MONTEVIDEO, Uruguay (AFP-NA). Sobrepobladas, violentas y en ocasiones con escasez de los servicios más elementales, las prisiones de América Latina siguen estando en una situación desastrosa según asociaciones de derechos humanos.En Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, estuvo encarcelada durante tres años (1970-1973), casi la mitad de los centros no tienen suficientes camas para todos los prisioneros, según la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO), que agrupa a los defensores del pueblo e instituciones de derechos humanos de la región.Recientemente, tras un motín en Carcavel (sur), dos presos fueron decapitados. En la cárcel de Pedrinhas (noreste), que alberga 2.500 reclusos en 1.700 plazas, más de 60 presos murieron en 2013.“Es una vida donde se lucha a muerte todos los días”, cuenta Mario Ibáñez, encarcelado en Santiago, donde numerosos detenidos hablan de celdas sin luz ni ventilación, describiendo la situación como “una jungla llena de animales salvajes”.Chile también está gobernado por una mujer de izquierda, Michelle Bachelet, torturada y detenida durante varias semanas en 1975.En este país, “hay episodios sistemáticos de violencia carcelaria, que se caracterizan por heridas que se infligen los detenidos unos a otros y muertos durante peleas”, indica Ana María Morales, responsable la ONG Paz Ciudadana.Uruguay es otro ejemplo de país gobernado por un exdetenido, José Mujica -que pasó más de trece años en las cárceles de la dictadura (1973-1985)- y regularmente puesto en la lista negra por las condiciones de vida carcelaria.Para Mirtha Guianze, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, “hay una sensación de inseguridad en la población, a veces alimentada por los medios, y las personas quieren la cárcel, la cárcel, la cárcel” para castigar los delitos.Guianze está preocupada por el proyecto de la oposición política de bajar la edad de responsabilidad penal a los 16 años. Se pregunta si estos adolescentes “irán a cárceles de adultos” para llenarlas aún más. “Esto lo hemos preguntado pero ninguno de ellos lo ha aclarado”.Estos tres países son los que más personas encarceladas tienen en América Latina (sin contar Cuba), con un índice de 281 detenidos por 100.000 habitantes en Uruguay, 274 en Brasil y 266 en Chile, según el Centro Internacional de Estudios Penitenciarios (ICPS, en inglés).La región está lejos del récord de la proporción de detenidos de Estados Unidos (716) pero sobrepasa ampliamente países como Francia (98) o España (417).“Entre el año 92 y la actualidad, todos los países de América Latina elevaron sus tasas de presos y presas sin excepción”, explica Elías Carranza, director del Instituto Latinoamericano para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (Ilanud), un organismo de la ONU con sede en Costa Rica.Fenómeno mundial, esta alza fue mayor “en las regiones cuyos países tienen ingresos bajos y medios, como es el caso de América Latina”, debido al aumento de la desigualdad social y la delincuencia y a una justicia más severa.La sobrepoblación es alarmante. Según el ICPS, los países más afectados son El Salvador (320,3%, proporción entre el número de detenidos y capacidad), Venezuela, 270,1%) y Bolivia (256,9%), en contraposición a 99% en Estados Unidos, 118,3% en Francia y 88% en España.En Paraguay, la prisión cuenta con 4.000 detenidos para 1.200 plazas.En Venezuela, hay casi tres veces más detenidos que plazas, lo que crea un clima de violencia extrema, hasta el punto de que en 15 años más de 16.000 detenidos fueron asesinados tras las rejas, según el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).





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