POSADAS. El misterio seguirá rodeando las circunstancias de la muerte del jubilado Luis Roberto Cabral, de 47 años, asesinado de un balazo en la nuca la noche del viernes 11 de abril pasado. Ayer recuperaron la libertad los únicos dos detenidos en el marco de la investigación, su pareja y el hijastro adolescente. Fuentes del caso indicaron que la decisión de la Justicia fue debido a la falta de pruebas o evidencias. En ese sentido se supo que fue clave la prueba de absorción atómica, considerada de certeza probatoria, que dio negativo para ambos sospechosos. Esto pese a que en su declaración indagatoria la mujer señaló a su propio hijo como el presunto autor del hecho y a que la prueba de parafina dio positivo en los dos imputados. Por si fuera poco, el arma utilizada en el crimen fue hallada en la vivienda que compartían con la víctima. La posesión de la pistola asesina y el porqué estaba dentro de la casa no fueron justificados por ambos acusados, quienes no coincidieron con su coartada. No obstante, y tal como adelantó este Diario, pese al cúmulo de indicios el resultado de la absorción atómica (realizado en un laboratorio de Chaco), fue fundamental, y no le dejó otra alternativa al juez de la causa, Fernando Verón, quien finalmente tuvo que excarcelar a los sospechosos. El homicidio se produjo ese viernes a la 1.30 en el domicilio ubicado en el barrio El Progreso, de Posadas, sobre la calle 113, a unos doscientos metros de avenida Quaranta. En su declaración indagatoria, la concubina de Cabral -de 50 años- habría dicho que su hijo, de 16, recientemente regresado de Buenos Aires, era el único que estuvo con el jubilado aquella madrugada y que luego de la detonación, ingresó tembloroso a la casa. El muchacho, a su vez, intentó, por todos los medios, no involucrar a su madre. Afirmó que estaba muy oscuro y que vio a otra persona disparar contra su padrastro, aunque no podría asegurar quién era. El adolescente estuvo demorado un par de horas, ni bien trascendió el episodio. Fue liberado pero regresó al calabozo con la declaración de su madre. Esa circunstancia obligó al juez Fernando Verón a pedir la realización de la prueba de absorción atómica en Resistencia, Chaco. Pero no contaba con semejante resultado. TestimoniosSegún la mujer, a la 1.30 de ese fatídico viernes 11 de abril, llamaron a la puerta y Cabral se levantó. Escuchó el ruido de la puerta que se abría y tras cartón, la detonación de un proyectil. Es decir, no vio absolutamente nada. Cuando salió a observar qué sucedió, encontró a Cabral inerte, sin signos vitales. Entonces tomó el teléfono para llamar a la Policía y en ese preciso instante, ingresó su hijo al domicilio con un arma de fuego, que al parecer era una pistola nueve milímetros. De acuerdo a su testimonio, vio el preciso momento en que el muchacho escondió el arma en un cajón, pegado a la garrafa de la cocina. En ese lugar, la Policía encontró una pistola nueve milímetros y un revólver calibre .32; que se sumaron a la pistola .22 colocada al lado del cadáver del jubilado de Emsa. El menor que estuvo bajo la lupa de los pesquisas llegó de Buenos Aires días antes del crimen, lo que alentaba, hipotéticamente, la teoría de un episodio planificado y que ahora se desvaneció. Dicen que Cabral había tomado la decisión de echar a la mujer y sus hijos por una presunta infidelidad.





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