POSADAS. El uso de agrotóxicos está diezmando la existencia de plantas medicinales misioneras usadas como alternativa para aliviar o prevenir distintas dolencias, según aseguran quienes se dedican a recolectar, secar y vender “yuyos” y a transmitir esta tradición fuertemente arraigada en la región. Julio Kreger es un productor de Cerro Azul que desde hace 19 años vende plantas medicinales en las ferias francas de Posadas. Como “experto”, que mechó la herencia cultural con la formación “de los libros”, expresó su preocupación y alerta por el efecto de los “venenos” en la variedad de especies que se usan desde hace siglos en nuestra provincia con fines fitoterapéuticos. “Cada vez menos, cada vez menos. El rociado con veneno afecta fuertemente a las hierbas medicinales y debería estar totalmente prohibido, pero seguimos y seguimos”, repite ante la consulta de PRIMERA EDICIÓN. Se refiere a la enorme afectación que sufren las plantas medicinales, totalmente vulnerables al efecto de los químicos que se usan en la producción agropecuaria para matar malezas y alimañas. Menos yuyos, más demandaLa escasez de algunas especies y la dificultad que debe sortear en los últimos tiempos para conseguir todas las variedades requeridas por su fiel clientela son inversamente proporcionales al crecimiento de la demanda, que ahora incluye a jóvenes interesados por las propiedades de las plantas como complemento o alternativa a la medicación de las farmacias. “Lo que menos se consigue ahora es la cola de caballo, una planta que es muy delicada y crece en los bañados. Casi no hay. La manzanilla directamente ya no crece. Cuesta más todavía cosechar hierbas en lugares donde no hayan tirado veneno, porque está en todos lados”, cuenta. Dos o tres veces por semana don Julio se interna en el monte, camina por los bordes de los arroyos, se mete en los bañados y recorre pastizales para que la naturaleza le provea de la materia prima que después venderá disecada en su puesto de las ferias francas.La semana pasada, por ejemplo, trabajó en la recolección de “marcelita”, que ya está a punto y que no volverá a florecer hasta el próximo año, por eso la preservará en un galpón, protegida de la humedad. Tantos años de meterse en el corazón verde de Misiones no fueron gratis. Sobrevivió a una picadura de víbora y a tres arañas ponzoñosas. Los miércoles y domingos en Santa Rita, los sábados en Villa Cabello y los viernes en la chacra 32-33, el productor le explica a sus clientes las propiedades y la forma de ingerir cada brebaje. “Jamás hervida, ninguna planta medicinal se hierve porque pierde sus propiedades”, aconseja. Por cinco pesos el mazo, este transmisor de conocimientos ancestrales mantiene viva parte de nuestra idiosincrasia, pero cree que integra la última generación de “yuyeros”. Es que el uso de plantas medicinales resistió al tiempo, pero tal vez no resista la potencia de los agroquímicos. Salvar a los “yuyos”Palo amargo, caá heé, carqueja, cola de caballo, malva, salvia, flor de piedra, rompepiedra, marcelita, ysypo mil hombre, escalera de mono, uña de gato, ñandypá, culantrillos, cangorosa… la lista de yuyos medicinales que usamos los misioneros es tan extensa como la cantidad de dolencias que se alivian con su uso, ya sea en el mate, en infusiones calientes o en “aguas” que se preparan sólo moliendo las hojas, como el cocú. En los puestos como el de Julio Kreger, los yuyos digestivos son los más demandados, aunque también existe demanda importante de kaá heé (hierba dulce) para reemplazar al azúcar, o la moringa para el control del colesterol. Misiones tiene una larga tradición cultural en el uso de hierbas medicinales, al punto que avanzó en la elaboración de fitomedicamentos producidos en base a “yuyos”. El laboratorio de especialidades medicinales de Salud Pública logró la aprobación de la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) para tres medicamentos fitoterápicos: la crema de Caléndula, el jarabe de Ambay y los comprimidos de Cangorosa.





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