POSADAS. El reloj marcaba las 21.40 del domingo y el público se disponía, en las cómodas butacas del auditórium del Instituto Montoya, a disfrutar del show. Casi informal, con jeans, remera y camisa, Iván Noble tomó posesión de la butaca y la guitarra que lo esperaban sobre el escenario, y sin protocolo comenzó a cantar: “Volviste una tarde después de 113 noches sin volver. Y en el contestador amaneció tu voz de reina con la cola entre las piernas…”. Y así comenzó un verdadero espectáculo, que permitió a los presentes sumergirse en el mundo de “un tipo que lleva varios años solo y comienza encontrarse a sí mismo”.A “La propina”, de “Dicho y hecho”, álbum que el cantautor presentó allá por 2009; le siguió “Paciente cero”, de “Pistolas al amanecer”, disco que se conoció a fines de 2013, cargado de historias de amor y desencuentros.Sin embargo este era sólo el comienzo, porque el ex “Caballero de la Quema” llevó a sus fans un poco más atrás en el tiempo con “Un minuto antes de dejar de quererte”, de “Preguntas equivocadas” (2003), con el que Iván lanza su carrera solista y, si bien ya había interactuado con el auditorio entre canción y canción, fue con esta que los “te amo” cobraron fuerza y hasta parecieron sonrojarlo.Casi con vergüenza y aclarando que es un señor mayor, un detalle que a las muchachas (y no tanto) pareció no importarles, hizo a un lado la guitarra para contar que la música del tema que continuaba en el tracklist (“Punto para vos”) era inspiración de Benjamín, el guitarrista, “muy romántico, sólo cuando quiere”, aclaró.Y entonces, mientras el tiempo sólo avanzaba en el reloj, llegó “Pistolas al amanecer” que, según confesó el cantante a PRIMERA EDICIÓN, resume mucho de lo que siente y de su día a día.Mucho más para disfrutarDespués de seis canciones ejecutadas, cuyas letras cargadas de anécdotas junto a la soledad las mujeres del público tararearon de principio a fin, era el momento de comenzar a mover “los piecitos o golpearle la cabeza al del asiento de adelante”, entonces Iván cantó “La chica que nadie saca a bailar”, que estrenó allá por 2004, junto a “Nadie sabe dónde”; y fue así que, como sin quererlo, invitó a sus seguidores a un recorrido por su discografía solista.“Parte por parte”, “Otro jueves cobarde” pasaron también y las chicas, lejos de contener “esas ganas locas de tenerlo cerca” arriesgaron títulos. Así fue que para “sacarlas a bailar en un imaginario colectivo” lanzó los primeros acordes de “Besos bajo cero”, una canción de Rubén, el tecladista, “otro romántico cuando quiere”.Si hasta aquí algún hombre no había vencido su armadura para dejarse llevar por la música, sin duda cayó cuando, con la voz “como quebrada”, Noble comenzó a cantar “tu sonrisa se hizo el pan con dulce de mis mañanas. Todavía no sé nombrar este amor que me desarma. Cuando te veo así, panzón y filibustero lo único que me importa, ahora sí, es llegar a viejo”, letra de “Bienbenito”, también de Rubén.Y después “daría un brazo por vos, pero a decir verdad, papá sabe ser muy tonto, mejor… dale la mano a mamá” no había mejor opción que “Fulanos de nadie” y, dedicada a “los ex novios y ex maridos”, “Dame un motivo”.Los minutos pasados daban cuenta que el maravilloso encuentro estaba llegando a su fin y, con ese sabor “agridulce” de la despedida sonaron “Chico de los mandados”, “Donde gustes y cuando quieras”, “Waterloo”, “Sapo de otro pozo” y “Olivia”.Y entonces, Iván se despidió, pero nadie atinó a levantarse del asiento, al contrario, el auditorio se alzó en una sola voz, “otra, otra; una más y no jodemos más” fueron palabras que el cantautor no pudo ignorar y regresó para deleitar con una bellísima versión de “Me olvidé de vivir”, un tema que no es suyo, pero que le “hubiera gustado” y, obviamente, para despedirse con “Avanti Morocha”.Además prometió volver pronto a Misiones, una tierra que siempre lo trata muy bien.





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