POSADAS. Vergonzoso. Sólo así puede catalogarse a un episodio atroz, protagonizado por personas a las que se les paga para custodiar a la sociedad y no para atentar contra ella. Nueve policías, entre ellos una mujer, fueron detenidos ayer, en horas de la madrugada, por el crimen de un hombre de 33 años al que castigaron sin piedad hasta causarle la muerte.La autopsia determinó que la víctima pereció debido a una hemorragia pulmonar (hemotórax), producto de un golpe demoledor. En criollo: le reventaron un pulmón, probablemente de una patada.En tanto, cuatro altos mandos de la UR I fueron pasados a disponibilidad por supuesta responsabilidad funcional. Semejante barbaridad no puede ni debe terminar allí; el mismísimo ministro de Gobierno debería brindar explicaciones, porque no es el primer escándalo de magnitudes inconmensurables bajo su gestión.La víctima fatal fue identificada como Raúl Guirula, al menos en el contexto de las primeras informaciones, cuyo cuerpo fue trasladado a la morgue judicial para la autopsia después de que el juez arribara al escenario del hecho.El procedimiento es, a todas luces, indefendible e injustificable. La versión indica que el fallecido protagonizaba un incidente en un motel de Posadas, ubicado en la intersección de las avenidas Santa Catalina y Andresito, cuando llegaron los efectivos de la comisaría seccional Decimotercera.Eran alrededor de las 3.30 y Guirula se había encerrado dentro de su coche marca Renault 19 blanco.Tomó esa actitud porque se negaba a pagar, aparentemente, una botella de whisky que habrían sacado con dos amigos del frigobar de una de las habitaciones del alojamiento.En determinado momento, los efectivos de la comisaría seccional Decimotercera, los primeros en llegar al citado lugar, llamaron a sus camaradas del Comando Radioeléctrico I, quienes sí consiguieron sacar al revoltoso del auto.Allí se habría originado -creen los investigadores- la desenfrenada agresión al detenido, quizás porque habría atacado primero a los policías.Guirula terminó reducido, esposado y subido a la camioneta de la comisaría Decimotercera.El trasladoTres policías subieron a la cabina de la pick up y cuatro, al parecer pertenecientes al Comando Radioeléctrico, lo hicieron en la carrocería, supuestamente porque el demorado estaba completamente fuera de sí.La situación habría cambiado por completo y los que parecieron enloquecer fueron los uniformados.Para cuando la camioneta llegó a la comisaría seccional Decimotercera, Guirula estaba muerto y nada podía hacerse por cambiar el trágico desenlace.Datos oficiales indican que el llamado a la ambulancia de la Red de Emergencias y Traslados, del hospital Escuela Ramón Madariaga, se produjo alrededor de las 4.El juez de Instrucción 1, Marcelo Cardozo, tomó conocimiento del hecho al menos una hora después.El magistrado se trasladó de urgencia al playón de estacionamiento de la comisaría 13, donde permanecía el cadáver de la víctima.Ni bien llegó, fue anoticiado de una teoría aún más escalofriante: la carrocería de la camioneta habría sido lavada.Ante la duda de un encubrimiento masivo, Cardozo dispuso la detención de los nueve policías, incluidos los que estaban en la guardia, y convocó de inmediato a los pesquisas de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic).El objetivo, atinado por cierto, era otorgar la mayor transparencia posible a la causa y que no fuera la misma fuerza de seguridad provincial la que investigara a sus hombres, sospechados de un episodio gravísimo, agravado por ser policías.El juez tampoco permitió que interviniera el médico policial. Convocó al forense de Tribunales Carlos Sebastián Wolheim, quien solicitó la realización de la correspondiente autopsia.Guirula fue llevado directamente y sin escalas a la morgue judicial, donde la necropsia estableció que el deceso se produjo por un “hemotórax”, es decir una pérdida de sangre pleural debido, en este caso, a un golpe demoledor.Fuentes de la investigación indicaron que en el cuerpo de la víctima podían observarse las marcas y golpes de los borceguíes.SecuestroProducida la intervención de Cardozo, se procedió al secuestro de los cuatro vehículos policiales que intervinieron en el procedimiento: tres Chevrolet Corsa del Comando Radioeléctrico I y la camioneta de la comisaría seccional Decimotercera.Anoche los peritos en Criminalística de la Saic trabajaban en ellos (ver “La camioneta tenía sangre y fue…”). Como lo informaron las fuentes, las pruebas de luminol confirmaron la presencia de mucha sangre en uno de los rodados, que había sido lavado.SospechasUna arista extraña, por no decir curiosa, de esta macabra historia tiene relación con la misteriosa desaparición de la billetera de la víctima, que al menos hasta anoche no había sido localizada.Lo que sí secuestró la Justicia fue el libro de guardia del Comando Radioeléctrico I y de la comisaría jurisdiccional.Voceros consultadas por PRIMERA EDICIÓN indicaron que los nueve detenidos estaban alojados en distintas dependencias policiales, en carácter de incomunicados.En este sentido indicaron que entre mañana y el martes serán trasladados al Juzgado de Instrucción 1, donde el magistrado les tomará declaración indagatoria.Entre los uniformados privados de la libertad se encuentra una mujer, oficial ella que estaba como jefa de servicio en la comisaría seccional Decimotercera.Por el momento, los nueve están sospechados del delito de homicidio, aunque seis habrían tenido participación directa en el lamentable episodio.La calificación de homicidio podría agravarse por la condición de policías de todos los involucrados, según informaron las fuentes. Los amigosLa víctima fatal habría concurrido al alojamiento en compañía de dos amigos y dos damas, en un coche marca Renault 19 blanco.Al parecer, después de lo que tenía que suceder, y ya desatado el incidente por una botella de whisky que no se había pagado, los amigos de Guirula desaparecieron sin saber lo que ocurriría después.“Váyanse de acá porque sino también van a terminar presos”, le habría dicho uno de los policías que ayer terminó preso junto a ocho camaradas.Ahora, ambos seguramente serán citados a declarar a la Justicia, conjuntamente con el empleado del alojamiento que llamó a la Policía por el incidente mencionado.La Dirección Investigaciones labra actuaciones sumariales. El comisario de la mala suerte Rápida de reflejos y también para deslindar responsabilidades, la Jefatur
a de Policía pasó ayer a disponibilidad a cuatro altos mandos que prestaban funciones en jurisdicción de la Unidad Regional I, de la que dependen el Comando Radioeléctrico I y la comisaría Decimotercera.Entre los funcionarios apartados se encuentra el comisario mayor David Amaral, hasta ayer jefe de la UR I.Con esta es la segunda ocasión en que Amaral es separado del cargo por supuesta responsabilidad funcional más que por errores propios.La anterior fue en el marco del escándalo nacional por las supuestas escuchas ilegales a familiares de las víctimas de la voladura de la Amia, personalidades de la política, el deporte y la farándula.Esa investigación estuvo a cargo del juez Federal Norberto Oyarbide y en el plano local, motivó el juicio político y la destitución de los jueces de instrucción José Luis Rey y Horacio Gallardo.La responsabilidad de Amaral en la causa fue haber puesto la firma en al menos una autorización de intervención telefónica.Ahora vuelve a caer en uno de los hechos más bochornosos y vergonzosos que salpica a la Policía de Misiones, porque estaba al frente de la UR I, de la que dependían las bestias que acabaron con la vida de Raúl Guirula.Fuentes de la pesquisa indicaron que al menos seis de los nueve detenidos tuvieron participación directa en el lamentable episodio, por lo que están imputados del delito de homicidio.





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