POSADAS. Debido a la constante rotura de los caños cloacales, es imposible pensar que algunas familias del populoso barrio A-4 puedan disfrutar de un mate en la vereda o permitan que sus hijos salgan a jugar al frente de la casa. Para evitar los olores desagradables muchos optan por permanecer encerrados dentro de la vivienda en momentos que se encuentran en sus hogares, y al momento de ausentarse, deben buscar la salida una cuadra cuesta arriba porque hacia abajo, los líquidos oscuros se derraman por más de cien metros. Jorge Ruiz Díaz es un vecino que está al borde del colapso, y la bronca contenida se percibe en su testimonio. Junto a su esposa y a cinco hijos, vive en la Casa 08 de la Manzana 222 del barrio A 4, desde hace trece años, y asegura que “esto no viene de ahora, sino de años”.Manifestó que desde que se nos entregó la casa, en el 2003, “esto pertenece a la empresa Servicios de Aguas de Misiones SA (Samsa), a la que siempre nos quejamos, pero no nos da artículo. Nosotros pagamos por el agua y las cloacas, pero se hacen los sordos” cada vez que intentan exponer su reclamo.Comentó que el “desastre está bien a la salida de mi casa, en la escalera, debajo del portón está esa porquería”, y que “ya hicieron un video que está circulando para dar a conocer nuestra realidad”.Angustiado por la situación, sostuvo que “ahora voy a buscar un abogado para que redacte una demanda, que les haga un juicio, porque esto es insalubre. Por esta situación se está enfermando toda la familia, nos está matando despacito”. Agregó que “es impresionante el mal olor. De tanto respirarlo, te produce un dolor de cabeza terrible y vómitos constantes, te arden los ojos. Siempre fue así, pero cada vez es peor”.A entender de Ruiz Díaz, la población del barrio aumenta considerablemente y “ellos siguen enganchando a los tubos que supuestamente tienen desagote de cloacas, pero es mentira. Y no dan abasto. No tienen las medidas adecuadas y no resisten. Hace trece años que vivimos acá, y siempre con el mismo problema de las cloacas”. Ante la consulta de una posible mudanza, Ruiz Díaz se sintió molesto y exclamó: “¿Por qué habría de irme?, si ésta es mi casa. Yo no quiero salir de mi casa, esto es mío. Pago mis impuestos religiosamente, son ellos los que tienen que arreglar eso. Yo iré hasta las últimas consecuencias con eso”.Al referirse a la desidia de Samsa, indicó que el domingo reventó los caños y aún permanecen en esas condiciones. “Mi señora se cansó de llamar desde su celular y también desde el teléfono de la patrona, y lo primero que te piden es la cuenta. Yo a Samsa no le debo ni un centavo, estoy con la boleta al día porque si te atrasás dos boletas, vienen y te cortan el servicio de agua. Son unos sinvergüenzas”, aseveró. Además aseguró que “no podemos estar afuera en ningún momento, los chicos no pueden jugar, nada. Tienen que ir a la casa de los vecinos que viven más hacia arriba o ir a la plaza, que también es un desastre y está llena de vidrios, porque no pueden estar en mi vereda. No sé cuánto más va a durar esto”, lamentó Ruiz Díaz, con el agravante de que, por estos momentos, se encuentra desocupado. Es padre de cinco chicos y su esposa es empleada doméstica. “Ella sufre de sinusitis y tiene que aguantar constantemente este olor a podrido. Es un desastre”, arremetió, no sin antes aclarar que son varios los vecinos de este barrio que padecen el problema de la misma manera.





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