POSADAS. Si hay un pensador al que merece la pena acercarse (si de verdad queremos entender el rumbo de las sociedades contemporáneas) ése es Roberto Carlos Abínzano. Antropólogo de carrera, cuya presencia se distingue en el ámbito académico de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), donde se desempeña como profesor emérito. Es justamente por esta característica que suele ser muy requerido por cuanto periodista o comunicador hay en el medio para poder leer la actualidad de otra manera, sin los prejuicios sacralizadores…Voz autorizada para hablar de sectores de la población, de modos de vida, de integración de frontera, Roberto Carlos Abínzano se define con un gran gusto por la “comunicación”. “Me la pasé dando clases toda la vida y la gente que viene a verme sabe que no me va a tener que sacar las palabras con una pinza”, reconoce. Son muestras de la grandeza de actitud y carácter del profesor aceptar reunir, durante horas, no importa quién sea el comunicador que lo requiera, para conversar sobre algún tema de Misiones sin salir defraudado de su perspectiva científica. Imposible no ser contagiado con su entusiasmo.No obstante Abínzano tiene, además, una faceta en la que se lo conoce muy poco: la de conductor radiofónico, quien en los años 80 y 90 supo “hacer escuela”, en principio en LT4 con “Ruta de Pionero” en AM los domingos de 9 a 11 de la mañana, que respondía un poco a la imagen que él tiene de lo que debe ser un domingo. “Era un programa absolutamente melancólico”, dice y se ríe. Para indagar más sobre éste Abínzano, el divulgador científico amante de “la radio que acompaña”, PRIMERA EDICIÓN lo convocó para charlar sobre su persona, entender su historia de vida y qué cosas le ofreció al oyente en las dos etapas que perduró su experiencia en radio. “Si vuelvo a hacer algo, será un programa nocturno. Tengo el concepto de que la radio te tiene que hablar, acompañar y de noche en Posadas las radios locales sólo pasan música”, sostuvo.¿Cómo tiene que ser la radio para que le gusta a Roberto Carlos Abínzano?Que tenga buena música, que entretenga y que informe de manera agradable y comprensible. “Ruta de Pionero” respondía a esas características porque respondía un poco a la imagen que yo tenía de lo que debe ser un domingo. Respondía a tres características, la primera es que era un programa, a lo mejor lento para mucha gente, pero hecho más que nada con el objetivo de reflexionar, pensar muy tranquilo sin el apremio por los cortes y las tandas. La segunda, es que había un solo invitado por programa, es decir que se trataba de dos horas de charla con un invitado especialista en el tema que se iba a tocar, y la tercera estaba dada por la música, que era muy rara, especialmente porque no se escuchaba en ninguna radio local. Era muy heterogénea: chamamé interpretado por alguien totalmente desconocido, música árabe, judía, griega, tangos. En esa época la discoteca de la radio estaba conformada por unos 50 mil discos, además de los discos privados que yo poseía. Trataba de que siempre fuera una “sorpresa”.La idea pasaba por convocar a un especialista en algún tema de Misiones, conversar sobre su especialidad, su historia de vida y sobre qué podía ofrecerle esa profesión a la gente. Después, en la segunda parte del programa, desde su perspectiva científica le pedíamos que nos contara algo sobre Misiones. ¿Qué lo entusiasmaba del programa? Que uno escuchaba sobre un heterogéneo mapa de temas: problemas rurales o de aborígenes… en esa época estaba justamente en discusión la ley de aborígenes, así que también hubo programas dedicados a eso, siempre con un invitado especializado. El primer programa fue con el geólogo José Portaneli. Todo se desarrollaba en términos muy radiales para que cualquiera pudiera entender perfectamente, por ejemplo, cuál era el basamento geológico de Misiones, entre otras cosas. Así fui invitando a una geógrafa, Emilce Camarata, a lingüistas como Ana Camblong, a médicos que hablaron de temas epidemiológicos. En uno de esos programas invité a ese gran pintor que fue Zigmunt Kowalski, quien hizo una especie de relato de su vida, sumamente aventurera y maravillosa. Hablamos de la pintura, del arte en general y de lo que significaba Misiones como motivo estético. Hubo un programa que yo lo recuerdo con mucho cariño. Empezaba la década del ’90 e invité a los últimos tres gobernadores democráticos que había tenido la provincia. Mario Losada, Miguel Ángel Alterach y Ricardo Barrios Arrechea. Simplificando un poco, en la primera hora de programa hablamos de cómo ellos habían vivido, desde el punto de vista personal, de manera íntima y privada, el ejercicio del poder siendo gobernadores. La segunda fue sobre qué pensaban ellos que debería hacerse en esa década que empezaba para que Misiones tuviera mayor impulso y desarrollo. Ese programa yo lo recuerdo con mucho cariño, primero porque ellos provenían de distintas ideologías pero podían ser amigos. Y segundo, porque fue extraordinario cómo la gente llamó mucho a ese programa. Desde los lugares más insólitos de la región, del Paraguay y sur de Brasil. Fue un programa muy escuchado. No le faltarán anécdotas…Muchas. Me pasaron muchas cosas, voy a contar dos.Recuerdo una en la que estaba en una farmacia y no se entendía la letra del doctor. Al lado mío un señor que se ve había tenido farmacias y nos ayudó a traducir el nombre del medicamento. Yo lo invité al programa porque habíamos empezado a hablar de las bailantas que estaban antes en la zona de El Brete, donde incluso estaban divididas por clases sociales, y te encontrabas con la que era más “cate” que las otras, etcétera. Este hombre me dice que en Santa Ana se daba algo similar y entonces se da que lo invito.Grande fue mi sorpresa cuando quien me había dicho que era mi oyente, resultó que había sido un candidato a gobernador en las elecciones de Misiones que ganó Alterach. El domingo que vino al programa lo hizo con una carpeta llena de recortes de diarios que demostraban que había sido secretario de Eva Perón en la época del peronismo histórico, entonces no habló de las bailantas populares, sino de su experiencia política. La otra anécdota es que uno de los programas justo coincidió
con la invasión de los Estados Unidos a Panamá para capturar a Manuel Antonio Noriega, un hombre que había sido de los servicios norteamericanos pero que después se metió en el narcotráfico. En fin, esa triste invasión que costó muchas vidas para capturar un hombre.Entonces yo dediqué un programa entero a leer las veces que Estados Unidos había intervenido en Latinoamérica y a los dos programas recibí una hermosa carta en la que me felicitaban por el maravilloso programa bla bla bla pero “necesitamos un programa más alegre, distinto, con más propaganda” y me dieron las gracias por los servicios prestados. Bueno, estaban en su derecho yo hacia el programa gratis y porque quería. No me molestó irme porque hice lo que tenía que hacer, que era dedicar la emisión a denunciar ese atropello mirado dentro de un contexto histórico. No me enoje, me fui y esperé mi oportunidad para tener otro programa. ¿Fue luego de esto que se dedicó a analizar la actualidad con las herramientas que brinda estética del cine, pero con un formato radial?No. Mi segundo programa fue en realidad un micro, dentro de otro que se emitía en FM Universidad y que se llamaba “América Latina en el mundo”. Era una especie de informativo actualizado de cosas que pasaban en Latinoamérica y cómo nos iba viendo el mundo ante determinadas circunstancias, para lo cual contaba con alguna información interesante que recibía en esa época, entre ellas una publicación inglesa que se llamaba “Latin América New letter” que había sido fundado por exiliados sudamericanos, entre ellos Rodolfo Terragneo. Era muy interesante. Llegaban semanalmente en forma de carta y de forma muy concisa y directa daban información muy valiosa de cosas que pasaban y que iban a pasar. Tenían una cosa anticipatoria muy interesante.Después de eso recién empezamos la aventura con unos amigos con un programa que se llamaba “A partir del Cine” y no los puedo dejar de nombrar, José Portaneli (geólogo); Juan Galupo (médico); Aldo Cerruti (psicólogo) y -en la primera época- Augusto Pasquet (sociólogo).¿Cuál era la idea del programa?Tomar un tema, preferentemente de actualidad o fundamental de la vida (vejez, niñez, amor) y ver cómo el cine trató esos temas.Nos juntábamos para ponernos de acuerdo sobre qué grandes películas se han hecho sobre tal o cual tema. Nos costaba bastante, porque como teníamos gustos distintos nos peleábamos mucho entre nosotros. Películas antiguas, otras más actuales, de distintos orígenes, europeas, latinoamericanas, indias, orientales, norteamericanas…Ese era un poco la entrada al programa. También teníamos música, que elegíamos de común acuerdo, a veces tenía que ver con la experiencia cinematográfica y otras no. No era música de película, sino más bien la que tenía relación con los temas.También dedicábamos un tiempo en hacer crítica de las películas que se estrenaban en ese momento y recomendábamos ir a verlas.Cuando empezamos el programa subsistían unas pocas salas de cine, las salas iban desapareciendo y por supuesto que no estaba el shopping. En esa época empezaba a alquilar películas en los videos club. Con ese programa fuimos emigrando de radio a radio. Pasamos por Estilo. FM del Sol, Classic y FM Universidad.El programa duró muchos años. Fue una experiencia extraordinaria. ¿La repetiría?Me encantaría hacer un programa nocturno. Tengo todo, hasta el título. Quiero hacerlo. Actualmente, con el impacto de la TV y también de las redes sociales, ¿se perdió el encanto por oír radio?No, no. La gente escucha radio todo el tiempo. Las radios fundamentales, que se repiten en cadena por todo el país, como por ejemplo el programa de Alejandro Dolina que tiene una llegada impresionante. Acá en Posadas vos recorres todo el espectro de la radio y todo es música. Dicen que sobre gusto no hay nada escrito, yo estoy en contra de eso. Hay grandes libros escritos, uno de ellos es “El gusto” de Pierre Bourdieu, un sociólogo extraordinario. Uno cree que el gusto es totalmente personal y no sabe hasta qué punto está condicionado social, cultural e ideológicamente. Acá de noche no hay una radio de producción misionera que de noche te cuente algo, que te hable. Pero tiene que tener una característica: no tiene que referirse a la actualidad. Todo está saturado de actualidad. Hay que contar anécdotas de la Revolución Francesa o cómo viven los esquimales y que cosas graciosas hacen…pero que no le hable de Nisman ni de la inflación. Hay tanto bombardeo de actualidad que la gente ya no oye. ¿Qué cosas de la vida son las que lo llevan a querer incursionar en la radiofonía?Me crié con la radio y me gusta la comunicación. Cuando era chico no había televisión y todavía existían las radios a galena. En las casas las radios eran muebles y tenían que armonizar con el resto de la casa. Estaban sobre una carpeta y a veces los parlantes de la radio se usaban con el tocadiscos.A la hora del programa favorito, estaba toda la familia reunida alrededor para escuchar. Había una gran variedad de ofertas para elegir. Entonces la radio para mi fue importante. Por escuchar “Tarzan” que fue una serie famosa, que despertaba toda mi imaginación, casi me matan porque salí corriendo del colegio porque no quería llegar tarde a la emisión del programa y me atropelló un colectivo, no me mató de casualidad. Todo por llegar a la radio. Mi vida está ligada a la radiofonía. Me pasé dando clases toda la vida, y la gente que viene a verme sabe que no me va atener que sacar las palabras con una pinza. Al contrario me va atener que tirar con algo para que me calle (ríe). Escribí y firmé más de 50 artículos periodísticos para todos los diarios que hubo y hay en Misiones. Me gusta la comunicación. ¿Cómo evalúa a la radio posadeña actual?Creo que las evaluaciones siempre tienen que ser comparativas. Por razones de trabajo pude viajar mucho por el país y escuché radio en todos los viajes. Necesito escuchar radio. En general y comparativamente con otras, las radios posadeñas tienen muy buen nivel. Sin dar nombres ni nada, pero tiene muy buen nivel.Puedo tener discrepancias con lo que se dice, pero reconociendo que lo que se dice se dice de una manera muy potente y muy radial. Tiene buena música, buena calidad de locutores, muy profesionales, que se expresan muy bien. No es la radio de pueblo, donde el conductor lee y se escucha el ruido de los papeles y que hay vacíos. Las radios de ac&
amp;aacute; son buenas, sonido, nivel, producción, etcétera. Después podemos discrepar con lo que se dice pero comparativamente tenemos muchas y buenas radios. Una vida intensaRoberto Carlos Abínzano nació en Capital Federal. Cursó sus estudió en Buenos Aires donde se licenció en Ciencias Antropológicas. Empezó a enseñar en la UBA pero durante la intervención de Lopezreguismo fue despedido junto con otros compañeros, con algunos de los cuales se volvió a encontrar en Misiones, donde le habían ofrecido un trabajo dentro de lo que se llamó “Proyecto de Desarrollo Integrado de la provincia de Misiones”, que se hizo en conjunto con técnicos de la OEA, de la Universidad y otras ONGs.Cuenta Abínzano: “fue proyecto donde aprendí muchísimo en todo lo referido a Misiones y ahí conocí a todos quienes son mis amigos”. Simultáneamente ingresó en la Universidad Nacional de Misiones y cuando le ofrecieron una dedicación más alta se quedó definitivamente dando clases desde 1978 hasta que se jubiló hace unos años. Tras ello fue nombrado con el cargo de profesor emérito en el marco del cual sigue trabajando, dirige el programa Investigaciones Interdisciplinarias sobre Regiones de Frontera. El programa tiene asimismo cinco proyectos de investigación; tiene a cargo tesistas, publica investigaciones sobre la Geopolítica en relación con la triple frontera. Es decir, qué lugar ocupa dentro del tablero internacional geopolítico latinoamericano la Triple Frontera, como gran laboratorio de integración de pueblos que están en contacto, con grandes posibilidades, acechanzas, incertidumbres y amenazas. Recientemente fue nombrado responsable del área de Integración Regional del proyecto UNIR, aprobado por la Unam y el Comité Académico Binacional que apunta a la integración con la Universidad Nacional de Itapúa, Paraguay.





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