POSADAS. Calles oscuras y delincuencia. El “combo” no podría ser peor para los vecinos del barrio Bicentenario, en Itaembé Miní. Allí, ninguno de los intentos para resguardar la seguridad de los vecinos ante los hurtos y los atracos demostró ser eficaz. Desesperados y con miedo, amén de la necesidad de estar alertas y prevenidos, entre las familias que viven en el barrio decidieron utilizar las aplicaciones de la tecnología a su favor y por ahora se pasan, entre sí, una cadena de Whatsapp donde, quienes tienen datos puntuales, se informan unos a otros de los posibles “movimientos sospechosos”. En especial, cuando divisan a algunas personas “que son conocidas aquí por estar entrando y saliendo de la comisaría, donde se los detiene por algunos días pero ni bien salen, ya están robando otra vez”, describió el vecino Leonardo Duarte en representación de las atemorizadas personas del barrio. “¿Para qué vamos a pagar seguridad privada?”, se preguntó el vecino, quien reflejó que “con los serenos, ya quedó demostrado que no pueden hacer nada para defendernos. No pueden entrar a las casas para sacar al delincuente que se metió a robar y, si así lo hicieran, a riesgo de sus propias vidas, cuentan sólo con una cachiporra. Para nosotros, al menos, pagar por seguridad privada significa un gasto inútil”, señaló, por eso “recurrimos a la cadena de Whatsapp porque ya no sabemos qué hacer para frenar la ola de inseguridad”. “Como mínimo ocurre un robo o un asalto por día en la zona y la Policía, donde la jurisdicción corresponde a la comisaría Novena, no cuenta con los recursos, humanos y de logística para garantizar seguridad a las 90 mil familias de Itaembé Miní”, reflejó el vecino.Cabe mencionar que, por ahora, el Bicentenario no cuenta con representación de una comisión vecinal en el Foro de Seguridad. Sin luzPara colmo, hace casi una semana, desde las avenidas 206 a la 210, están sin alumbrado público y tanto para salir del barrio temprano como para tomar el transporte público hacia el trabajo o las escuelas, o por las noches al regresar al hogar, reina el miedo en la población. “La inquietud es generalizada. ¿Cómo hacemos para frenar la delincuencia? Por ahora nos estamos movilizando entre nosotros, pero queremos soluciones puntuales. A los vecinos, quienes pagamos una cuota de 2.000 pesos mensuales por la vivienda, nos prometieron que íbamos a tener una comisaría propia, porque somos el barrio más alejado de Itaembé Miní, en cuyo alrededor la delincuencia prolifera al ritmo de los asentamientos de emergencia”. “No es que la Policía no haga nada. Cuando damos alerta, mandan los móviles para hacer un patrullaje, pero ni bien se van, vuelven a producirse los robos. Es la historia sin fin”.Este vecindario había sido afectado recientemente por la interrupción nocturna del servicio de transporte público: aludiendo a que “no se podía garantizar la seguridad en las unidades”, donde se protagonizaron feroces asaltos, después de las 22 los colectivos ya no ingresaban al lugar. Tras reflejar la problemática a través de este diario, cientos de familias afectadas por la medida de la empresa que maneja el monopolio del transporte urbano volvieron a contar con el servicio. “Nos amparamos en el diario porque ya no sabemos qué otra cosa hacer”, sostuvo el hombre.





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