ROMA, Italia (Agencias). Con un pie en el Parlamento y otro entre la gente, el primer ministro italiano Matteo Renzi se ganó la confianza del Senado y Cámara de Diputados. Sus discursos están dirigidos sobre todo a los ciudadanos que lo veían en televisión, más que a los parlamentarios. La noche del martes la Cámara de Diputados le dio su apoyo con 378 votos a favor y 220 en contra. En la noche del lunes había obtenido también el sí del Senado. Los discursos de Renzi fueron improvisados, con sólo cuatro apuntes, como nunca se había visto. Un mensaje fundamental envió al país: “No bastan las reformas constitucionales o electorales: existe una exigencia dramática que es la del empleo”.No hubo novedad en la relación de las reformas que ya había anunciado al país y que desea realizar prácticamente en cuatro meses: la constitucional, la del trabajo, la de la administración pública, la fiscal y la justicia. Matteo Renzi anunció tres compromisos inmediatos: el desbloqueo total de las deudas de la administración pública con las empresas, a las que el Estado debe más de 70.000 millones de euros; se constituirá un fondo para las pequeñas y medianas empresas que no logran acceder al crédito; y finalmente reducción de tasas en el coste del trabajo para las empresas por valor de 10.000 millones de euros.Hoy se hacen cálculos de que sus reformas y promesas costarían unos 100.000 millones de euros, una cifra astronómica, incompatible con un país con una deuda de 2,1 billones de euros (el 133 % del PIB). Renzi sólo tiene dos caminos para cumplir su programa: hacer fuertes recortes en el gasto público o aumentar los impuestos.En ambas cámaras sus discursos fueron acogidos con frialdad y críticas, en especial por parte del Movimiento 5 Estrellas. Además de ser discursos vacíos de datos, tuvieron también muchas lagunas, en especial la referida a política exterior. Las encuestas señalan sin embargo que Renzi sí convenció a la gente. El primer ministro actuó como si estuviera en televisión y ya en campaña electoral, con vistas a los comicios al parlamento europeo de mayo, que él desea convertir en una especie de legitimación popular, tras arrebatarle el poder a su antecesor Enrico Letta.





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