POSADAS. En pocas horas, el caso mudó de un asalto fatal a una pelea entre un hombre y su hijastro. Y luego, en la teoría de una ejecución por parte de la concubina, que ahora aparece en el centro de las sospechas. Para los investigadores no hay dudas: ella es la asesina.El drama familiar se desató durante la madrugada de ayer en una vivienda del sur de Posadas, a pocos metros de la avenida Quaranta. La víctima fue identificada como Luis Roberto Cabral (47), un ex empleado de Emsa, según pudo saber PRIMERA EDICIÓN.Cabral fue ejecutado de un disparo en la nuca y todo apunta a su concubina, de 37 años, quien permanece detenida e incomunicada por orden del magistrado Fernando Verón, al frente del Juzgado de Instrucción 3 de Posadas. En principio había sido demorado un adolescente de 16 años, hijo de la mujer, aunque las pruebas terminaron jugando “a su favor”.De todas maneras, su declaración podría ser determinante. Es que la principal hipótesis indica que el muchachito discutía con su padrastro cuando la mujer salió y acabó con la vida del hombre, quien aparentemente también estaba armado. Se trata de una serie de enigmas que los investigadores buscan resolver.El robo que no fueTodo comenzó alrededor de las 1.30 en una vivienda del barrio El Progreso, sobre calle 113 al 6.400, a unas dos cuadras del cruce entre las avenidas Quaranta y Lucas Braulio Areco, en el sur posadeño.Desde ese lugar alertaron al 911 sobre un lesionado con arma de fuego. En uno de los llamados, un tanto confuso, aseguraban que se había tratado de un hecho de robo. Decían también que la víctima estaba muy grave.Ante la situación, efectivos de la comisaría Decimoquinta comandados por el jefe de la seccional, comisario Luis Escumbarti, arribaron a la escena y comenzaron con su trabajo.En el patio trasero de la vivienda, cerca de un gallinero, hallaron el cuerpo sin vida de Cabral. Estaba boca arriba y tenía un disparo de arma de fuego con orificio de ingreso por encima de la nuca y de salida por el parietal izquierdo, con pérdida de masa encefálica. El médico policial fue contundente: el disparo fue realizado a corta distancia. A Cabral lo habían ejecutado.A un costado del cadáver los detectives hallaron una pistola semiautomática calibre .22. Ante el silencio de la concubina y de sus cuatro hijos -tres de ellos, menores- supusieron en principio que la víctima había escuchado ruidos y salió armado al patio a ver de qué se trataba, se trenzó con un ladrón y terminó muerto al recibir un disparo.La hipótesis parecía firme, más aún con el hallazgo de una vaina servida calibre nueve milímetros, la que habría utilizado el presunto ladrón. Sin embargo, el “sexto sentido” de los uniformados permitió descubrir otra verdad.Para descartar cualquier otra teoría, pidieron al juez Verón una autorización para requisar la vivienda. Efectivos de la Decimoquinta, de Homicidios y de la Secretaría de Apoyos Complejos (Saic) revisaron cada rincón, hasta que llegaron a la cocina. Algo les llamó allí la atención: una garrafa estaba ubicada delante de unos cajones de la bajomesada, como intentando esconder algo.En uno de los cajones, como sospechaban, los policías dieron con la “punta del ovillo”. Ahí permanecía oculta una pistola calibre nueve milimetros marca “High Power” modelo “Detective”, con cargador para 15 proyectiles, pero con apenas 13 y uno en recámara. Demasiadas coincidencias.Con ese hallazgo -en el cajón también fue encontrado un revólver calibre .32 y municiones para ambas armas- Verón ordenó la demora preventiva del adolescente, aunque la investigación dio un último giro con la realización de los exámenes de parafina sobre el muchachito y la concubina. Allí la ciencia volvió a aportar a la Justicia y señaló directamente a la mujer. El menor de edad estaba “limpio”.El juez ordenó la inmediata detención e incomunicación de la sospechosa, quien según las fuentes montó en una crisis de nervios una vez que fue anoticiada sobre el arresto. Fue trasladada tras las rejas y en las próximas horas será indagada en sede judicial.La última peleaSi bien la Policía trabajaba anoche en procura de resolver algunos puntos aún oscuros que rodean al violento episodio, para los investigadores todo sucedió en momentos en que Cabral mantenía una acalorada disputa con uno de sus hijastros, de 16 años, quien días atrás había regresado a Misiones desde Buenos Aires, donde acostumbra pasar varios meses al año.Por los elementos hallados en la escena, se sospecha que el hombre efectivamente se encontraba armado y quizás amenazó con acabar con la vida del adolescente. Habría sido entonces que la mujer salió con la que sería el arma homicida, la pistola nueve milímetros, y mató de un disparo en la nuca a Cabral.Sea o no así, lo cierto es que el exámen de parafina fue contundente y reveló restos de pólvora en una de las manos de la sospechosa. Ahora resta conocerse la declaración de los otros presentes y, además, el hallazgo del plomo que atravesó el cráneo del dueño de casa, como los resultados definitivos de la autopsia.Según pudo saber este diario, la mujer había iniciado la relación de convivencia con la víctima hace menos de un año. Oriunda de Cerro Corá, se mudó hasta Posadas junto a tres de sus cuatro hijos. El restante regresó a Misiones en los últimos días desde Buenos Aires, casualmente horas antes de que la relación entre su madre y Cabral protagonizara el capítulo final.





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