COMANDANTE ANDRESITO. “Estoy abandonada. Algunos me dijeron que tengo lepra, otros diabetes, la cuestión es que me querían cortar las dos piernas, yo me negué y desde que estoy en casa no recibí ningún tipo de asistencia”, se quejó Olinda Antúnez (53) a PRIMERA EDICIÓN. La mujer se encuentra postrada en su casa y apenas logra reunir alimentos y las gasas necesarias para las curaciones en sus piernas deterioradas.Su hija Carmen tuvo que dejar de trabajar para poder brindarle atención durante todo el día. DesahuciadaOlinda estuvo internada en el hospital Samic de Eldorado, donde le amputaron tres dedos de la mano y -según relató- estuvieron a punto de amputarle ambas piernas, práctica a la que ella decidió no acceder. Mediante el alta voluntaria regresó a su casa y, dado que su situación es delicada y casi no tiene recursos, su hija solicitó ayuda en la Municipalidad de Andresito. “Yo necesitaba una silla de ruedas, gasas, medicamentos, algún tipo de asistencia con mercaderías. Necesito ayuda y suponía que por ser una hija del pueblo me iban a asistir”, indicó Olinda. Pero las respuestas que le dieron a su hija en la Municipalidad no fueron positivas y las autoridades ni siquiera se acercaron a su casa.“Les expliqué las necesidades y el estado de mi madre y que debido a ello no podía dejarla mucho tiempo sola, pero no recibí ninguna respuesta, no nos ayudaron en nada y ni siquiera vinieron a visitarla, a verla, a ver qué podían hacer”, reclamó Carmen. “Somos pobres, no les interesamos, nos discriminan”, aseveró.Vecinos solidariosPor su parte, Olinda señaló que “llevo más de un mes postrada y ni siquiera vinieron a verme (desde el Municipio), tengo que agradecer a los vecinos y a la radio que son los únicos que han colaborado con nosotros”.Es que a través de una campaña en una radio local (FM San Martín 96.1 en Facebook) consiguieron una silla de ruedas para que, aunque sea por momentos, Olinda pueda cambiar de postura y salir al exterior de su casa a tomar un poco de aire. Algunos vecinos enterados de la situación, colaboran con leche y alimentos. “Mi hija dejó de trabajar porque yo no puedo quedar sola, tenemos muchos gastos en gasas, desinfectante, vendas y puedo afirmar que si hoy puedo tomar un vaso de leche o comer es gracias a los vecinos. Especialmente le quiero agradecer a mi vecino El Negro, que permanentemente viene y nos asiste, porque desde el municipio estamos totalmente abandonadas”, finalizó Olinda.





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