TRINIDAD, Paraguay. (Por Esteban Abad). Un soleado día de verano, el destino de una jornada de vacaciones fue Trinidad, un distrito del departamento Itapúa de la vecina República del Paraguay donde se hallan relictos de la civilización jesuítica de la región guaranítica. El crecimiento edilicio del pueblo, con calles asfaltadas, señalizadas con nombres y numeración, con edificaciones modernas y jardines que lo embellecen, contrasta con el estado lamentable que presentan “las ruinas de Trinidad”. Un pueblo con crecimiento edilicioAsimismo, en el aspecto turístico, el lugar presenta un centro de atención a los visitantes (muchos llegan en un mini bus que los lleva desde Encarnación), donde les explican la importancia de estas piedras policentenarias, les dan folletos, les prestan los sanitarios y les presentan a eruditas jóvenes que los guían por el histórico predio. Frente a este centro hay un hotel (impensable en la anterior visita realizada a Trinidad), un jardín con comodidades para descanso de los viajeros y puestos de venta de artesanías locales. El carumbé turísticoY hasta funciona una especie de carumbé (lo mencionaron como “carro nupcial”), que tirado por un noble equino de nombre “Zaino”, es conducido por un – también noble-, anciano que se llama Ponciano. Entre ambos llevan a pasear por el pueblo a los turistas que quieren conocer algo más . Un poco más de 10 para la guíaEl diez no alcanza para calificar a la joven guía que nos contó paso a paso lo que significaba cada una de las piedras, cada una de las estatuas esculpidas en la piedra mora, algunas – casi todas -, descabezadas y no precisamente por el paso del tiempo. Caminamos de pronto sobre lajas por las que habrán transitado los curas, los caciques y los reducidos guaraníes. De pronto estamos en la máquina del tiempo, hemos retro viajado cuatrocientos años y Romina – nuestra guía -,nos explica todo. Nos convence de que las manchas blancas en las paredes son “producto de las intensas lluvias que estamos recibiendo todo este tiempo” y, aunque sabemos que son perniciosos hongos, le creemos pues lo dice con voz y acento cargados de inocencia, repitiendo la lección que le han enseñado y con una dulce tonada paraguaya. Romina ha sorteado con éxito todas nuestras preguntas, le agradecimos por ello, y comenzamos a recordar que hasta otro color tenían esos muros hace cinco años, la anterior vez que estuvimos allí. Santísima Trinidad del Paraná No obstante lo comentado, la misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná es la reducción guaraní mejor conservada del Paraguay y la más extensa. Se encuentra en una colina a 28 kilómetros al noreste de Encarnación, distrito de Trinidad, Itapúa.Fue fundada en junio de 1706, y en 1728 contaba con una población de 3000 indígenas guaraníes. Fue redescubierta cerca de dos siglos después de su abandono, declarándose Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993.Cuenta con una Plaza Mayor, lugar de reunión del pueblo y un Museo Jesuítico localizado en la antigua sacristía dónde se pueden apreciar esculturas y una maqueta de la misión. Trinidad y la música Esta reducción cuenta con el mayor templo construido entre todos los que conforman las reducciones jesuitas, en donde sobresale el friso de los ángeles músicos que hasta el hallazgo de las partituras musicales en Moxos (Bolivia) constituían el único antecedente de la música en las misiones jesuitas. Este pueblo es el que conserva en mayor grado la estructura de conformación del pueblo.





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