CAMPO RAMÓN. La gran mayoría de los maestros de Misiones tienen vocación por la tarea de enseñar cada día a los niños. A veces la pasión y la voluntad no alcanzan, por la sencilla razón de que por más que uno se esfuerce, no puede clonarse para atender a decenas de alumnos.Eso ocurre en la Escuela 933 de barrio Evita de Villa Bonita, Campo Ramón, donde dos docentes están a cargo de 202 estudiantes. Trabajan doble turno y deben ir de un salón a otro para poder coordinar las clases de los distintos grados que tienen a su cargo.Froilán Lorenzo, uno de los maestros, lleva años trabajando en estas condiciones. A pesar de la voluntad que pone para desarrollar su trabajo, lógicamente no da abasto y lamenta no poder brindar una educación de calidad para lo cual está capacitado.Hasta septiembre del año pasado trabajaba con unos 70 alumnos. Pero desde que el aula satélite dependiente de la Escuela 424 de Villa Unión pasó a ser escuela -el 1º de septiembre de 2013- la cantidad de alumnos aumentó a 202.Los padres, preocupados por la educación de sus hijos evalúan cortar la ruta 103 para exigir que las autoridades educativas den una respuesta urgente a esta necesidad.Por su parte, el director de la institución, Eugenio Montenegro ha hecho el pedido formal al Consejo General de Educación (CGE) de cuatro docentes más pero no ha tenido ninguna respuesta.Agotado“Yo le pongo toda mi voluntad, el tema es que ando medio cansado por estar con esta cantidad de chicos. De los pedidos que se hicieron para más docentes, no hay novedades”, señaló Lorenzo. En el turno mañana este docente está a cargo de 102 alumnos: da clases en 4º, 5º, 6º y 7º. A la tarde enseña a los niños de 2º.“Con mis grados, a veces me dan cada dolor de cabeza, porque son muchos chicos, y varios tienen problemas de conducta. Me veo saturado por los nervios, todos los días tengo que estar corriendo de un grado a otro para atender a los chicos, explicar los temas, y después al otro grado. Pero mientras tanto los chicos quedan solos y se genera mucho lío”.En los momentos en que el director no está realizando trámites en la localidad o en Posadas, ayuda con algunos grados para alivianar la tarea de los dos maestros. Pero esto tampoco puede garantizar la calidad educativa ni la atención personalizada ni el seguimiento responsable de cada uno de los estudiantes. Hay que tener en cuenta que varios de ellos tienen alguna discapacidad o dificultades de aprendizaje. Cabe señalar que además de dar clases, los maestros deben ocuparse de preparar y servir la leche a la mañana y a la tarde.“Tenemos todo, faltan docentes”Cabe destacar que para que el aula satélite pasara a ser escuela, fue la madrina, una ciudadana solidaria de Buenos Aires, la que financió la construcción de todo el edificio.Actualmente tiene capacidad para que funcionen cinco secciones en cada turno y el nivel inicial, y hay mobiliario suficiente para más alumnos.“Pero no podemos recibir más alumnos porque no tenemos docentes, así de sencillo y a la vez complejo es esto”, indicó el director Eugenio Montenegro, resaltando que han agotado todas las instancias de pedido formal al CGE de más docentes, pero no han recibido respuesta.Pasaron más de seis meses desde que la escuela comenzó a funcionar como tal. No obstante, hasta el momento, la supervisora a cargo, Aurora Rota no se ha presentado en la misma para ver con sus propios ojos cómo están trabajando estos maestros. En teoría, estaría yendo “después de Semana Santa”.“Estamos conteniendo a los alumnos, dando clases lo mejor posible, y también a los padres que, preocupados por la calidad educativa de sus hijos estaban evaluando la posibilidad de cortar la ruta”, finalizó Montenegro. Un desgaste crónicoHace dos años, cuando apenas empezaba el ciclo lectivo 2012, el docente Froilán Lorenzo ya padecía este desgaste cotidiano al frente del aula. En ese momento eran alrededor de 70 alumnos y la escuela aún era aula satélite.“Trabajo en el límite de lo posible. A la mañana tengo tercero, cuarto y quinto con muchos alumnos que no saben leer y por ahí tengo que tomarles lectura o darles silabeo para que vayan enganchando las letras y al mismo tiempo tengo que trabajar con los que sí saben leer”, señalaba en aquel momento Froilán, que además de ser el único docente del aula, tenía que preparar la leche y limpiar la escuelita.Hoy son dos los maestros que trabajan en la escuela, pero la cantidad de alumnos también aumentó. Antes eran setenta chicos por docente, hoy son 101.





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