la comisión vecinal y del municipio, se logró que la escuela 849 tuviera una extensión en este barrio.Empezó a funcionar el 4 de marzo pasado. Radiografía del barrio“Hicimos un censo en enero y febrero para conocer la población, la cantidad de familias en los barrios. Y comenzamos con las inscripciones que fueron en el salón de usos múltiples”, contó Carlos. Señaló que en gran parte son familias de oleros o que viven de changas. Algunas viene por un tiempo desde el interior pero al no conseguir trabajo retornan a sus lugares de origen.En ese salón pensaban comenzar con las clases pero estaba sin techo -era de chapa de cartón- tras la granizada de hace dos años. Es de apenas tres metros por seis, muy pequeño para alojar a 68 alumnos. “Entonces quedó la opción de la parroquia Luján, que nos cedió el padre Pepe”, señaló.En un primer momento se censaron alrededor de 60 niños. “Hay familias que no inscribieron a los hijos porque creían que el proyecto no se iba a concretar, pero después que comenzamos a trabajar, a diez alumnos decidieron cambiarles de la escuela de Santa Inés a esta”, explicó. En octubre y noviembre comenzarán con las inscripciones para 2016 y estiman que superarán los cien alumnos. El nuevo edificio Un kilómetro hacia adentro, en un predio fiscal la municipalidad de Garupá empezó a construir en marzo pasado un edificio para el aula satélite. Estará compuesto por dos salones de clase, otro para dirección y biblioteca, una cocina y una prolongación de tinglado para el patio. Tendrá baños instalados -actualmente tienen un solo inodoro con pozo negro- y un playón deportivo. La comunidad espera que lo antes posible esté listo este espacio, que también, según indicó Olivera, tendrá a un costado una sala de primeros auxilios y un destacamento policial. “El 5 de junio, por el Día del Ambiente, fuimos al predio nuevo a plantar unos árboles con los alumnos”, contó.





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