EL SOBERBIO (Enviado Especial). La última semana de junio del año pasado, los habitantes de esta localidad no van a olvidarla mientras vivan. Fue un fin de semana trágico donde el 35% de la ciudad quedó bajo el agua del Río Uruguay por la creciente. Muchos dicen que fue la más grande de la historia de esa ciudad fronteriza, otros aseguran que hubo otra en la década del ’50 que fue más grande. Lo cierto es que esta creciente afectó a más personas y sus bienes materiales.Uno de los miles de curiosos que fueron a ver la crecida del río, en esa fecha puede relatar que vio. Pero los soberbianos todavía no pueden hacer un relato de cómo fue la creciente. Les cuesta hacer una descripción del hecho en concreto, pero cada uno cuenta lo que vivió y la manera en que la ciudad se unió para ayudarse unos a otros. Padres e hijos, hermanos, sobrinos, entre parientes se ayudaban, pero la mano del vecino estuvo muy presente y del vecino que no estaba afectado se prestó para darle una mano al afectado.Podemos decir que comenzó la crecida el miércoles 25 de junio, esa noche el agua comenzó a mostrar lo que podía hacer. Eran unos pocos cerca de la costa los que dejaron sus casas porque el agua había llegado a sus viviendas. Pero a la madrugada del 26 fue cuando la mayoría tuvo que sacar sus cosas. El agua avanzó sin parar toda la noche a un ritmo sostenido y los que se animaron a acostarse a dormir, se despertaron con el agua tocando sus camas.A un año de la inundación la provincia no terminó las 300 viviendas prefabricadas de madera para los afectados, sólo unos 40 están instalados en sus casas nuevas. Los comerciantes reclaman la ayuda que les habían prometido luego de la catástrofe. Hay algunos empresarios madereros y emprendedores turísticos que recibieron dinero.Julián Cabrera es un mecánico de electricidad del automotor. Sufrió una pérdida de 70 mil pesos aproximadamente, hasta ahora no recibió nada del gobierno y encima la Municipalidad fue a cobrar los impuestos que habían condonado a los afectados. “Yo me siento discriminado por el gobierno. Perdí cerca de 70 mil pesos en herramientas, daños en mi casa y electrodomésticos y muebles. Luego de las inundaciones vino el diputado Lindenmann, hizo varias reuniones y anotó a todos los afectados y qué perdieron. Nos hizo el cuento de que nos iban a dar un subsidio para poder comenzar de nuevo. Hasta ahora no recibí nada”.“Vienen y te hacen el verso para quedar bien con vos en un momento difícil que estás pasando. Tenés una pérdida y no podés trabajar, entonces te preguntan qué perdiste y cuánto perdiste y aseguran que te van a ayudar. Se van y se olvidan. Como pasó conmigo y los vecinos con los que habló (el diputado). A mí me dieron sólo un litro de lavandina y una botella de agua. Nada más. Encima una semana después vino un inspector de la Municipalidad a cobrar los impuestos. No tienen vergüenza”, dijo indignado.Cabrera explicó que “primero iban a dar un subsidio, luego un crédito pero del Iprodha para reparar las casas, yo les dije cuánto necesitaba para arreglar lo que me destruyó el agua. Y me propusieron un mejor vivir. Dije bueno, así hago mi vivienda, pero me pidieron una garantía de un millón y medio de pesos en inmueble o un garante que tenga ese capital. Le pregunté si me querían ayudar, porque de esa manera no me estaban ayudando. Dije que me den el crédito que tenían planificado para todos. Me dijeron que eran veinte mil. Hasta hoy no vinieron a verme más”.Miguel Hagelin es un mecánico y tiene una venta de repuesto al lado del taller. No tiene un monto estimado de lo que perdió, pero tuvo que vender como chatarra muchos repuestos nuevos y tirar un gran capital en mercaderías que se mojaron. Hasta ahora no pudo reponer algunas herramientas de su taller. “Yo viví con mi familia una semana arriba de un camión. Puse los muebles de mi casa y lo que pude sacar de mi taller en la carrocería y estuve allí hasta que pude limpiar la casa y el taller”.Hagelin explicó que “no pude sacar muchas cosas del taller y del negocio. Cosas pesadas como repuestos grandes o tambores de aceite. Los filtros se mojaron todos y tuve que tirar. Muchos repuestos de hierro vendí como chatarra porque no servía para nada. Tuve que comenzar prácticamente de nuevo. No sé cuánto perdí. Fui a las reuniones que hicieron de la Municipalidad y con gente de la provincia. Estaba el diputado Mario Lindenmann a cargo de hacer los relevamientos de las pérdidas que tuvimos. A un local no vino nadie a ver. Una vez estaban en un aserradero y fui a verlo y me aseguró que los inspectores terminaban allá y venían acá. Hasta hoy no aparecieron. En otra reunión le pregunté por qué no fueron y me dijo que ese día era para ir solo allá en los aserraderos. Me fui y no volví más a la reunión”.Tanto Hagelin como Cabrera coinciden que hay industriales y emprendedores de turismo que recibieron aporte del estado. “Acá los comerciantes y los vecinos saben que hay gente que recibieron ayuda del estado. Algunos aserraderos y emprendimiento de turismo que salieron a reclamar y tenían contacto con gente del gobierno lograron un aporte. Nosotros que no tenemos padrino político somos los olvidados”, coincidieron.Entre los más damnificados estuvieron los habitantes del Barrio Unión, al final de la calle Corrientes donde se pierde entre las malezas y el río. En este lugar PRIMERA EDICIÓN estuvo apenas bajaron las aguas y los vecinos reclamaron la asistencia del intendente y de la municipalidad. Muchos de los habitantes que fueron inundados dejaron sus casas y se fueron a las que les dio el Gobierno. Aunque cuando le dieron las llaves le dijeron que era para que hagan los arreglos que querían hacer y no para ir a vivir hasta que les den el visto bueno por parte de la intendencia. Pero la precariedad con que se instalaron hace que unos 45 vecinos ya dejaron el lugar y se fueron a sus nuevas casas. Hay lugares que ya fueron ocupados por otra familia.La mayoría recibió muebles del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, pero algunos quedaron sin el beneficio. Uno de los que no percibió esa ayuda fue Pedro Antonio Martínez “yo no recibí muebles. Nos anotamos junto con mi familia donde todos se anotaron y para nosotros no vino nada. Son unas seis familias que sé que no recibieron nada. Yo no perdí muchas cosas con el agua. Sacamos casi todo. Lo último que sacamos fue con el agua por la cintura. Pero en total tuvimos que hacer seis mudanzas. Sacamos primero de acá y llevamos a una casa cerca donde creíamos que no iba a llegar el agua. Después llevamos a una casa sobre la ruta. Después trajimos las
cosas y a los dos meses vino otra inundación que llegó hasta la mitad de la pared. Sacamos los muebles y llevamos a una casa de un amigo y ahí alquilamos una casa hasta que esto se acomode bien. Ahí recién volvimos acá. Con esos movimientos es que se rompieron y estropearon muchas cosas”, contó.Martínez que es presidente del Barrio y encargado del sistema de agua potable del pozo perforado explicó “yo recibí mi casa, estoy ampliando porque tengo tres hijos y la casita allá es chiquita. Para mi y mi señora es muy bueno, pero tenía muchos proyectos para hacer en este terreno y mucha inversión en rellenado. Cuando el intendente nos entregó la llave dijo que no era para ir a vivir todavía, sino hasta que ellos lo digan. Era para ir acondicionando como queríamos. Algunos de los vecinos ya se fueron a vivir en su nueva casa. Tenemos que esperar que terminen con las instalaciones de la luz y el agua. Hay conexiones precarias porque están terminando las líneas principales. Hay muchas cosas que faltan, pero se va a ir acomodando a medida que estamos allá. Había problemas por los chicos que vienen a la escuela. Tenían que pasar por una picada y el intendente se comprometió en poner un transporte. Pero creo que para el año que vienen ya va a funcionar la escuela allá arriba y eso se solucionará”.Otro vecino del barrio es Martín Fonseca que se mostró complacido con la ayuda que recibió. “nosotros perdimos casi todo. Salvamos los sillones y otras cosas más. Me dieron algunos muebles. Estoy conforme con lo que me ayudaron. Mi casa el agua se llevó y esto lo hicimos con la madera que me dio la municipalidad y las que pude rescatar del agua. Ya tengo asignada mi casa en el barrio nuevo y cuando me autoricen que me vaya voy a desarmar esta casa para ampliar aquella porque es muy chica. Nos dan la casa con dos dormitorios chicos, un baño con inodoro y lavatorio, y una cocina comedor con una pileta de lavar los platos. Estamos esperando la conexión de luz y agua que en estos días van a terminar y ahí nos vamos”. Fonseca recuerda que “nosotros estamos acá hace como once años. Una vez tuvimos una crecida que llegó a tocar el piso de la casa. Estamos a 500 metros del río, pero a pocos metros de una zanjita y por ahí vino el agua. A la madrugada del viernes (26 de junio) sacamos las cosas de mi casa, pero veníamos sacando los muebles y cosas de las otras casas donde el agua llegó primero. Nos ayudamos entre todos. Acá el agua pasó más de cinco metros por encima del techo de mi casa que teníamos anteriormente. La cocina a gas no pudimos sacar y la encontramos a unos mil metros de la casa. La casa el agua la arrancó completa. El agua hizo mucho desastre y nosotros no lo vamos a poder olvidar jamás. Apenas reconstruimos la casa vino otra crecida y llegó a pasar la mitad de la casa. Ahí tuvimos que dejar todo y salir corriendo. Creímos que se venía otra vez el desastre”.





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