GARUPÁ. A Córdoba y sin escalas. Así lo hicieron los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Fátima que viajaron hasta La Cumbre para participar del 52º Encuentro Nacional de Folklore de la Niñez (Enif), el festival tradicional de los niños más importante del país. Una vez al año la tranquila ciudad, situada a 94 kilómetros de la capital se inunda de chicos. Y este año no fue la excepción. Del 6 al 9 de noviembre se realizó una nueva edición del Enif, que reúne hace más de cincuenta años a escuelas de todo el país y esta vez Misiones estuvo representada por el Instituto Nuestra Señora de Fátima, una escuela ubicada a las afueras de Posadas, en el barrio de Ñu Porá, que logró traer varios premios en su primera participación a nivel nacional. La delegación estuvo formada por doce alumnos de tercero, quinto, sexto y séptimo grado, de los turnos mañana y tarde que se prepararon durante dos meses para la competencia. Pero no fueron solos. Hernán de Azevedo, Leandro Bottini profesores de folklore, y Daniela Zamudio, maestra del nivel inicial, y varios padres los acompañaron. Graciela Pintos, directora de la institución, explicó a Primera Edición que “la escuela se propuso todos los años participar de experiencias nuevas. Lo que queríamos era un premio nacional. Al inicio hubo muchos no, como en todo desafío, cuando se propone algo diferente, la primera reacción es no. Pero igual lo hicimos”. Hernán de Azevedo, profesor titular del área de folklore, destacó que “la preparación en cuanto a la danza específicamente fue más exigente en el malambo, porque no es propio de la región. El mensú no zapateaba, entonces el nivel del malambista misionero no es el mismo que el de los de la zona centro del país. Tienen que ver con la esencia de la danza folklórica, que es una expresión del pueblo, su tradición, su identidad. A pesar que los chicos muchas veces se quejan del chotis, por ejemplo, cuando lo baila lo siente mucho más que una chacarera”.Los representantes misioneros compitieron con las danzas regionales, chotis y chamamé y obtuvieron el segundo puesto. En malambo lograron el tercero y además un reconocimiento por ser una de las delegaciones más lejanas y la única del noroeste. Un sacrificio con recompensa“Fue difícil organizar los gastos para la competencia”, comentó Dora Godoy, madre de una de las niñas. “Mi hija tenía el viaje de fin de año a Iguazú casi totalmente pagado y tuvo que elegir entre eso o ir a Córdoba. Y eligió ir a La Cumbre a bailar. Una experiencia inolvidable”.La colaboración llegó de todos lados. “Nosotros somos una escuela relativamente pequeña y el desafío era grande. Los padres acompañaron desde el primer momento y eso es muy importante. A través de ellos conseguimos el apoyo de mucha gente. Crucero del Norte nos facilitó el transporte, el Sanatorio San Miguel, la Municipalidad de Posadas y de Garupá”, enfatizó De Azevedo.Durante el certamen se realizó una jornada de integración cultural en la que los chicos se reunieron a bailar y cantar, solos, sin sus padres ni profesores. La idea de los organizadores era poner el acento en que se trata de una encuentro educativo y no de una competencia. “Los alumnos comprendieron esto a la perfección y se integraron tanto que terminaron aprendiendo de otros niños las demás danzas regionales”, dijo Bottini. “Esta experiencia les hace ver otras cosas. Mi hijo ya bailaba folklore pero con esto se dio cuenta que le gusta y que lo quiere seguir haciendo. Que debe mejorar mucho y volvió muy entusiasmado”, agregó emocionada Rosana Aquino, madre de uno de los niños. Comprometidos con la cultura“Es difícil que una escuela se comprometa y acepte una competencia como esta en este área. Folklore no es la materia que más dedicación tiene dentro de las escuelas de nuestra región, y el Instituto Fátima sí lo hace”, dijo De Azevedo sobre el valor de la cultura en la currícula escolar. “Necesitamos más espacio, más horas para seguir logrando objetivos de este nivel. El Instituto nació con la idea de revalorar lo nuestro y hoy sigue siendo así. Por eso apostamos al folklore, al portugués, a conocer Misiones”, sostuvo al respecto Graciela Pintos. “Una experiencia como esta deja muchísimos aprendizajes. Aprenden a respetar a sus rivales, a valoran sus tradiciones, se reconocen ellos como misioneros. Pero también otras cosas, como trabajar mucho por un objetivo, sacrificándose”, reflexionó el profesor.





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