POSADAS. Como una constante de estos días, Rossana Báez fue víctima de la inseguridad reinante y, presa del miedo, decidió seguir atendiendo su negocio pero por la ventana. Aunque el hecho fue menor, tras lo sucedido, el barrio Primero de Mayo se movilizó y está en tratativas para contratar a un sereno para que “esto no vuelva a pasar”. Por esta razón, los vecinos buscan estar “atentos, unidos y comunicados”, confiaron.“Tengo terror”, fue la primera frase que lanzó la mujer al ser consultada sobre el tema y añadió que “ahora mantengo la puerta cerrada y atiendo por la ventana. No es lo más conveniente, pero habrá que acostumbrarse porque hablando con distintas personas cuentan que también les pasó, a todo el mundo le pasa. No soy la única”. “Aleja a los clientes”Atender por la ventana no es la mejor opción, pero la mujer prefiere resguardar su integridad ante estos desagradables imprevistos. A su entender, esta actitud de atender por la ventana “aleja a los clientes, más aún acá, que estaban acostumbrados a entrar y servirse lo que quisieran, a elegir sus productos. Ahora todo tiene que ser medido, le tenés que dar lo que te van pidiendo, y así la relación con el cliente se vuelve más fría”, dijo Báez, quien arrancó con la despensa hace menos de un año en el barrio Primero de Mayo, a la vuelta del hospital Ramón Madariaga.“Es feo vivir con el temor”, contó, al tiempo que cuestionó: “¿Cómo puede ser que tengamos que vivir todos encerrados, tras las rejas, y que ellos (por los delincuentes) copen la calle?”.Manifestó que “uno cree que los que nos movemos por acá somos los del barrio, pero evidentemente (al ladrón) lo mandaron o estaba controlando los movimientos todo este tiempo para saber que (el negocio) estaba abierto hasta esa hora y que podía venir a robar. Durante estos días donde el clima refresca, la gente se mete a la casa temprano, no había nadie en la calle, todos salieron recién cuando comencé a gritar”.Recordó que fue alrededor de las 21.30 cuando estaba atendiendo el negocio y entró un joven que pidió una gaseosa. Cuando la comerciante, sin sospechar, se dio vuelta para abrir el freezer, el ladrón se tiró sobre el mostrador para alcanzar una notebook que se encontraba al lado de un sillón donde se sienta habitualmente. Como estaba con el cargador enchufado, el delincuente quedó enganchado. En un acto de arrojo por defender lo propio, “salté y lo agarré de la remera pero logró tomar la computadora, me tironeó y salió corriendo con el aparato. Cuando reaccioné y salí a la vereda lo único que pude ver era que en la esquina lo esperaba un remís, que abandonó la zona toda a toda velocidad. Fue todo en cuestión de segundos”, relató alarmada la mujer.





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