En el mismo momento en que la familia Gómez estaba realizando el trabajo en el colmenar para retirar los panales de miel, teniendo en cuenta dejar lo suficiente para los hijos a punto de nacer que se encuentran en ellos, yo llegué montando mi caballo petiso.Lo até a un poste junto a un portón donde tendría la oportunidad de alcanzar algunos pastos tiernos mientras yo me disponía a comprar la miel. Pero como recién finalizaban la tarea de extraer la miel de los panales, fue necesario esperar un tiempo bastante prudencial hasta que me preparen el aromado líquido en los envases. Además en la colonia se sale poco y uno siempre aprovecha esas ocasiones para realizar visitas de vecinos y así entrarse de todo un poco. Ya con la miel en las botellas, escuché el relinchar del petiso. Pero no era el relinchar de costumbre. Esta vez era de agonía. Corrimos todos a verlo y en ese preciso momento el dueño de casa nos previno, “No se acerquen -dijo- las abejas han enloquecido”. Desde lejos pude ver cómo mi petiso se había transformado en una masa negra, cubierto totalmente por las abejas. Miles de ellas lo atacaron y terminaron con su vida en menos media hora. No pude evitar el llanto. Mi caballo era como un hermano. Un hermano que nunca tuve. Nunca conocí a un animal tan fiel. En ese momento llegaron a mí los recuerdos y entonces tuve visiones de un día cuando transitaba por una picada rumbo al almacén se me había caído un pañuelo en el que mi madre acostumbraba colocar el dinero y atarlo a uno de sus extremos. El petiso se detuvo inmediatamente. Yo lo azuzaba pero él, nada. Hasta que me bajé y vi el pañuelo que contenía el dinero. Por supuesto que él no sabía de qué se trataba, pero ese gesto de lealtad me conmovió. Por eso al verlo tendido, muerto, sin haberse podido escapar porque estaba atado, me sentí culpable y lloré desconsoladamente . Tampoco pude comprender el raro comportamiento de las abejas que según su dueño eran siempre muy mansitas. …………Un tiempo después en el almacén nos encontramos con el dueño del colmenar y nos contó a mi madre ya a mí que había tenido que exterminar a todos los enjambres de abejas porque se habían cruzado con las africanas y éstas eran las asesinas. Ese fue un año del cruce de muchos enjambres que emigraban a otros lugares. Pero después de la muerte de mi petiso los vecinos no quisieron dedicarse más a la tarea en las colmenas. Perfil del autor del cuento Lelis Duarte Misiones • De su primer libro “La soledad del Monte” – 1995 – • Prologado por Thays Morgenstern. Hija de María Medina y de Hipólito Duarte, nació el 18 de julio de 1948, en un bello pueblito misionero, Mártires, a la vera de la ruta 103. Se radicó hace mucho tiempo en Posadas, donde estudió, trabajó, escribió poemas, cuentos, obras teatrales; es actriz y ha incursionado como cantante. No obstante estar en la capital, recuerda siempre a su gente y a su pueblo natal, como dice en su primer libro, “porque los quiero mucho y aunque no siga viviendo en Mártires ni transite sus polvorientos caminos, una parte de mi vida quedó atrapada para siempre en el lugar”. La soledad del monteConstituye el primer paso literario publicado de Lelis Duarte en el que ha volcado, allá por 1995 y antes, poemas, semblanzas, relatos, cuentos y hermosas palabras dedicadas a su provincia, a su pueblo natal, Mártires, por supuesto, a su familia y los amigos. De edición modesta, La soledad del monte, ha servido para despertar la atención de los lectores cerca de la figura de esta mujer que de a poco fue transformándose en dramaturga y actriz de teatro, poetisa, escritora, cantante, esposa, madre y abuela. Presentó este libro en la Peña Itapúa (1996) con palabras de Thay Morgenstern y otros en la Seccional de ATE Posadas con Víctor Valledor y Esteban Abad, en los martes de poetas del Paseo Bossetti (presentada por Gladys Álvarez y Esteban Abad) y en el ciclo “Letras y palabras con identidad misionera”, presentada por Daniel Fiorino y Esteban Abad en el Sipted. Dictó talleres de narrativa en El Soberbio y otros pueblos. Actualmente su mayor actividad la dedica al teatro como actriz y autora. Mantiene vivo el recuerdo de sus amigos y compañeros de estudios y de trabajo, víctimas de la represión de los gobiernos de facto en los años 70, transformando a algunos de ellos en generadores de inspiración. Ausencia Contemplé unos instantes /como las verdes ramasIntentaban borrar /parte de los recuerdos, como aquellas locas /y frías madrugadasQue nos hallaran juntos, sometidos y expuestos. Y entonces recordé esa vieja cancióny la volví a cantar como con miedoNunca más desde entonces la había vuelto a escuchar , porque le tengo miedo al tiempo y al silencio como temo también que alguna circunstancia mancille de pronto tu preciosa memoria (Dedicado a la memoria de su amigo Carlos Tereszecuk)





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