U bicándose de cara a un proceso electoral que polariza las preferencias políticas tanto como las visiones de la marcha de la economía, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) anunció esta semana una suba del PBI de 1,4% en febrero, respecto al mismo mes del año pasado, el repunte más significativo de la actividad económica en los últimos doce meses.La mejora se explica fundamentalmente por rubros como la construcción, que creció por encima del 8% en base a la inversión en obra pública; las inversiones en infraestructura en el sector petrolero; y la construcción de viviendas subsidiadas por el programa Procrear, entre otros rubros vinculados al mercado interno. Paradojalmente, el repunte convive con una caída de 1,6 % en la actividad industrial también medida por el Indec y que elevó a 20 meses la curva decreciente en que se encuentra la industria, incluyendo a la automotriz, el sector más identificado con la actual política económica, que permanece en pronóstico reservado sobre todo debido a la retracción de la demanda brasileña. En tanto, desde Rusia, adonde viajó integrando la comitiva de la presidenta Cristina Kirchner, el ministro de Economía, Axel Kicillof, subrayó la importancia de la emisión de bonos que se efectuó el martes, en la que sin “pagar onerosas comisiones a la banca internacional” , el Gobierno pudo colocar deuda a diez años por 1.500 millones de dólares; para obras de infraestructura y fortalecimiento de las menguadas reservas del BCRA. Los economistas que cuestionaron desde la oposición la tasa a que se realizó la operación, admitieron, no obstante, que la inyección de divisas le permitirá al Gobierno nacional hacer frente al mayor vencimiento de deuda en 2015; colaborando así con el objetivo político del kirchnerismo de mantener la macroeconomía en relativo orden hasta las elecciones de octubre próximo. El gobierno, por su lado, aunque no encontró argumentos para defender las altas tasas, aseguró -en palabras del mismo Kicillof- que los fondos ingresados por la operación irán a infraestructura y no a los vencimientos de deuda, y enfatizó que la operación se concretó a pesar “de que los fondos buitre removieron cielo y tierra para que Argentina no se pueda fondear en el exterior”. Los resultados de las PASO en Mendoza y Santa Fe, el domingo pasado, destrabaron definitivamente la rueda del cronograma electoral. Las primarias en ambas provincias dieron lugar menos a festejos que a a análisis matizados, de los que no se desprende ninguna “ fija” respecto al posibles ganadores en los comicios definitivos. Aparece un escenario complejo y fragmentado en el que ya no se descarta de plano un triunfo oficialista en las presidenciales de octubre; como lo hacían meses atrás muchos analistas.Errores abultadosEn Mendoza, el triunfo del candidato radical apoyado en el conjunto de las fuerzas opositoras le permitió pasar eltrauma del bautismo al acuerdo UCR-PRO, sancionado en la polémica Convención de Gualeguaychú, aunque no alcanzó la contundente diferencia de votos esperada, a tal punto que los dos presidenciales involucrados, Mauricio Macri y Sergio Massa, no viajaron a la provincia para los festejos, no se sabe si de motus propio, o porque los vetaron desde el búnker del radicalismo mendocino. En Santa Fe, el triunfo ajustado pero impactante del humorista Miguel Del Sel, anunciado el domingo y calificado como empate técnico entre el PRO y el progresismo dominante en Santa Fe, culminó en un inesperado escándalo que dio lugar a sospechas de fraude y mantiene hasta hoy indefinido el conteo final de los sufragios. Aparentemente, recién el martes se sabrá el resultado final, que se estima que mantendrá la tendencia, cuando se cuente con los 200.000 votos de las 807 mesas no contabilizadas en el escrutinio provisorio a causa de que “hubo errores en el 10% de las mesas”, según la genérica explicación oficial. El PRO, por su parte, se enfrenta hoy a una cita electoral en las Paso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las que, a priori, no se descarta la probabilidad de que a Macri le estalle en las manos la bomba que él mismo se empeñó en armar, al tomar partido en la interna de la fuerza política que lidera, bendiciendo como su delfín a Horacio Rodríguez Larreta, su jefe de gabinete, en plan de convertirse en sucesor; y desahuciando a Gabriela Michetti.Con fecha fija En la provincia de Misiones, el anuncio oficial de que las elecciones se harán en sintonía con las nacionales, el 25 de octubre próximo, terminó con un suspenso que mantenía signos de interrogación sobre el armado opositor. Tanto como sobre la confimación, todavía pendiente, de la fórmula oficialista. Puertas adentro de la renovación, afirman que la definición de la fecha -que ata el destino renovador al del kirchnerismo nacional- confirma que Closs irá, como candidato a diputado nacional, en la misma boleta con Hugo Passalaqcua, el candidato a gobernador. La presencia del gobernador en la boleta, acompañando al candidato de Rovira, se lee como una prueba de que, pese a las tensiones internas, prevaleció finalmente la sintonía fina entre los dos integrantes de la cúpula bipolar de la alianza de gobierno. Closs, a quien muchos desde afuera lo veían jugando a dos puntas en la puntillosa discusión sobre las bondades de la candidatura de su actual vice; cumplió con una doble promesa en la definición de la fecha: por un lado cumple con la orden de Cristina y por el otro termina con las dudas sobre su fidelidad al acuerdo con Rovira. En la renovación creen que, paralelamente, con Closs en la lista oficialista, se terminan de evaporar las aspiraciones de Alex Zieglera la gobernación; sostiene que el diputado nacional había declarado a sus allegados que eran conveniente unas elecciones desdobladas donde la figura del gobernador no traccione en favor del vice. En la renovación comentan, además, que ya lo consideran totalmente afuera del esquema del Gobierno al eldoradense y no le darán el gusto “ni siquiera de expulsarlo”, señaló una alta fuente del oficialismo. Advierten que el diputado -mediante una serie de acciones políticas- buscaría victimizarse y buscar que lo expulsen, “pero no le daremos ese gusto”, y remarcan que la asamblea del Frente Renovador ratificó el año pasado que el instrumento para la designación del candidato oficialista es el consenso, descartando cualquier posibilidad de internas.Frentismo fluctuanteLa definición de la fecha electoral, a su vez, también impactó en el arcoopositor, galvanizando las fluctuantes tratativa
s para la conformación de un frente amplio anti renovación, cuyo embrión se había supuesto que sería el trabajado y discutido acuerdo PRO-UCR, hoy traspasado por tensiones internas y externas. La cúpula del Comité Provincia que conduce Hernán Damiani, y que impuso con un fuerte sesgo autoritario la alianza con el PRO, llegando al extremo de expulsar con amañados argumentos presuntamente estatutarios a dos de los principales referentes de la minoría que compitió en la última interna, los diputados de Vanguardia Radical María Losada y Hugo Escalada; pierde terreno día a día. Esta semana el desafío de Osvaldo Navarro, que reclamó dirimir en las Paso el cargo de diputado nacional a que aspira el propio Damiani, no sólo provocó una destemplada reacción del titular del partido, sino que reafirmó la fuerte disidencia interna que enfrenta la cúpula damianista. Como están las cosas, la constitución de un frente opositor que mantenga la sintonía entre el radicalismo y el PRO de Alfredo Schiavoni y esté en condiciones de sumar, entre otros sectores al Pays de Héctor Bárbaro y a Trabajo y Progreso, de Claudio Wipplinger, parece remota. La idea de protegerse con un paraguas “misionerista” de las fuertes contradicciones que surgen de las adhesiones a un presidenciable nacional, por el momento, suenan a utopía. En medio del escenario de tensiones preelectorales, el atrincheramiento del intendente de Santa Ana, unos días después del principio de revuelta policial en esa localidad, una postal conflictiva con centro en la negada -pero insistente- interna renovadora. Las peleas de campanario en la retaguardia que dejó Mabel Pezoa el asumir como diputada, son sólo una parte de un síndrome complejo de “aburguesamientor”, que en vano el oficialismo intenta remontar tras más de una década de ejercicio del poder sin huellas de autocrítica. .





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