ELDORADO. Rosa es una mujer que todos los días se levanta para ir a trabajar a las 4, porque desde hace tres años se dedica a vender chipas. Tiene tres hijos de diferentes edades que van desde los 11 a los 18 y están a su cargo, además de una nietita de apenas tres añitos.Ella misma cuenta que su día comienza a la madrugada. “Me levanto muy temprano para poder dejar organizada las cosas en casa y de ahí vengo a trabajar. Vuelvo al mediodía para preparar rapidito las cosas que faltan a los chicos que se van a la escuela. Después a la tarde vuelvo a trabajar”, dice Rosa, sin perder la sonrisa en ningún momento.Su casa es modesta pero muy ordenada y limpia. Desde muy temprano, a partir de las 6.30, de lunes a sábado, ella sale de su hogar para ir a trabajar y deja a sus hijos al cuidado del mayor y con la confianza en que los buenos vecinos los van a socorrer si lo necesiten.Al ser el único sostén de la familia, la mujer, que solamente cuenta con una pensión, se dedicó a la venta de chipas. Todos la conocen como “la chipera”, algo que no le molesta, porque “es un trabajo muy digno”. La mujer luce con orgullo el guardapolvo amarillo, con el que todos la distinguen desde lejos. Para ella no hay impedimento para trabajar y llevar el pan a su casa “solamente hay que madrugar un poquito, buscar la manera de organizar la casa, que los vecinos miren un poco por los chicos y con eso ya se puede venir a trabajar”.Como un consejo a la nueva generación de mujeres jóvenes, Rosa les dice que “se puede trabajar con cuatro hijos y hacerlos estudiar, sólo hay que ponerle muchas ganas y buena voluntad”, y agrega “hay que recostarse en las manos de Dios y ponerse las pilas, como dicen….”El trabajo de Rosa es muy sacrificado y las ganancias no son muchas. “Al vender chipas se salva algo para llevar a la casa. El plan que cobro no me alcanza, por una enfermedad me saqué una pensión, pero tampoco alcanza… y la chipa se vende bien, además es un trabajo que no es muy difícil de hacer y es un trabajo digno, se gana bastante bien”.Los domingos Rosa se dedica a los quehaceres de la casa, “lavo ropa, acomodo, estoy con los chicos”. Sus hijos están en edad escolar, por lo que Rosa dispone su tiempo para vender chipas desde las 6.30 hasta las 11.30, da de comer a sus hijos y a las 16 regresa nuevamente a trabajar hasta las 8 de la noche.El trabajo no termina ahí porque “en la casa siempre hay algo que hacer”, señala. Ella dice que es un orgullo ser chipera, porque con este trabajo puede mantener a sus hijos y su nieta, vestirlos y mandarlos a la escuela. Para finalizar, con una amplia sonrisa Rosa les desea todas las madres “que tengan feliz día”.




Discussion about this post