SAN JAVIER. Los casos de violencia de género siguen afectando a numerosas mujeres a lo largo y ancho del país. Las medidas judiciales para impedir que los agresores se salgan con la suya no siempre son efectivas y para muchas víctimas significan una delgada línea entre la vida y la muerte.La docente de apellido Quiroz que el miércoles en San Javier sobrevivió al feroz ataque por parte de su expareja, sindicado por la policía como el autor del hecho, es un claro ejemplo de ello. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, una de las hijas de la víctima, Yani Quiroz, contó el largo peregrinar por dependencias policiales y judiciales por los que atravesó su madre para obtener una prohibición de acercamiento contra el ahora acusado por tentativa de homicidio. Esta orden judicial, como así también los pedidos de ayuda que hizo en forma particular en las redes sociales implorando seguridad para su progenitora, no prosperaron. “Pese a la orden de la Justicia de no acercarse, este hombre siguió merodeando la casa de mi mamá e incluso la siguió amenazando en forma permanente, durante cuatro meses. Un hostigamiento de esta naturaleza no puede ser posible cuando existe una prohibición de acercamiento. La orden fue emanada luego de propinarle una paliza. Ese día la amenazó de muerte con un cuchillo. Mi madre le suplicó por su vida y hasta intentó escapar y él la agarró de los pelos y la arrastró varios metros. Llegó a un punto en que tuvo que cambiar su número de teléfono por las amenazas que le enviaba. Pero no se dio por vencido y la amenazaba con mensajes que mandaba al celular de mi hermanita. El día en que baleó a mi madre y acuchilló a su actual pareja (un comerciante de apellido Medina), ingresó a la casa tras saltar un muro, porque adelante mi mamá tenía todo bajo llave y candado. Vivía así porque sabía que algo malo podía suceder. Estaba uniformado, porque supuestamente tenía que estar trabajando en el cuartel de San Javier, donde presta servicios. Mi hermana, de doce años, estaba desayunando y lo vio entrar, pero él fue rápidamente y tras balear varias veces la puerta de la habitación de mi mamá, le disparó en el abdomen. Entonces, el hombre que estaba con ella salió en su defensa y pudo desarmarlo. Pero en ese forcejeo ambos terminaron acuchillados, es mentira que el agresor intentó suicidarse, se cortó muy levemente para decir que lo agredieron a él”, relató Yani. Agregó que “mientras los hombres forcejeaban a mi mamá la salvó mi hermanita, que la sacó por una de las ventanas. De allí fueron a pedir ayuda a un vecino para poder ir al hospital. Mi otra hermana, de siete años, por fortuna estaba en la escuela y no tuvo que presenciar las violentas escenas donde su propia madre era víctima”. “Tengo miedo de que salga”Yani explicó que, a partir de ahora, “lo único que pido es justicia por lo que (el hombre) le hizo a mi madre, a su pareja y por todo el daño físico y psicológico que nos hizo. Voy a ser querellante en la causa, porque tengo miedo de que salga de la cárcel y vuelva a pasar otro hecho similar. Este hombre fue capaz de amenazar a los propios hijos, es algo de no creer”. “Hablé con mi mamᔓHoy (por ayer) estuve con mi mamá. Me contó parte de lo que sucedió y pidió ver a sus otras hijas, que se quedaron en San Javier. La pasaron de terapia intensiva a otra sala, se encuentra estable pero no quieren decir que está fuera de riesgo. Tiene catorce perforaciones en los intestinos, producto del impacto de la bala”, reveló la joven. Baño de sangre El pasado miércoles, un suboficial del Ejército Argentino -de 53 años- baleó a su expareja y acuchilló al concubino de ésta. Por el forcejeo posterior, ambos hombres resultaron con varios cortes en distintas partes del cuerpo, aunque la mujer, docente de 40 años, se llevó la peor parte. Ocurrió a las 8.45 en la vivienda de ésta, en la calle Perú del barrio Elvira de San Javier. Allí se incautó el revólver calibre 32 largo -de caño corto- presuntamente utilizado en el ataque. La visión legal Para el abogado del foro local Eduardo Paredes, los casos de violencia de género deberían abordarse desde el inicio con mayor rigurosidad psiquiátrica.El letrado opinó que “las amenazas no se pueden frenar con una prohibición de acercamiento, debe existir una vía más efectiva para analizar cada caso en particular. El sistema judicial tiene una estructura y un modo de trabajo ya formado para resolver este tipo de situaciones o conflictos. Lo que debería aplicarse, dentro de lo que son las normas generales, son gabinetes psicológicos que puedan determinar si una persona tiene algún tipo de personalidad desequilibrada. Una mera resolución judicial no detiene una situación límite. Por ello, los profesionales a cargo de las agencias de salud mental, por vía psiquiátrica, deben tratar cada caso en particular. Incluso dentro de los casos que figuran en la biografía psiquiátrica existen personas con celopatía que están dentro de las desviaciones de las patologías mentales. Los gabinetes psicológicos deberían estudiar los niveles de riesgo que por ejemplo puede tener una persona acusada de amenazas, la relación y el ambiente donde se desenvuelve. Esto quizás disminuya el riesgo”.





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