POSADAS. Una pequeña huerta, un corral con gallinas, árboles frutales y dos salones amplios integran el espacio Pynandí, que se basa en la pedagogía Waldorf y comenzó a funcionar este año en la zona de El Laurel de la capital misionera. Concurren 21 niños de entre dos y seis años, de lunes a viernes de 8 a 11.15. La propuesta surgió desde una iniciativa comunitaria de padres y maestros Waldorf y es respaldado por referentes de esta pedagogía en Argentina. Buscan que el proyecto sea reconocido por el Ministerio de Educación de Misiones y a su vez impulsan y gestionan la apertura de la primaria y la secundaria Waldorf.Un día en el jardín “Comenzamos todas las mañanas a las 8 con una ronda, tomados de las manos para poder sentir el contacto con el compañero. El encuentro es cantando y moviendo el cuerpo, recorremos el espacio”, señaló Natalia Correa, asistente materno infantil y una de los cinco maestros Waldorf que trabajan en el espacio. Las actividades se realizan en dos salones con dos parejas de maestros en cada una y los niños no son separados por edades, sino que comparten el mismo espacio, como ocurre en una familia donde hermanos de distinta edades juegan juntos.Acompañar, no imponer“En esta pedagogía siempre se trabaja con actividades sugeridas, los adultos no damos indicaciones ni guiamos obligatoriamente los tiempos, porque la intención es no estresar al chico recargándolo de actividades”, agregó Correa. No obstante, han definido diferentes propuestas para cada día de la semana: los lunes trabajan con ceritas de colores; los martes, con amasado de pan; miércoles con huerta; los jueves lavan y pelan verduras para luego preparar una comida que comparten entre todos. La cocción se realiza en el mismo salón. “La intención es generar un ámbito de juego y esa sensación de cuando uno va a jugar a la casa de sus abuelos: se descalza, se sienta en la alfombra, juega con sus hermanos y primos de otras edades, y mientras la abuela prepara una merienda o cena”, explicó Correa.Contracción y expansiónLas actividades de cada día combinan momentos de contracción, que son los que requieren mayor concentración, como es dibujar o amasar el pan, y luego momentos de expansión en el parque, donde interviene todo el cuerpo.“En la escuela tradicional, los períodos de contracción son más largos y hay breves recreos, que los chicos salen aguerridos a buscar esa expansión”, detalló Correa.La huerta, a pocos pasos de los salones se encuentra muy cerquita del corral, donde hay gallos y gallinas.“Hacer, sentir, pensar”La pedagogía Waldorf nació en la primera posguerra (1920) de la mano de Rudolf Steiner, creador de la antroposofía. “Entendió que para formar los cimientos de una nueva sociedad que había quedado devastada, había que transformar la cultura y, por supuesto, la educación”, explicó Correa. Este sistema educativo contempla al ser humano no sólo desde lo intelectual, sino también desde lo espiritual.“Es una pedagogía trimembrada, el foco de atención está puesto en hacer, sentir y pensar. Cada área corresponde a ciertas etapas evolutivas de los niños, que en este sistema se dividen en septenios (ver recuadro)”, agregó la maestra.Entonces, hasta los siete años, predomina el hacer, y el maestro acompaña a los niños a través del desarrollo de la voluntad: las actividades están relacionadas con manualidades, contacto con la naturaleza, labores en la huerta, cuidado de animales. En la escuela primaria, que se extiende de los siete a los catorce años, las relaciones y actividades se dan a través del sentir: se utilizan las artes, pintura, canto, plástica. Aprender haciendo“La pedagogía Waldorf busca el aprendizaje desde la vivencia. En la huerta y el corral los niños pueden conocer los ciclos de crecimiento de las plantas y animales, desde la semilla que se planta, crece, la podemos consumir, hasta lo que se tira en la basura orgánica, que luego vuelve como abono a la huerta. Y lo mismo con los animales de granja”, explicó una madre.“Una decisión familiar”Muchos padres sostienen que elegir esta pedagogía “es una decisión familiar”, porque el espacio implica una participación y compromiso de las familias, que en definitiva fueron las que impulsaron a fines de 2013 la apertura de este espacio. “El tercer sábado de cada mes nos reunimos todos los padres a trabajar en las tareas de mantenimiento”, señalaron. También cada mes cuentan con visitas de Carlos Villegas, un pedagogo Waldorf de Tucumán que da un taller intensivo a los maestros y también uno abierto a la comunidad.





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